Señora:
Le remito la presente desde este tan modesto como honrado blog tras haber tenido acceso a las declaraciones que ha realizado Su Majestad a la periodista Pilar Urbano, y que han sido recogidas en el día de hoy por el diario El País, como anticipo del libro de próxima aparición, La Reina muy de cerca, especialmente en lo que respecta a su opinión acerca de las reivindicaciones y derechos de los homosexuales, ya sabe a qué me refiero.
No, no he decidido dirigirme a Su Majestad porque el asunto me afecte personal y directamente, no es el caso. Soy o me siento, hasta la fecha, heterosexual, lo cual no quiere decir, claro, que mañana lo vaya a seguir siendo (por eso aclaro que hasta la fecha) y además es que tampoco tengo claro si lo de la condición sexual de cada cual es un estado o más bien un sentimiento y si, por tanto, debo utilizar el verbo “ser” o mejor el verbo “sentir”. Pero en fin, ése es otro debate.
Además, tampoco tengo intención de recurrir a la manida frasecita tan políticamente correcta de “tengo muchos amigos homosexuales”, porque la verdad es que no los tengo, al menos si se entiende por amigos quienes conforman ni verdadero círculo íntimo, incluida mi familia, y que no vienen a ser más de 20 ó 25 personas, que da la casualidad que nInguna de ellas, no por ninguna razón en especial, sino más bien por cosas del azar o de las estadísticas y probabilidades, es homosexual.
Bien, pues una vez dicho esto, procedo a hacerle a Su Majestad partícipe de mi disgusto y disconformidad para con sus declaraciones, no ya por lo que suponen sus ideas en sí, que no es que me hayan sorprendido en particular, sino más bien porque las haya hecho públicas a estas alturas del partido, teniendo en cuenta la discreción y el saber estar que siempre han caracterizado a Su Majestad, y considerando sobre todo quién es Usted – le recuerdo -, la Reina de España.
E insisto en que no me ha sorprendido el contenido de las declaraciones, porque entiendo que un elevado porcentaje de personas de su perfil (el perfil que a Su Majestad le correspondería si le quitásemos la Corona, es decir, el de señora de 70 años, de posición y familia acomodadas y de educación tradicional y digo yo que más bien conservadora) piensa en este país de la misma o parecida forma que usted, no nos engañemos. Pero, claro, esas personas no son reinas de todos los españoles, y Su Majestad en cambio sí que lo es.
No. Tampoco me preocupa que haya sido una alta personalidad del Estado la que haya opinado así. Es más, considero que está muy bien que políticos y otras personalidades de la vida pública den a conocer su lado humano a la ciudadanía. Pero claro, si Zapatero, Rajoy o cualquier otro político de los que tiene ficha y juegan sus bazas en el tablero del sistema democrático de éste o cualquiera otro país – mire si no lo que ponen ahora en juego Obama y McCain a la menor declaración - dijeran lo que usted ha dicho, ello tendría una repercusión que acabaría traduciéndose en votos, lo cual les haría pensárselo dos veces antes, como así ocurre. Pero Su Majestad no, Su Majestad puede decir lo que quiera que nadie por eso va a darle o retirarle su voto, y aunque su opinión y forma de pensar no vayan a tener consecuencias directas en la manera de gobernar (ya que usted, para bien o para mal, no tiene responsabilidades de Gobierno), sí que van a tener una alta y significativa repercusión en la opinión pública, como ya la están teniendo, y prueba de ello es que sus declaraciones han caído como una bomba en el colectivo de homosexuales. Normal. ¿Qué esperaba?
Entiendo que es muy posible que el colectivo al que hace usted referencia se sienta tan orgulloso de su condición de homosexual como usted de la suya de heterosexual, pero la diferencia está en que mientras que para Usted no resulta ni importante ni trascendente sacar a la calle su orgullo, para los homosexuales sí que lo es, porque bastante les ha costado llegar a dónde han conseguido llegar, y desgraciadamente todavía les queda mucho camino por recorrer en su lucha particular en contra de la homofobia que todavía se respira en este y otros muchos lugares. Por eso salen y deberían seguir saliendo – como Usted dice - en manifestaciones.
