viernes, agosto 31, 2007

Transparencia informativa u ocultamiento

Yo lo de los colegios es que no lo acabo de entender. A veces mandan deberes que más que para los niños resultan ser para los papás, te lo juro. Y luego es que te complican la vida de una forma...

Me llega mi hija un día al final del curso y me dice:

- Papi, me tienes que ayudar este verano.
- ¿A qué, hija?, le contesto yo solícito.
- A hacer unos deberes que me han puesto.
- ¿Y de qué se trata?
- Bah, poca cosa, que me consigas un mapamundi en el que tengo que pintar unas tonterías de nada.

¿Poca cosa? Pues lo del mapita al final ha traído cola, puesto que con las vacaciones tan ajetreadas que hemos tenido (ver post postvacacionales, valga la redundancia, 1, 2 y 3) yo del mapamundi es que ni acordarme, hasta que el otro día, ya en casa, va mi hija y me lo recuerda:

- ¡Papá, el mapamundi!
- ¡Jopelines! – no iba a decir otra cosa más gorda, delante de mi hija, como estaba - Pues en casa no tenemos, que el último lo pintarrajeamos todo marcando los países que van ganando Eurovisión, cosas del abuelo, ya sabes.
- Pues habrá que comprar uno, ¿no?
- Es que a finales de agosto no hay manera de encontrar una papelería abierta, me temo.
- ¿Y qué podemos hacer? – me dice con cara de desesperación, la criatura.

Y yo, que soy uno de esos padres a los que les gusta impresionar a los hijos para que acaben confiando en uno en los momentos difíciles, voy y le suelto: "no te preocupes, hija, que yo resuelvo el desaguisado en un santiamén".

En cosa de segundos, por mi cabeza pasaron las tres opciones posibles, que es que no hay más:
1.- Dejar que El Corte Inglés me la clave y me cobren 100 euros por un puñetero mapa.
2.- Plantarme el traje de Supercoco y tirar de poderes sobrenaturales.
3.- Buscar mi carné de investigador de la Biblioteca Nacional y ver qué encuentro allí.

Opté por la opción 3 y allá que me fui, a la Biblioteca Nacional, con dos cojones, donde tuve la suerte de encontrar unos mapamundis de un tal Ptolomeo que me parecieron adecuados para el trabajo de mi hija. Cogilos, los mapas, y me fui hacia la fotocopiadora pensando en hacer una reproducción exacta de los documentos para sorprender con ellos a mi desesperada pequeña. Pero hete aquí que, claro, a finales de agosto, con la canícula y eso, la fotocopiadora estaba “fuera de servicio”, así que el asunto se me complicaba sobremanera.

Debió ser mi propia desesperación la que me trajo a la cabeza la campaña esa contra el fuego que sale por televisión, así que enrollé los documentos bajo el brazo y al grito de “total, por unos mapamundis...” salí pitando de allí con dirección a la puerta principal, la del Paseo de Recoletos. Y en subiendo al ascensor, voy y me topo con ella, de cara:

- Buenos días, señora Rosa Regás, directora de la Biblioteca Nacional- saludo yo tragando saliva.
- Buenos días, señor usuario, de la Biblioteca Nacional, también- saluda ella sin tragar saliva.
Nos metemos ambos dos al ascensor y, tratando de romper el hielo, abro la conversación:
- Hay que ver cómo está la prensa últimamente, que no para de morirse gente – digo yo sin intención de hacer el pareado.
- Yo es que no leo la prensa, no me gustan los periódicos – dice ella, pelín seca.
- Es verdad – digo yo volviendo a tragar saliva – que se lo leí en una entrevista hace poco.
- Qué... – me interroga ella dirigiendo sus cejas hacia los mapamundis- ¿investigando?
- Bueno – contesto yo poniendo cara de a-mi-que-me registren -, en realidad estoy echándole una mano a mi hija con los deberes, un trabajillo para la asignatura de Geografía, ya sabe...

Para mí que ahí fue donde la cagué, en lo de la asignatura, que tenía que haber dicho que era para Educación para la Ciudadanía, y santas pascuas.

