Le habían dado la dirección hacía tiempo, pero nunca se atrevió a visitarlo. Era sencillo hacerlo, no se trataba de un lugar real, sino de una dirección de internet, un simple y sencillo blog, como el suyo. Pero, ay amigo, el miedo es libre, y es su caso se lo impedía. Demasiadas historias tenebrosas y confusas había oído y leído en foros, chats y en diferentes blogs sobre aquella dirección que no se atrevía a visitar, historias de desapariciones, casos de locura, angustiosas muertes aún sin resolver.
Quizás se tratara sólo de habladurías y leyendas, los típicos bulos de internet, pero aquello le tenía sumido en un estado de desesperación mezclada con angustia y no sin ciertas y peligrosas dosis de curiosidad. El caso es que aquella historia del llamado “blog maldito” – así se referían a esa página web en los foros – le atraía y casi le atrapaba, no podía dejar de pensar en ello ni de día ni de noche. Desde el trágico suceso, del que ya se iban a cumplir diez años - ¡diez años, madre mía, cómo pasa el angustioso tiempo! – no había conseguido desprenderse de esa atracción fascinante hacia ellos, hacia los muertos. Pero no, descuida, que aun así nunca se atrevió a visitarlo.
Pero un día recibió un comentario en su blog que precipitó los acontecimientos. Un comentario anónimo y desesperado. Su palabras, su tono, sus expresiones le resultaban tan enigmáticamente familiares..., pero no, no podía ser ella, qué locura. Se trataba de una broma pesada, seguro, o quizás no, pero cómo que no, desengáñate, es imposible... La cabeza le ardía. El comentario decía: “Siento frío. Ven a verme, ven a verme, por favor, soy tu perla, y sigo aquí, esperándote, sólo si me vienes a ver podremos abrazarnos de nuevo, mi brisa, para siempre, eternamente.... te espero”. “Tu perla”, “mi brisa”, eran expresiones que ellos compartían en su intimidad, y ahora aparecían allí, expuestas en los comentarios de su propio blog. Aquello no podía ser verdad, joder, ella estaba muerta, se repetía, estaba MUERTA.
Su muerte había sido horrible. Nunca lo iba a superar. La quería como no había querido a nadie, y habían compartido... lo habían compartido todo, pese a que eran aún muy jóvenes cuando ella se fue. Enterrada. Murió enterrada viva.¿Puede haber algo más terrible? Él la vio morir, pero nada pudo hacer, o al menos eso se había estado repitiendo constantemente, día tras día, durante los últimos diez años, nada pudo hacer, nada, nada... o quizás sí.
Un nuevo comentario en su blog acabó de despertar su curiosidad contenida. Aquello ya no podía ser una broma. “Tengo frío – insistía-, ven conmigo, soñemos juntos, búscame en ese lugar maldito que tú sabes, mi amor eterno”.
Lugar maldito, lugar maldito... aquellas palabras no dejaban de repetirse en su cabeza, y así fue como acabó estableciendo la relación. La dirección tan temida, el blog maldito, su perla, la brisa, soñar juntos, amor eterno, el frío... la muerte. Buscó la dirección, estaba seguro de que, pese a no haberla visitado nunca, la guardaba entre sus favoritos, esperando a que un día.... Sí, allí estaba, ya no podía esperar más, sólo así podría conocer el final de la historia, de su historia. Entró...
Y también tú, mi querido lector, sólo conocerás en final de esta terrible historia si te atreves a visitar la maldita dirección:
Quizás se tratara sólo de habladurías y leyendas, los típicos bulos de internet, pero aquello le tenía sumido en un estado de desesperación mezclada con angustia y no sin ciertas y peligrosas dosis de curiosidad. El caso es que aquella historia del llamado “blog maldito” – así se referían a esa página web en los foros – le atraía y casi le atrapaba, no podía dejar de pensar en ello ni de día ni de noche. Desde el trágico suceso, del que ya se iban a cumplir diez años - ¡diez años, madre mía, cómo pasa el angustioso tiempo! – no había conseguido desprenderse de esa atracción fascinante hacia ellos, hacia los muertos. Pero no, descuida, que aun así nunca se atrevió a visitarlo.
Pero un día recibió un comentario en su blog que precipitó los acontecimientos. Un comentario anónimo y desesperado. Su palabras, su tono, sus expresiones le resultaban tan enigmáticamente familiares..., pero no, no podía ser ella, qué locura. Se trataba de una broma pesada, seguro, o quizás no, pero cómo que no, desengáñate, es imposible... La cabeza le ardía. El comentario decía: “Siento frío. Ven a verme, ven a verme, por favor, soy tu perla, y sigo aquí, esperándote, sólo si me vienes a ver podremos abrazarnos de nuevo, mi brisa, para siempre, eternamente.... te espero”. “Tu perla”, “mi brisa”, eran expresiones que ellos compartían en su intimidad, y ahora aparecían allí, expuestas en los comentarios de su propio blog. Aquello no podía ser verdad, joder, ella estaba muerta, se repetía, estaba MUERTA.
Su muerte había sido horrible. Nunca lo iba a superar. La quería como no había querido a nadie, y habían compartido... lo habían compartido todo, pese a que eran aún muy jóvenes cuando ella se fue. Enterrada. Murió enterrada viva.¿Puede haber algo más terrible? Él la vio morir, pero nada pudo hacer, o al menos eso se había estado repitiendo constantemente, día tras día, durante los últimos diez años, nada pudo hacer, nada, nada... o quizás sí.
Un nuevo comentario en su blog acabó de despertar su curiosidad contenida. Aquello ya no podía ser una broma. “Tengo frío – insistía-, ven conmigo, soñemos juntos, búscame en ese lugar maldito que tú sabes, mi amor eterno”.
Lugar maldito, lugar maldito... aquellas palabras no dejaban de repetirse en su cabeza, y así fue como acabó estableciendo la relación. La dirección tan temida, el blog maldito, su perla, la brisa, soñar juntos, amor eterno, el frío... la muerte. Buscó la dirección, estaba seguro de que, pese a no haberla visitado nunca, la guardaba entre sus favoritos, esperando a que un día.... Sí, allí estaba, ya no podía esperar más, sólo así podría conocer el final de la historia, de su historia. Entró...
Y también tú, mi querido lector, sólo conocerás en final de esta terrible historia si te atreves a visitar la maldita dirección:
P.D: Que paséis una infeliz noche de difuntos, si es queda alguien vivo por ahí, a estas alturas.