Vera, ahora que lo pienso, antes he dicho que era un tema que no me afectaba directa y personalmente, pero a lo mejor lo cierto es que sí me afecta o me puede afectar de tal manera. No ya por lo que decía antes de que no sé qué ocurrirá mañana, sino porque yo tengo dos hijas que todavía son pequeñas y en las que aún no se ha manifestado del todo y definido con claridad su condición sexual. Y a mi me gustaría que si ellas optan por una condición distinta a la mía y a medida que van creciendo se sienten sexualmente atraídas por personas de su mismo sexo, lo puedan hacer con total libertad y sin que ello les suponga ningún tipo de trauma ni rechazo alguno por parte de su entorno. Y qué leches, que sean felices. También por ello están luchando hoy los homosexuales cada vez que salen a la calle, y todos deberíamos agradecérselo.
Quisiera por último hacer mención a lo que Usted dice acerca de la utilización del término “matrimonio” referido a las uniones entre parejas del mismo sexo, termino que parece que no le gusta ni un poquito a Su Majestad. A mí, qué quiere que le diga, el argumento lingüístico tantas veces señalado para rechazar la utilización del dichoso término me parece una soberana estupidez, con todos mis respetos hacia la Soberana (no la estupidez, sino la Reina). Cada vez que lo oigo me queda la sensación de que más bien se recurre a ello para maquillar otro tipo de argumentaciones que quien lo hace no se atreve asumir públicamente.
Vamos a ver: ¿no se emplea ahora el término “navegar” referido a introducirse en Internet a pesar de que hace unos pocos años “navegar” significaba sólo desplazarse en un vehículo o en un barco, cuando todavía no existía este otro invento de la red de redes? Pues lo mismo puede suceder con otros términos, que se adapten a nuevas realidades.
Y es que, permítame que se lo diga, Majestad, el lenguaje sabe adaptarse a la realidad mucho más rápido que las personas. Por eso a mí me gusta tanto.
Y sin otro particular, aprovecho la ocasión para trasladarle mi más sincera felicitación por su 70º cumpleaños, que tengo entendido que Su Majestad celebra el próximo domingo, si Dios quiere.
Atentamente,
Estilografic Punto Blog
Le remito la presente desde este tan modesto como honrado blog tras haber tenido acceso a las declaraciones que ha realizado Su Majestad a la periodista Pilar Urbano, y que han sido recogidas en el día de hoy por el diario El País, como anticipo del libro de próxima aparición, La Reina muy de cerca, especialmente en lo que respecta a su opinión acerca de las reivindicaciones y derechos de los homosexuales, ya sabe a qué me refiero.
No, no he decidido dirigirme a Su Majestad porque el asunto me afecte personal y directamente, no es el caso. Soy o me siento, hasta la fecha, heterosexual, lo cual no quiere decir, claro, que mañana lo vaya a seguir siendo (por eso aclaro que hasta la fecha) y además es que tampoco tengo claro si lo de la condición sexual de cada cual es un estado o más bien un sentimiento y si, por tanto, debo utilizar el verbo “ser” o mejor el verbo “sentir”. Pero en fin, ése es otro debate.
Además, tampoco tengo intención de recurrir a la manida frasecita tan políticamente correcta de “tengo muchos amigos homosexuales”, porque la verdad es que no los tengo, al menos si se entiende por amigos quienes conforman ni verdadero círculo íntimo, incluida mi familia, y que no vienen a ser más de 20 ó 25 personas, que da la casualidad que nInguna de ellas, no por ninguna razón en especial, sino más bien por cosas del azar o de las estadísticas y probabilidades, es homosexual.
Bien, pues una vez dicho esto, procedo a hacerle a Su Majestad partícipe de mi disgusto y disconformidad para con sus declaraciones, no ya por lo que suponen sus ideas en sí, que no es que me hayan sorprendido en particular, sino más bien porque las haya hecho públicas a estas alturas del partido, teniendo en cuenta la discreción y el saber estar que siempre han caracterizado a Su Majestad, y considerando sobre todo quién es Usted – le recuerdo -, la Reina de España.
E insisto en que no me ha sorprendido el contenido de las declaraciones, porque entiendo que un elevado porcentaje de personas de su perfil (el perfil que a Su Majestad le correspondería si le quitásemos la Corona, es decir, el de señora de 70 años, de posición y familia acomodadas y de educación tradicional y digo yo que más bien conservadora) piensa en este país de la misma o parecida forma que usted, no nos engañemos. Pero, claro, esas personas no son reinas de todos los españoles, y Su Majestad en cambio sí que lo es.