Estilografic.art

jueves, agosto 23, 2007

Doble llamada

Riiiiing, riiiiing.
- ¿Diga?
- ¿Estilografic?
- El mismo que viste y calza un 44, ¿quién llama?
- Esperanza
- ¿Qué esperanza?
- Tu presidenta.
- ¿Esperanza Aguirre Gil de Biedma?
- La misma.
- ¡Cagoenlaleche! ¿Y a que se debe tanto honor?
- Te llamo por lo de las niñas.
- ¡No me asuste!, ¿qué han hecho las criaturas?, ¡si son unas santas! No me diga más, es porque no les gusta Telemadrid, ¿verdad? ¿Sabe qué pasa?, es el Dragó, que le tienen miedo, con ese nombrecito...
- No, no, si es por lo de las becas, las de los libros de texto para el próximo curso.
- Ah, qué alivio, si es que no ganamos para sustos, los padres. Qué pasa, que no he rellenado bien la solicitud, ¿no?
- Que va , que va, está todo perfecto. Que digo que te las he concedido.
- Alegría me da usted, Gil de Biedma. ¿Y cuánto es lo que me dan?
- Bueno, una ayudita no más..., doscientos euros, casi.
- No es que sea para tirar cohetes, pero hombre, no está mal. Pues muchas gracias, doña Esperanza Aguirre Gil de Biedma.
- No, no me des las gracias, estilografic, ya sabes que estamos para servir al ciudadano.
- Bueno, pues entonces casi que cuelgo, que tengo a las niñas en la ducha y no me fío. Me le da recuerdos a Mariano.
- ¿Qué Mariano?, ¿el de La tinta azul de la memoria?
- No, coño, a Rajoy.
- Ah, vale, de tu parte.
- Pues nada, que cuelgo entonces.
- Espera, espera, una cosita...
- Soy todo oídos, Esperanza Aguirre Gil de Biedma.
- Que digo que no te olvides de lo de las becas. Cuando vayas a votar, me refiero.
- No se preocupe, lo tendré en mente. No pierda usted la esperanza, si me permite el chiste fácil, je, je. Adiós con el corazón, que con el alma no puedo, Esperanza Aguirre Gil de Biedma.

***

Riiiiing, riiiiing.
- Diiiiiga...
- ¿Estilografic?
- Al habla me tiene, ¿quién llama ahora?
- Soy Alberto.
- No me diga más, ¿Alberto Ruiz Gallardón?
- Llámame alcalde, TU alcalde.
- Pues usted me dirá, alcalde, o mejor, MI alcalde.
- Te llamo por lo de la multa.
- Me lo temía, MI alcalde. O mejor vamos a dejarlo en alcalde a secas, visto lo visto.
- No te irrites, hombre. Ya sabes que no se puede parar en el carril bus.
- Pero sí sólo fueron cinco segundos; lo justo para bajarse del coche, mi mujer.
- Ya, ya, pero es que no se puede. No me queda más remedio, y mira que me sabe mal, que soy TU alcalde.
- Y cuánto es lo que le debo?
- Trescientas castañas.
- ¡Jo-pe-ta!
- Ya sabes lo de las obras, que hay que ir pagándolas, poco a poco.
- Bueno, pues nada, mañana mismo se lo ingreso, qué se le va a hacer.
- Así me gusta, estilografic, todo un ejemplo de ciudadanía el tuyo.
- Venga, pues le da usted recuerdos a Mariano.
- ¿Al de La tinta...?
- Otro con la tinta. Que no, que no, que digo a Rajoy.
- Ah, vale, de tu parte.
- Pues si no desea otra cosa casi que cuelgo entonces, que tengo a las niñas en el baño y me están poniendo todo perdido de Nivea Body Milk...
- Bueno sí, una cosita.... Que lo olvides, lo de la multa digo, cuando vayas a votar.
- Descuide, descuide, sin todavía haberla pagado, ya casi se me ha olvidado, si me permite la rima fácil.
- Gracias, ciudadano, de parte de tu alcalde, Alberto Ruiz Gallardón.
- Si quiere le hago otra rima, con lo de “Gallardón”.
- ¿Cómo dices?
- Nada , nada, que me quedo sin Nivea. Al despedirme de ti, al despedirme me muero, Alberto Ruiz Gallardón.

***

O sea, que doscientos que me da una menos trescientos que me quita el otro, al final salgo perdiendo cien, sin contar con lo que me cuesta la Nivea. A esto lo llamo yo trabajar en equipo. ¿Quién había dicho que estos dos se llevaban mal? Qué tíos.

