jueves, enero 29, 2009

Y al final...

Durante mi diario paseo matutino destinado a airear éste mi cuerpo serrano con el que Dios todo poderoso que está en los cielos ha tenido a bien dotarme, venía ya servidora de un tiempo a esta parte siendo objetivo de indecorosas y provocativas actitudes del todo ajenas a mi persona y en modo alguno por mí incitadas, el mismo Dios antes aludido me libre de ello.

Me explico: resulta que viene paseando servidora un día sí y el otro también con la fresca y aroma del rocío, tan jovial y la mar de contenta, luciendo todo el garbo y salero de los que una es capaz de hacer gala, que es mucho, cuando de repente, desde un llamativo balcón engalanado todo él con geranios, buganvillas, y abundante variedad de floridas, coloridas y alegras macetas observo una figura humana de naturaleza masculina - sumamente masculina, diría yo - que intenta, con aspavientos y ademanes en ocasiones rayanos con lo obsceno, intenta digo llamar mi atención de manera inconfundible, que no cabe duda de que la cosa va conmigo, vamos, que lo que quiere es que entre.

Ante semejante provocación diaria, una, que otra cosa no, pero decente es un rato, opta por la prudente postura de hacerse la loca y cantar con tono orgulloso y desenfadado la consabida coplilla que dice asín: “era hermoso y rubio como la cerveza, el pecho tatuado con un corazón, en su voz amarga, había la tristeza doliente y cansada del acordeooooón”. Y seguir caminando, la frente erguida y la morena melena al viento, y que te digo que no entro.

Notando he ido que la cosa iba a más jornada tras jornada, hasta el punto de que el otro día, el aludido varón o mancebo, no contento con el ritual de gestos para nada correspondidos por mi persona, va y me sale con un “pchsssss, pchsssss”, acompañado subsiguientemente con nuevos versos de la coplilla otrora salida de mi dulce boquita de pitiminí: “mira mi brazo tatuado con este nombre de mujer, es el recuerdo del pasado que nunca más ha de volveeeeeeer”, me susurra el muy picarón. Y yo, ya digo, muy recta y en mi sitio, toreando la embestida con capote de grana y oro. Y que no entro.

A tal punto ha llegado finalmente la cosa que ya hoy me asaltan el plena calle otra suerte de mancebos y zagalillos, sin duda enviados por aquél, quienes no contentos con acercarse a mi verita y caminar a la sombra de mi figura van y me agarran por brazos e incluso cadera, uno por la cadera, al cual suelto tal guantazo que su rostro queda marcado como Dios manda, y ya en verdad asustada procedo a interrogarles, severo el semblante y con mis ojitos azabache inyectados en sangre, de la rabia que m’adao. Y porque me niego a entrar.

- ¿Quiénes sois ustedes vosotros?
- Semos lo’h indicadoreh económicoh.
- ¿Lo’h indicadoreh económicoh? ¿Y eso qué es lo que es?

Y sin tiempo para más, préndenme vehementemente loh indicadoreh y condúcenme en presencia del libidinoso maromo, cual si fueran belicosos arcángeles enviados por el mismísimo Cupido con la única intención de romper mi resistencia ante las insistentes artes amatorias del trasnochado galán, no sin antes alcanzar una a oir por el camino las confusas explicaciones de mis violentos acompañantes sobre no sé que de acumular dos trimestres seguidos de caída del peibé así como del consumo, y que si ya veremos en 2011, que la verdad sea dicha, una no alcanza a entender en su justa y acertada medida.