No. Tampoco me preocupa que haya sido una alta personalidad del Estado la que haya opinado así. Es más, considero que está muy bien que políticos y otras personalidades de la vida pública den a conocer su lado humano a la ciudadanía. Pero claro, si Zapatero, Rajoy o cualquier otro político de los que tiene ficha y juegan sus bazas en el tablero del sistema democrático de éste o cualquiera otro país – mire si no lo que ponen ahora en juego Obama y McCain a la menor declaración - dijeran lo que usted ha dicho, ello tendría una repercusión que acabaría traduciéndose en votos, lo cual les haría pensárselo dos veces antes, como así ocurre. Pero Su Majestad no, Su Majestad puede decir lo que quiera que nadie por eso va a darle o retirarle su voto, y aunque su opinión y forma de pensar no vayan a tener consecuencias directas en la manera de gobernar (ya que usted, para bien o para mal, no tiene responsabilidades de Gobierno), sí que van a tener una alta y significativa repercusión en la opinión pública, como ya la están teniendo, y prueba de ello es que sus declaraciones han caído como una bomba en el colectivo de homosexuales. Normal. ¿Qué esperaba?
Entiendo que es muy posible que el colectivo al que hace usted referencia se sienta tan orgulloso de su condición de homosexual como usted de la suya de heterosexual, pero la diferencia está en que mientras que para Usted no resulta ni importante ni trascendente sacar a la calle su orgullo, para los homosexuales sí que lo es, porque bastante les ha costado llegar a dónde han conseguido llegar, y desgraciadamente todavía les queda mucho camino por recorrer en su lucha particular en contra de la homofobia que todavía se respira en este y otros muchos lugares. Por eso salen y deberían seguir saliendo – como Usted dice - en manifestaciones.
Vera, ahora que lo pienso, antes he dicho que era un tema que no me afectaba directa y personalmente, pero a lo mejor lo cierto es que sí me afecta o me puede afectar de tal manera. No ya por lo que decía antes de que no sé qué ocurrirá mañana, sino porque yo tengo dos hijas que todavía son pequeñas y en las que aún no se ha manifestado del todo y definido con claridad su condición sexual. Y a mi me gustaría que si ellas optan por una condición distinta a la mía y a medida que van creciendo se sienten sexualmente atraídas por personas de su mismo sexo, lo puedan hacer con total libertad y sin que ello les suponga ningún tipo de trauma ni rechazo alguno por parte de su entorno. Y qué leches, que sean felices. También por ello están luchando hoy los homosexuales cada vez que salen a la calle, y todos deberíamos agradecérselo.
Quisiera por último hacer mención a lo que Usted dice acerca de la utilización del término “matrimonio” referido a las uniones entre parejas del mismo sexo, termino que parece que no le gusta ni un poquito a Su Majestad. A mí, qué quiere que le diga, el argumento lingüístico tantas veces señalado para rechazar la utilización del dichoso término me parece una soberana estupidez, con todos mis respetos hacia la Soberana (no la estupidez, sino la Reina). Cada vez que lo oigo me queda la sensación de que más bien se recurre a ello para maquillar otro tipo de argumentaciones que quien lo hace no se atreve asumir públicamente.
Vamos a ver: ¿no se emplea ahora el término “navegar” referido a introducirse en Internet a pesar de que hace unos pocos años “navegar” significaba sólo desplazarse en un vehículo o en un barco, cuando todavía no existía este otro invento de la red de redes? Pues lo mismo puede suceder con otros términos, que se adapten a nuevas realidades.
Y es que, permítame que se lo diga, Majestad, el lenguaje sabe adaptarse a la realidad mucho más rápido que las personas. Por eso a mí me gusta tanto.
Y sin otro particular, aprovecho la ocasión para trasladarle mi más sincera felicitación por su 70º cumpleaños, que tengo entendido que Su Majestad celebra el próximo domingo, si Dios quiere.
Atentamente,
Estilografic Punto Blog
NOTA: Sepan los interesados que un tal Mariano Zurdo también le escribe una interesantísima carta al hijo de la susodicha, un tal Felipe. Al final entre todos la vamos a liar con tanta correspondencia Real, ya lo verás, y luego a ver quién es el valiente que se atreve a escribirle la carta a los Reyes Magos, que ya están llegando, ya.