Estilografic.art

Furor

En mi primer post sobre las vacaciones perteneciente a la serie que ahora termino - lo prometo - hice un breve referencia a lo de FUROR, el concursito. Está bien, ahora me voy a extender.

Ya sabéis que en los hoteles siempre hay un grupillo de animadores, graciosillos ellos, que para eso les pagan, que se dedican pues a eso, a animar. Cosa que yo tampoco entiendo bien, porque se supone que cuando uno está de vacaciones lo que está es precisamente así, animado, y cuando uno necesita realmente que lo animen es cuando no tiene vacaciones. Pero bueno, el caso es que en el hotel donde nos alojamos lo hay, el grupillo de animadores, y la verdad es que son salaos los muchachos, unos más y otros menos.

Las actividades que realizan durante el día consisten básicamente en tener entretenidos a niños y ancianos para que los huéspedes de “edad media” – que no es que vayan todo el día vestidos como el Cid Campeador y paguen la cuenta con maravedís, no, sino que me refiero a que ni sufren de la próstata en exceso ni toman papilla multifruta en biberón antes de irse a la piltra - puedan relajarse a sus anchas, es decir, tocarse la perola entre desayuno y cena.

Por la noche es cuando realizan más actividades dirigidas a los del "medioevo", y claro, piden la colaboración de los padres más “enrollados”, ya sabéis, los que tienen un blog, suelen ser: "a ver, a ver, algunos padres enrrolladetes, de esos modernos, que vayan saliendo a concursar, que vamos a hacer FUROR, como en la tele".

Entonces es cuando, como hacíamos en el cole cuando tocaba preguntar la lección, todos los "padres enrrolladetes de esos modernos", que dice el animador, miramos al suelo como quien no quiere la cosa, no vaya a ser que nuestras miradas se crucen con las del tipo que intenta reclutar voluntarios forzosos y ¡zas! nos enganche de la manga para salir a hacer esas cosas que sólo somos capaces de hacer en bermudas y en pleno mes de agosto en un hotel de la costa española.

Y a continuación añade, el tío: "venga, venga, los que tenéis un blog y estáis todo el día “exhibiendo” en internet vuestras miserias, si en el fondo os encanta, venga, salid y demostrad lo que valéis".

Mira tú por dónde que ese día me había puesto yo la camiseta esa que tengo fabricada por uno mismo (do it yourself, que se dice, creo), en la que me hago publicidad del blog, una azul con letras blancas en la que pone bien grande "ESTILOGRAFIC.BLOG", que más oportuno es que no puede ser uno, y claro, ya sí que no había forma de escapar.

Antes de seguir, y para quien no lo sepa, que los habrá, explicaré brevemente la dinámica del concurso, que es que no me veis nada la tele salvo los documentales de la 2, culturetas, que sois unos culturetas. Se trata de una combinación entre cantar y hacer el chorra, poniendo, por lo general, más énfasis en lo segundo que en lo primero, con la particularidad de que se enfrenta un equipo de chicos a un equipo de chicas. Y aunque los primeros hacen siempre más el chorra, que es de lo que se trata, entiendo yo, no sé por qué pero siempre ganan las segundas.

Pues nada, que ante las risitas de familiares y conocidos allí que me fui, a engrosar la nómina del equipo de los chicos, en el que, la verdad sea dicha y pese a mi escasa convicción de entrada, resulté ser el "hombre fuerte", que viene a ser lo mismo que decir que era el único que se sabían todas las canciones. Que había que tararear la música de una serie española infantil de televisión, allí iba yo entonando la sintonía de Verano Azul; que se trataba de una serie de televisión de los 80, iba yo otra vez con Chanquete y compañía; que me decían que no, que no vale repetir, pues me atrevía con Curro Jiménez, que no sé si era de los ochenta, pero por el tamaño de las patillas de los actores por ahí debía de andar. ¡Ah, no, calla!, que es que eran bandoleros.

Pese a todo, al final, como siempre, ganaron las chicas, porque mira que habré visto yo poca tele, que creo que el último programa que llegué a ver completo fue uno del Un, dos, tres en el que los concursantes se llevaban un apartamento en Torrevieja, que las llaves estaban escondidas en la Ruperta, me acuerdo. Pero para mi que los que iban conmigo no sabían ni quién era Mayra Gómez Kemp.

Como para contar con ellos para levantar las audiencias de tus series, querida y admirada Anita Obregón.

