jueves, agosto 27, 2009

Por qué no te callas (1)


Hay decisiones que acaban por resultar trascendentales en la vida de uno y que las adopta ese mismo “uno” de la manera más tonta y sencilla, así, como quien no quiere la cosa, sin grandes reflexiones previas, mientras charlas y tomas, por ejemplo, un copita por la noche en la terraza de la piscina en plenas vacaciones playeras y en compañía del grupito de gente variopinta, esto es, variada y con unas pintas...., que acabas de conocer en el hotel y a quienes, probablemente, no volverás a ver en todo el resto de tu vida. Bueno, quién sabe.

Ahora, tras esta somera pero necesaria introducción, con ayuda de la fotografía y el detalle del número de las habitaciones (la de los Estilografic es la 212), asistamos a la referida charla o conversación:

- Huésped de la Habitación 213 (HH213): Pues hay un tío en no sé qué habitación es, que ronca como un demonio. ¿No lo habéis oído?
- HH312: ¡Joder, yo es como si lo tuviera debajo de la cama! Llevo desde que llegamos sin pegar ojo. ¡A ver si se larga pronto, el tío!
- HH211: Pues debemos tenerlo bien cerquita, porque yo pego unos botes cada vez que berrea... A puntito estuve la otra noche de llamar a recepción y todo.
- HH112: ¡Hostias, pero si ayer parecía que se me iba a caer la lámpara encima! ¡Y es que además hasta en la siesta...!
- HH212 (esto es, Estilografic): pues yo no me entero de nada, qué queréis que os diga.

Lo de roncar es lo que tiene, que generalmente el último en enterarse es uno mismo, es decir, el HH212. O más bien lo que ocurre es que a veces el implicado lo que no quiere es darse por enterado, pero lo sabe, vaya si lo sabe. Y si de algo han servido estas vacaciones es para que de una vez por todas el HH212 se dé por enterado y ponga remedio a la situación nada más volver a casa, que la cosa no es tan complicada, hombre.

Así que, ya de vuelta en casa y finalizadas - tristemente - las vacaciones, acudimos a la farmacia del portal de al lado y asistimos de nuevo a esta otra conversación:

- Buenos días, farmacéutica titular de la farmacia del portal de al lado de casa (FcaTFPLC).
- Buenos días, vecino morenito de la muerte recién llegado de la playa (VMitoMRLLP), ¿qué desea?
- Verá, yo venía buscando algún producto de esos que anuncian tanto en la tele para... dejar de roncar.
- ¡Hombre! ¡Por fin da la cara! ¿Así que era usted?
- ¡No me diga que desde aquí también se me oye?
- ¿Que si se le oye? No sabe usted las noches de guardia que me ha dado, sin pegar ojo.
- ¡Oiga, pero si se está de guardia se está de guardia, ¿Cómo que sin pegar ojo?
- Hombre, una cabezadilla la da cualquiera... ¡Si no se tiene a un tipo encima roncando toda la nochecita, claro!
- ¿Y no será – ya me estoy mosqueando yo - que me tienen montada entre todos una red de escuchas, como al PP?
- Que no, que no, que le aseguro yo a usted que hay noches que parece que una está en plena selva, del griterío salvaje que se forma. Es más, verá que ya le tenía yo preparado, esperando precisamente a que diera usted la cara, este novedoso producto que, sin duda, ya habrá visto usted anunciado por televisión.
- ¿Y de qué se trata?
- ¡Pues de qué se va a tratar! ¡De que deje usted de roncar de una santa vez!
- No mujer, me refiero a que de qué producto se trata.
- Ah, del revolucionario spray “Por-qué-no-te-callas”, disponible ahora en sus dos versiones, la “normal-ita”, recomendable para roncadores sin demasiadas pretensiones, y luego está la “equis-equis-ele”, para los grandes roncadores de toda la vida, ya sabe.
- Ah, muy bien, pues yo creo que de momento, y para probar, con la “normal-ita” me apaño.
- ¿Cómo? ¡De eso nada, monada! Usted se lleva la “equis-equis-ele” como yo me llamo FcaTFPLC.
- Bueeeeeno, vaaaaaale. ¿Y en qué se diferencia, la una de la otra?
- Pues en que mientras que la primera actúa únicamente sobre la garganta del sujeto roncante, la segunda lo hace sobre garganta y nariz, no dejando así escapatoria posible, toma ya, al dichoso ronquido.
- ¿Y cómo debe aplicarse pues?
- Abra usted la cajita.
- La abro.
- Verá que consta de un spray nasal y de un aerosol bucal.
- Lo veo, sí.
- Bien, pues lo primero que tiene que hacer es agitarlos antes de usarlos.
- Los ag-i-i-i-i-i-i-i- ito.
- ¡Pero ahora no, alma de Dios!, ¡cuando se vaya a ir a dormir!
- Huy, perdón. Espero que no hayan perdido sus propiedades.
- No lo creo, no. Pues lo siguiente es abrir – ahora no, insisto, cuando se vaya a dormir – el spray nasal y aplicárselo en los orificios.
- ¿En todos?
- No hombre no. Sólo en los nasales.
- Ah.
- Posteriormente se aplica el aerosol bucal en la boca, valga la redundancia, y listos. ¡A dormir!
- ¿Ya? ¿Tan prontito? Pero si mañana no tengo que madrugar...
- No hombre, sólo le estoy poniendo en situación.
- Oiga, y esto no tendrá ningún efecto secundario
- Que se sepa no. Ya le digo que es nuevo. Lo que sí tiene es que si no queda satisfecho le devolvemos su dinero.
- Ah, pues eso está muy requetebien. Y más teniendo en cuenta la subida fiscal en ciernes anunciada por Salgado.
- Querrá usted decir en jueves, hoy es jueves.
- No; he dicho "ciernes", no "viernes".
- Ah, disculpe. Ea, pues no se hable más. Son cincuenta y cuatro euros del ala.
- ¡Hala!
- Que no, que es sin hache.
- Quiero decir jopé.
- Ah, entonces sí es con hache.
- Venga, pues me lo llevo y ya le cuento cuando lo pruebe.
- Aquí estamos, a su disposición, querido VMitoMRLLP.

Pues lo dicho, que ya os contaré cuando lo pruebe.