Y así ha sido como servidora, la del garbo y el salero, de nombre Economía y de apellido Española, ha sido introducida finalmente a la fuerza y en contra de mi voluntad en la tantas veces esquivada estancia del fulano, el mismísimo dormitorio del balcón engalanado todo él, bien saben mi Dios y Don Pedro Solbes que de muy mala gana, alcanzando mis ojitos azabache aún inyectados en sangre a ver, antes de que la puerta que hace las veces de frontera entre lujuria y castidad se cerrara a mis espaldas, el cartelito que identificaba la dependencia en la que me temo que en adelante pasaré mis días y mis noches, y en el que en ese mismo momento servidora procedía definitiva y oficialmente a entrar:

RECESIÓN
¡Maldita sea su estampa!

miércoles, enero 21, 2009

El juramento

- Hola buenos días; resulta que yo venía a jurar...
- Me parece muy bien, hombre. Puede usted jurar y perjurar, e incluso acordarse de la madre que parió a servidor, si ello le consuela y tranquiliza.
- No, no, si yo lo único que quiero es jurar mi cargo.
- ¿Su cargo? ¿Y cuál es su cargo?
- Cuál va a ser, el de presidente electo, de momento, pero en cuantito que lo jure me quito lo de “electo” y me quedo en “presidente” a secas.
- Oiga, no será usted....
- En efecto: Obama, Barack Husein Obama, de los Obama de toda la vida..
- Pues si me lo permite usted, entre “presidente electo” y “presidente a secas”, yo casi que me quedo con la primero, dónde va a parar.
- A la Casa Blanca.
- ¿Cómo dice?
- Que voy a parar a la Casa Blanca, digo, si me toma usted juramento de una vez.
- ¿Se sabe usted la fórmula?
- Claro que sí; tome nota: F12 = q2v2 xB1...
- Oiga, ¿pero qué me está contando?
- La formula de la tercera Ley de Newton, también conocida cono el principio de acción y reacción, que viene a decir que....
- Que no hombre, que no. Me refiero, obviamente, a la fórmula del juramente (si me permite usted el cambio de vocal final, que es que si no no me rima).
- Ah. Más o menos. En español mejor que en inglés, eso sí...
- Pues venga, vamos allá. ¿Ha traído usted el libro?
- Claro, aquí lo tengo.
- Bien, pues proceda tal y como le digo: primero, lo deposita sobre la mesa, después, le planta la mano encima, a continuación, con gesto solemne y circunspecto, repite usted conmigo las famosas 35 palabras.
- De acuerdo; cojo el libro y lo pongo sobre la mesa, le planto la mano encima...
- Oiga, espere un momentito, pero ese libro es...
- Sí, el famoso libro rojo.
- Ya, pero no se trata de la Biblia de Lincoln, como sería menester...
- ¿La Biblia de Lincoln? Pues no. Se trata de Blogs de papel (I).
- ¡Anda la leche! Entonces tú no eres Obama, sino Estilografic.
- Y tú tampoco eres el Jefe del Tribunal Supremo de los Estados Unidos, sino Mariano Zurdo, a ver si te crees que soy tonto.
- Efectivamente. No, no me refiero a que seas tonto, sino a que, efectivamente, esa es mi verdadera identidad.
- Y esto no va a ser entonces Guasintón, sino...
- La Librería La Clandestina, sí señor, sita en la calle de La Palma, nº 49, yadepasolodigo.
- Y aún hay más: me temo que lo que se va a celebrar aquí esta tarde a las 19:00 horas no es la toma de posesión del presidente de los Estados Unidos, ¿verdad?
- Afirmativo. Lo que se celebra es la presentación del ya famoso Blogs de papel (I), el libro rojo que, en efecto, se asemeja a la Biblia de Lincoln en lo que al color respecta, que no así en cuanto a contenidos.
- Bien, pues eso que ganamos. Y dime, Mariano Zurdo, ¿vienen Bruce Springsteen, Aretha Franklin o la bella Beyoncé, valga la redundancia?
- Que noooo, que el que viene es Juan Cruuuz, mira que te lo tengo dicho, Estilografic.
- Ah, es verdad. Pues tanto mejor, porque va a ser entonces una presentación por todo lo alto.
- Ya lo creo que sí, Estilografic. Y ahora, si te parece, procedamos a depositar el libro rojo sobre la mesa, plantemos todos las manos encima, las nuestras y las de todos lo que hemos hecho posible este Blogs de papel (I)... y gritemos todos al unísono:


