- ¡Caballero...! - si es que tal título vos merecierais-, desenvainad de una vez por todas vuestra reticente espada, cuyo metal tantas y tantas veces deslustrado ha sido con inocente sangre, y prepárese vuesa merced para ser blanco de toda la ira de mi refulgente e iracundo acero, forjado, ¡vive Dios!, con la materia más pura que en todo el orbe encontrarse pudiere.
- ¡No entender!
- ¿Cómo? ¿Masculláis, ¡voto a bríos!, entre dientes frases ininteligibles tal y como viene a ser costumbre y mala usanza entre los de vuestra calaña? Que sepa vuesa merced que téngome por afrentado y que no desfalleceré en mi acometida hasta ver cómo su pecadora alma abandona tal tembloroso cuerpo. ¿Entendéis lo que tal amenaza significa?
- ¡No sepo!
- ¿Qué sepo ni qué sepo? Ni siquiera conjugar sabéis a derechas el verbo de la sapiencia infinita? ¿Infligís oprobio tal al ilustre tratado de la doctrina gramatical? Obligado me veo, ahora sí que sí, a desfacer tal entuerto perpetrado por individuo de tan baja ralea, a fuer de reparar el daño causado así como el honor mancillado. ¡Arrodíllate, bribón!
- ¡Ay!
- Ah, eso de “ay” sí que lo mentáis bien, ¿eh nenaza?
- ¡Ay, ay, ay...!
- Y en llegando a tales circunstancias, una vez entregado y desarmado el bárbaro enemigo tras encarnizada batalla, otorgo testimonio fehaciente de que encuéntrase su terrenal cuerpo, el del bárbaro, atrapado, sin aliento y ahíto, en el insignificante y baladí espacio que media entre el extremo de mi brillante acero, otrora ceñido y ahora blandido en busca de su rendición, y la humedecida superficie lateral que delimita la estancia que nos acoge, testigo ésta de su irrisoria y casi nula defensa. Hete aquí la clave de mi raciocinio. ¿Queda claro, bellaco?
- ¿Eeeeehh?
- Proceded pues, oh desarmado caballero, a rendiros ante mi ilustre presencia, reconociendo en su justo término que no tenéis escapatoria, y que sea cual fuere vuestra determinación, lo que quiera que digáis o hagáis sólo os conducirá al irremediable y triste final que dé con vuestra alma en los cielos, si el Creador así lo quisiere, o en los mismísimos infiernos de Belcebú, lo cual vendría, según mi parecer, a ser lo más justo y necesario. ¿Qué decís, pues?
- ¡Socorrooooooo!
- ¡No entender!
- ¿Cómo? ¿Masculláis, ¡voto a bríos!, entre dientes frases ininteligibles tal y como viene a ser costumbre y mala usanza entre los de vuestra calaña? Que sepa vuesa merced que téngome por afrentado y que no desfalleceré en mi acometida hasta ver cómo su pecadora alma abandona tal tembloroso cuerpo. ¿Entendéis lo que tal amenaza significa?
- ¡No sepo!
- ¿Qué sepo ni qué sepo? Ni siquiera conjugar sabéis a derechas el verbo de la sapiencia infinita? ¿Infligís oprobio tal al ilustre tratado de la doctrina gramatical? Obligado me veo, ahora sí que sí, a desfacer tal entuerto perpetrado por individuo de tan baja ralea, a fuer de reparar el daño causado así como el honor mancillado. ¡Arrodíllate, bribón!
- ¡Ay!
- Ah, eso de “ay” sí que lo mentáis bien, ¿eh nenaza?
- ¡Ay, ay, ay...!
- Y en llegando a tales circunstancias, una vez entregado y desarmado el bárbaro enemigo tras encarnizada batalla, otorgo testimonio fehaciente de que encuéntrase su terrenal cuerpo, el del bárbaro, atrapado, sin aliento y ahíto, en el insignificante y baladí espacio que media entre el extremo de mi brillante acero, otrora ceñido y ahora blandido en busca de su rendición, y la humedecida superficie lateral que delimita la estancia que nos acoge, testigo ésta de su irrisoria y casi nula defensa. Hete aquí la clave de mi raciocinio. ¿Queda claro, bellaco?
- ¿Eeeeehh?
- Proceded pues, oh desarmado caballero, a rendiros ante mi ilustre presencia, reconociendo en su justo término que no tenéis escapatoria, y que sea cual fuere vuestra determinación, lo que quiera que digáis o hagáis sólo os conducirá al irremediable y triste final que dé con vuestra alma en los cielos, si el Creador así lo quisiere, o en los mismísimos infiernos de Belcebú, lo cual vendría, según mi parecer, a ser lo más justo y necesario. ¿Qué decís, pues?