¡Yes, we can!


lunes, enero 19, 2009

El ángel exterminador

- Vamos ver, vamos a ver, hagan el favor de ir abandonando el local, que ya son las nueve de la noche y hay que ir pensando en cenar...
- Es que no sé que pasa, que no podemos salir.
- Empujad, empujad, que la puerta está abierta.
- No. si ya sabemos que está abierta, pero es que no salimos.
- ¡Joder! ¿No salís por qué?
- Yo qué sé.... No salimos y no salimos.
- ¡Pues es tan fácil como poner el pie en la calle, leches!
- Ya, pero es que llegamos a la puerta y nos volvemos, no se sabe por qué.

Sólo un par de horas antes todo se preparaba concienzudamente para lo que iba a ser el gran acontecimiento del día, qué digo del día, de la semana, qué digo de... (y así hasta llegar a siglo, al acontecimiento del siglo, ¿para qué nos vamos a enrollar?).

¿La toma de posesión de Obama? ¡Qué Obama ni qué niño muerto! ¡La presentación de Blogs de Papel en La Clandestina!. Allí estábamos todos, editores, autores e invitados (y las cucarachas, también las cucarachas); ¡ah!, y un tipo bajito, gordito y con bigote que me temo que nadie sabía quién era. Y digo todos porque los que no pudieron asistir también estuvieron muy presentes, y ya se encargó el bueno de Mariano Zurdo, con su habitual gracejo y elocuente oratoria, de referirse a todos y cada uno con encomiásticas y laudatorias palabras, el tío. ¡A mí me dijo que me iba a adoptar!, el cachondo. Eso es porque no sabe lo que como... y que ronco, sobre todo que ronco.

En representación de los autores hablaron la insigne Belén y la entrañable Elena, y estuvieron, pues eso, insigne la una y entrañable la otra, como tiene que ser. Belén in Red lucía un vestido rojo diseñado para la ocasión creo que por Carolina Herrera, New York, o por Oscar de la Renta, de la renta per cápita. Bueno, la verdad que no tengo ni idea quien diseñó el vestido o si lo compró en las rebajas del Zara de Zaragoza, valga la redundancia, pero lo cierto es que iba monísima de la muerte, que es de lo que se trataba. Belencita nos transmitió a todos, gracias a su frescura y espontaneidad, su ilusión por el proyecto y nos contó cómo todavía no ha salido de su asombro desde que le dijeron a la pobre que tenía que firmar un contrato y todo, y llegó a pensar que estos tipos de La Clandestina estaban como una cabra. Y quizás no le falte razón, en lo de la cabra digo.

Con Elena yo creo que nos sentimos todos muy identificados al referirse al pudor del escritor novel contándonos la anécdota de que cuando publicó por primera vez y se lo dijo a su familia, todos la miraron extrañados y le hicieron la dichosa pregunta: ¡ah!, ¿pero tú escribes? Y también al confesarnos que ella lo que quería de pequeña era ser deportista, por aquello de que cuando les colgaban la medalla siempre se echaban a llorar. Pues al final, mira tú por dónde, sí que es escritora, y de las buenas. Aunque, eso sí, ni lloró ni nada, la tía dura.

Lo único que falló fue el sonido, macagoenlaleche. Es que para que la gente que no pudo asistir estuviera más cerquita los de La Clandestina habían montado todo un dispositivo de cámaras y micrófonos par retransmitir el evento por internet. Yo me llevé mi micrófono del karaoke y todo, como Clandes, e incluso llegamos a pactar ambos un dúo si hiciera falta. Pero luego no salió la cosa adelante, ya digo, no sólo porque no funcionara el sonido, sino porque además no nos llegamos a poner de acuerdo en quién decía lo de “y pega la vueeeeelta” y quién lo de “jamás te pude comprendeeeer”. Que no es tan fácil lo de los duetos, no te creas.