- ¡Socorrooooooo!
Y en esas disquisiciones hallábamonos, mancebo y servidor, cuando sucédense de improviso las intervenciones de los ilustres lectores de éste mi blog, a modo de comentarios:
Anónimo dijo...
¡Detente, Estilografic! ¿Se puede saber qué estas haciendo con este buen hombre? ¿No ves que es extranjero y no entiende ni papa de español, y lo tienes al pobre asustadito con tus rimbombantes amenazas? ¿Acaso has perdido el juicio?
Estilografic.blog dijo...
Joder, y permítaseme la malsonante expresión, es que no sabe usted, mi querido lector anónimo, la de vueltas y más vueltas que tiene que dar uno para explicarle a un estudiante extranjero qué narices significa en español eso de estar “entre la espada y la pared”.
Pues eso, que en definitiva quería contar a mis lectores, si es que a estas alturas me queda alguno, que mi prolongada ausencia se debe, entre otras cosas, a la actividad que he retomado en las escasas horas libres que me quedaban, y que no es otra que la de la enseñanza de español para extranjeros, que ya practiqué tiempo ha y que tenía relativamente olvidada. Y ahora, si me lo permitís, continúo con mi clase....
- ¡Encomendaos a Dios, malandrín!
- ¡Agggggggg!
10 comentarios:
Pero tú, ¿ dónde aprendiste filología, en la ESMA? Pobres muchachos, y ninguno de ellos ha lesionado a Cristiano Ronaldo.
¡ Viva Taiwán ( o cómo se diga) libre!
Siempre me gustó la de...
Vive Dios, que entro en cólera...!!!
¡Yo también quierooo!
Aprender castellano contigo, digo. ¡Jo, qué guay!
:)
¿Y qué nacionalidades tienes en clase (si se puede saber)?
¿Qué te ha pasado en la boca, malandrín?
Ostras te imaginas las risas que se echan contigo?
Besicos
Estili, es que me parto contigo, dada tu natural inclinación a la chanza culterana, no estoy yo muy seguro de que tus alumnos no estén aprendiendo el castellano del siglo áureo, y que cuando salgan a la calle interpelen a los transeuntes con un "Pardiez" o algo aún más refinado en la visión "cojuela" de un "Falstaf" que ofrece lengua en lugar de inmortalidad, pero que como este, en realidad ofrece un dulce engañoso, este es un don de lenguas no adecuado al mundo en que se van a conducir dichos pupilos. Si alguna vez me cruzo a un extranjero que me rete en el campo del honor por haberle mirado aviesamente...¡ESTARÉ SEGURO DE HAYARME ANTE UN ALUMNO DE LA ESCUELA ESTILOGRAFICA!
Jove: el domingo hablamos de Cristiano, ya sea en cristiano o en román paladino, en el cual suele el pueblo fablar a su vecino.
Futuro bloguero: si es que los clásicos siempre fueron los clásicos. Y no me refiero al Madrid-Barça del domingo, no.
Irre: pues vente a mi próxima clase corre que te corre y les explicamos, si quieres, qué significa ser "culo de mal asiento".
Ah, y son taiwaneses del mismo Taiwán, de ahí el "viva" de Jove, que ya sabía algo, el muy bribón.
Náufrago: pos que me se traba la luengua, básicamente.
Belén: pues mucha cara de estarse divirtiendo no es que tuviera, el mancebo.
Joako: éste otra cosa no, pero al menos ya ha aprendido a decir "socorrooo".
¿En serio son de Taiwan?
:D
¿Y aprendes tú algo de chino? ¿O te hablan en inglés?
A mí sólo tienes que pedírmelo y acudo rauda y veloz a explicarles lo del culo de mal asiento.
¡jajaja!
Yo como Irre, pido aquí y a gritos asistir a tus clases de "Castellano para españolitos", que vienen nos vendría, hombrepordios...
Lo que yo me pregunto es como votando tanta gente a Bríos por aquellas épocas, el pobre Bríos nunca salió elegido, grrrr
Jajajajajaja, cómo mola Estili.... desde luego que depende de dónde sean deben estar flipados... Porque si son chinos bueno, pero si son suramericanos .. jajajaja, que bueno. Debes un profesor genial.
Podías hacer una etiqueta de tu faceta de profesor :)
Al fin te leo, jo :)
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