Los organizadores anunciaron que el próximo miércoles, Dios mediante, se celebrará una nueva presentación de Blogs de papel, pero que no nos asustáramos, que no había que ponerse a escribir otra vez el libro ni nada, que se hacía con el mismo libro pero esta vez con la presencia de los medios de comunicación, y que nos lo presentará nada más y nada menos que el escritor y periodista Juan Cruz, que ya son palabra mayores. Así además habla el presentador y Mariano se calla un ratito...

Pues nada, que con la foto de todo el grupo (que servidor no tiene porque, obviamente, formaba parte del mismo, y uno no puede, por buen fotógrafo que sea, sacar una fotografía en condiciones de un grupo del que uno mismo forma parte, no se si me explico) diose por finalizado el acto no sin antes proceder a echar a la calle de una patada en el trasero al misterioso tipo del bigote, que debió dedicarse a comerse todos los canapés y beberse todas las cervezas mientras los demás nos concentrábamos en la presentación, porque es que yo no probé ni los unos ni las otras.

Y sí; entonces fue cuando sucedió como en El Ángel Exterminador, la peli de Buñuel. Y es que allí se estaba tan a gustito...


P.D: Que muchísimas gracias a tod@s por un acto inolvidable, y que me encantó conocer a quienes todavía no conocía.

miércoles, enero 14, 2009

Sustancialmente

Teniendo en cuenta el anuncio, vaticinio o pronóstico de Don Pedro Solbes Mira - ministro de Economía e incluso de Hacienda y vicepresidente segundo del Gobierno, natural de la bella y acogedora localidad alicantina de Pinoso – de que, primero, el déficit público superó con creces en 2008 el límite impuesto por la Unión Europea, esto es, el 3 por ciento del PIB, y, segundo (y ahí viene lo peor), en este año de gracia en que nos encontramos, es decir, el 2009, el déficit va a ser “sustancialmente” mayor..., no sé vosotros, pero yo estoy que no doy pie con bola, de la preocupación y el desasosiego que me afligen.

Y es que lo de la utilización, seguro que la mar de estudiada y bien premeditada, del inquietante adverbio terminado en “mente”, como lo hacen también una buena parte de los adverbios que todos conocemos, lo de terminar en “mente”, me tiene sumido en la últimas horas en la más profunda de las cavilaciones. ¿Qué habrá querido decir en realidad Don Pedro Solbes Mira con eso de que “sustancialmente”? ¿Es preocupante hasta decir basta que un déficit tal de una Administración cual llegue a ser “sustancialmente” peor de un año para otro o son simplemente cosas que suceden en el extravagante y ensimismado universo de la macroeconomía?

Como no podía ser menos, servidor ha acudido lo primerito de todo al diccionario, a ver qué era lo que significaba exactamente “sustancialmente”, valga la redundancia de terminaciones, y comprobar fehacientemente (otro que tal baila) si el dichoso adverbio tuviera alguna acepción oculta, disimulada o misteriosa que conllevar pudiera cualquiera otra segunda interpretación maliciosa que no acabemos de percibir a las primeras de cambio. Y el caso es que el diccionario te remite directamente a la expresión “en sustancia”, y punto y se acabó.

Total, que después de un entretenido y fructífero, pro no decir sustancioso, recorrido de acepción en acepción, comenzando por la esencia o sustancia, pasando por toda suerte de complejos químicos y terminando por el jugo o caldito que se puede extraer de ciertas materias alimenticias, como es el caso de las sabrosas pastillas del Avecrem, chup, chup, que si cuece o que si enriquece..., vengo a determinar finalmente que lo que Don Pedro Solbes nos ha querido decir con la utilización del adverbio de marras es que nos vayamos apretando el cinturón.

Mayormente.

viernes, enero 09, 2009

Presentimiento

Lo mío tiene delito. Tal día como ayer no se me ocurrió otra cosa que acudir a uno de esos establecimientos que ahora optan por denominarse algo así como “salones multiservicio de tratamiento estético y nuevas tendencias de peinado”, y que de toda la vida de Dios se han venido llamando sencillamente “peluquerías”, para dedicarle a la amable muchacha que diligentemente recibiome frase tan sencilla y vulgar como la que sigue: “que venía a cortarme el pelo”.

La cosa es que la peluquera me miró con cara rara y sorprendida, como diciendo que adónde irá el pavo éste, no tendrá otro día para cortarse la rebelde cabellera que le adorna...; pero claro, al tratarse de una peluquería, como ya he dicho, yo voy y me pregunto que qué querrá, no voy a venir a colocarme extensiones o a hacerme la manicura, no te digo la tía.

Extrañado sobremanera por el hecho - comprobable con el simple método de recurrir a la cuenta de la vieja con los dedos de una sola mano - de que el susodicho establecimiento encontrábase despejado de clientela, es decir, que allí no había ni Dios (en el hipotético y últimamente discutidísimo asunto de que éste exista), voy y se lo hago notar a la aludida muchacha: “parece que está esto tranquilito, ¿no?”. “Ya ve usted - me dice -, después de la tempestad acaba viniendo siempre la calma”, enigmática frase ésta que, ahora que lo pienso desde la perspectiva oportuna, tal vez encerrara en sí alguna suerte de mensaje oculto en lo que respecta a la utilización del término “tempestad”, prestándose éste como se presta a ser interpretado no ya en sentido figurado y referido a la cantidad de clientes recibidos durante las recientemente finalizadas fiestas navideñas, sino del todo literal, es decir, “frío de cojones”.

Pues nada, que soy conducido siempre con la oportuna amabilidad hasta una segunda y más acomodada estancia del establecimiento en cuestión acompañado de la citada muchacha, la cual me inquiere acerca de cómo lo quiero, el corte capilar se entiende, ante la cual pregunta le aclaro con decisión y valentía que “cortito, para que dure lo suyo”.

A continuación, la amistosa y siempre altamente recomendable conversación intrascendente que acaba por entablarse ente cliente y peluquero/a, - porque es que si no, calladitos todo el tiempo y sin decir ni pío, se les queda a los dos una carita de tontos que no hay por dónde cogerla - la intrascendente conversación digo viene a derivar en un acalorado debate numérico acerca del tipo de cuchilla a utilizar en la maquinilla cortapelo, que si me mete un cinco o me mete un tres, a lo cual yo le digo - no sin cierta incertidumbre, eso sí, porque no gozo de experiencia en la utilización del citado artilugio – que la trascendente decisión la tengo que dejar en sus manos, en las de la peluquera, porque es que yo no tengo ni idea de las consecuencias que pudiera acarrear la elección de uno u otro calibre, si es que puede denominarse así, le digo a la peluquera, el grado de rasurado de la cuchilla utilizada.

Total, que la buena muchacha, prudente donde las haya, adopta a mi entender la decisión más oportuna: “vamos a empezar con el cinco y luego después ya lo vamos viendo”, y según está terminando de pronunciar la entrecomillada frase o sentencia va y coloca con admirable destreza el cabezal correspondiente en el artilugio y empieza deslizar éste, decididamente aferrado con mano derecha, por la zona capilar, mientras que con la otra extremidad superior que le queda libre, que no puede ser otra que la mano izquierda, agarra y sujeta con firmeza mi cabeza toda, con la única intención de que ésta no se acabe por vencerse debido a la fuerza aplicada hacia el lado contrario del de la procedencia de la misma, de la fuerza digo, pudiendo producirse en tal caso y si no se evita una tan desagradable como desafortunada lesión o espasmo torticular, con lo que duele.

Quedose definitivamente la cosa en el número cinco, porque a medida que se fue haciendo visible el resultado, coincidimos todos los implicados, esto es, peluquera y cliente, y por unanimidad, en que ello era suficiente y que, en efecto, y respondiendo siempre a mis deseos previos, aquello iba a durar “lo suyo”. Y hete aquí que después de un lavado y aclarado final acompañados del correspondiente masaje occipital me dispuse a abandonar el establecimiento no sin antes abonar la cuenta y ser posteriormente objeto de una cálida despedida por parte de todo el personal allí presente, quienes unánimemente hicieron ostentación pública de sus buenos deseos utilizando la manida expresión de “que le vaya bien”, a la cual coincidieron en añadir la sospechosa coletilla de “y abríguese”.

Dicho y hecho, porque fue salir a la calle y mis despejados órganos externos de audición, otrora protegidos por rizados cabellos, adquirieron de golpe y porrazo cierta y preocupante tonalidad rojiza tendente hacia el estado de congelación, con lo cual acabé por llegar a la conclusión que ha sido causa y motivo de la elaboración de éste mi post de hoy: “mañana va a nevar”.

miércoles, enero 07, 2009

Un encuentro inesperado

Madrugada del 5 al 6 de enero de 2009. Pasillo de los cuartos trasteros de la residencia de los Estilografic. 02 horas, 47 minutos, 37 segundos... 38, 39, 40...

- Buenas noches.
- Huy, muy buenas noches. Vaya susto que me han dado ustedes, a estas horas...
- Disculpe, es que llevamos un poquito de prisa, señor Estilografic.
- Oiga, ¿quiénes son ustedes tres?
- Quiénes vamos a ser...
- No me irán a decir que son...
- ¿Y a quién esperaba encontrar si no este día y a estas horas? ¿A los tres mosqueteros?
- Entonces, definitivamente, ¿son ustedes reales?
- Reales y magos, sí señor.
- ¿Y cómo saben mi nombre?
- Ser magos es lo que tiene, que lo sabemos todo.
- No me lo puedo creer.
- ¿No me irá a decir, señor Estilografic, que no ha dejado usted sus zapatillas a los pies del árbol?
- Sí, sí que las he dejado, las pantuflas.
- Y el barreño de agua para los camellos...
- También, también; fresquita y limpita, como Dios manda.
- Y las tres copitas con su cava...
- El Brut Nature reserva de Freixenet, sí señores, cava producido sólo en años de vendimia seleccionada, del que destacan los aromas secundarios y terciarios procedentes de la segunda fermentación y su envejecimiento en contacto con las lías. ¿Saben ustedes lo que son las lías?
- Sí señor, las sustancias sólidas, sobre todo restos de levaduras, acumuladas en el fondo de los depósitos tras la fermentación del vino. Ser magos es lo que tiene, que lo sabemos todo.
- Ya, ya me lo habían dicho.
- ¿Y algún polvoroncillo? Habrá dejando usted algún polvoroncillo, ¿no?
- Sí, bueno, mantecados de ajonjolí, ya saben...
- Sí, planta herbácea de la familia de las Pedaliáceas, de un metro de altura, tallo recto, hojas pecioladas, serradas y casi triangulares, flores de corola acampanada, blanca o rósea, y fruto elipsoidal con cuatro cápsulas y muchas semillas amarillentas, muy menudas, oleaginosas y comestibles. Ser magos es lo que tiene, que lo sabemos todo.
- ¡Qué tíos!
- ¿Entonces lo ha dejado usted todo preparado, señor Estilografic?
- Pues sí, lo he dejado todo, las pantuflas, el agua, el cava, y los mantecados.
- Entonces no diga que no se lo cree, lo de los Reyes Magos.
- Ya, pero es que todo esa parafernalia forma parte del entramado del ceremonial previo al artificioso advenimiento de Sus Majestades, y permítanme que les hable así, que no es que yo sea en extremo pedante, sino que con ello evito revelar el misterio oculto, ya me entienden, a aquellas personas de cándida edad que pudieran llegar a leer lo que aquí se está relatando. Ahora bien, no me esperaba yo, si les soy sincero del todo, que fueran ustedes a ser tan... normalitos.
- ¿Y qué esperaba?, ¿encontrarnos con nuestras barbas y capas postizas, ridículas donde las haya, saludando a los presentes con escaso garbo y salero y arrojando caramelos a diestro y siniestro sin reparar ni en gastos ni en el daño que hacen, los dichosos caramelos, cuando impactan en las cabezas de los ilusionados niños?
- Pues sí, algo así.
- Pues no. Algo así no. Todo esa parafernalia forma parte, como muy acertadamente usted mismo ha señalado, del entramado del ceremonial previo al artificioso advenimiento de Sus Majestades, pero no responde en absoluto a la realidad. Nosotros somos personas normales y corrientes pero, eso sí, magos.
- De piedra me dejan ustedes, qué quieren que les diga.
- ¿Y se puede saber - permítanos que se lo preguntemos ya que nuestros destinos se han ido a cruzar de manera inexorable en esta Noche de Reyes – qué hace usted levantado a estas horas, señor Estilografic? ¿No sabe que hoy hay que acostarse prontito?
- Es que me dirigía precisamente al trastero para recopilar todos los paquetes que desde hace días tengo ahí almacenados y a buen recaudo, ya saben, y proceder a colocarlos en el árbol, ya que finalmente - y fíjense qué horas - el caprichoso e inseguro Morfeo ha resultado de una vez por todas vencedor en duro y fatigoso combate entablado en el interior de cada una de mis pequeñas descendientes a la par que herederas, quienes por fin se hallan sumidas en el más profundo sueño. Y vuelvo a ser pedante una vez más con el mismo objetivo ya señalado, no se me asusten.
- Ande, ande, déjese de trasteros, paquetes y combates y tire para la cama, que ya nos encargamos nosotros de todo.
- Y oigan, una preguntita.... ¿Me la han traído?
- ¿De qué habla?
- De la cámara, de qué va a ser.
- ¿Se refiere usted a la cámara de comercio, a la frigorífica o a la de aire?
- No, no, me refiero a la Canon EOS 1000D, cámara réflex monocular digital con un sensor de imagen de...
- 10,10 megapíxeles, sí, ya lo sabemos, recuerde que ser mago es lo que tiene, que lo sabemos todo.
- ¿Y no me lo pueden decir?
- Eso es una sorpresa, amigo.
- Y otra cosita..., si ustedes son definitivamente reales, digo yo que entonces podré mañana coger todas mis compras y devolverlas, recuperando así el dinero gastado, cosa que muy bien me vendría para superar la dichosa cuesta de enero, ¿no?
- Sí; si guarda usted los tickets seguro que sí.
- Pues nada, nada, ya me voy a la cama tranquilo por un lado y nerviosos por otro, pero más contento que unas castañuelas.
- Veeeenga, no se haga más el remolón, que es usted peor que los niños.
- ¿Quieren ustedes que les ayude? ¿Seguro que van a poder con todo?
- Segurísimo. Ser magos es lo que tiene, que podemos con todo.
- Tengan en cuenta que son muchas cosas, las que hay que repartir. Si no vean, vean cómo tengo yo de paquetes el trastero... Esperen que les abro en un momento y se lo enseño, ya que están aquí...
- No, no, déjelo...
- Miren, miren, miren la que tengo liada... Pero...., ¿qué es esto?... ¿Dónde están mis paquetes? ¡Farsantes, ladrones! ¿Cómo narices han sabido que lo tenía todo escondido aquí?
- Ser magos es lo que tiene, señor Estilografic, que lo sabemos todo.