P.D: Observará el atento lector que no hay imagen para ilustrar este post. Ello se debe sencillamente a que no había cámaras en la sala, que fue la condición que puse sobre la mesa para acceder a participar como voluntario en el concurso. Faltaría más. hombre, para que luego se entere todo el mundo y me convierta en el hazmereir de la blogosfera, no te jode.

miércoles, agosto 22, 2007

Castillos hinchables, cubatas, lentejas y fútbol-playa

Con un pie en el Castillo-Hinchable-para-que-Salten-los-Niños (CHSN) me había quedado ayer, así que introduciendo el otro pie en el mullido artilugio neumático comienzo la crónica de hoy, dando saltos y más saltos con la dificultad de controlar el cuerpo serrano de uno que parecía haber dejado de pertenecerme. Así estuve un buen rato, tratando de ponerme de pie y dejándome subyugar por el espíritu infantil que habita en el fondo de mi ser, hasta que de repente, en una de esas volteretas incontroladas, sentí una sensación.. no sé como describirla... dura quizás... en la cabeza. Un hostión, con perdón.

"Vamos saliendo, que esto se deshincha”, me pareció oir que decía, cubata en mano, el VCHSN (Vigilante-del-Castillo-Hinchable-para-que-Salten-los-Niños, ver post anterior). Y vaya si se deshinchaba. Mira, en un abrir y cerrar de ojos aquella masa de plástico y aire comenzó a perder consistencia y ahora mis pies, cuando estaba boca arriba, ahora mi cabeza, cuando perdía la verticalidad, comenzaron a notar el frío y duro suelo sobre el que se elevaba el artilugio, de manera que mi frente pareció quedar clavada, pies para arriba, apareciendo como por arte de magia un prominente chichón que tuve que rebajar con el hielo del cubata, bien cargadito, por cierto, que a mi salud se estaba pimplando en ese preciso instante el VCHSN.

El incidente, gracias a las propiedades antiinflamatorias del HCVCHSN (Hielo-del-Cubata.del-Vigilante-del-Castillo-Hinchable-para-que-Salten-los-Niños), no tuvo grandes consecuencias, lo que me permitió repetir la experiencia al día siguiente, advirtiendo antes, eso sí, al VCHSN que variara el orden de actuación en el momento del cierre, esto es, que primero avisara de que había que ir saliendo y después, y sólo después, deshinchara el CHSN. Así lo hizo, a costa de otro par de rondas pagadas para la larga noche que se le avecinaba, al VCHSN.

Al tercer día decidí que no, que ya no iba a probar el CHSN, no por miedo a los chichones, sino más que nada debido a las molestias a consecuencia de una “elongación en el músculo abductor de la pierna derecha” - que diría el parte médico si lo hubiera - sufrida al realizar un estiramiento forzado de la extremidad susodicha durante la disputada final del vespertino campeonato de fútbol playa celebrada esa misma tarde. Es que no llegué a un balón tras un pase un pelín largo de un compañero.

Todo se debió en origen a que me vi obligado a alinearme como delantero rompedor cuando de sobra es conocida mi especialización bajo los tres palos, o más bien entre los dos conos, en este caso, que en la playa es que no hay ni postes ni larguero. Debo explicar que la variante de última hora en la alineación que al final provocó la inesperada lesión se decidió tras una conversación con un compañero de equipo en los instantes previos al saque inicial. El hombre me rogó encarecidamente le cediera el puesto de cancerbero alegando para el cambio la extrema proximidad en su caso entre la hora del almuerzo y la hora de inicio del partido. Que se había puesto morado el tío durante la comida y no le había dado tiempo a hacer la digestión, vamos.

Ante mi reticencia inicial, me lo dejó bien claro al final de la conversación: “hoy corre tú, tronco, que yo no puedo con mi alma”, me dijo, lanzándome su penetrante aliento impregnado del aroma del choricillo de las lentejas.

Perdimos 3 a 2. A la final, me refiero; del fútbol-playa, digo. Por culpa del chorizo; del de las lentejas, hablo.


Pie de foto rimado: no sin dificultad, Estilografic al fin recupera la verticalidad

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martes, agosto 21, 2007

Afrontar nuevos desafíos

Supongo que cuando uno vuelve feliz y risueño de unas largas vacaciones lo suyo es, como hacíamos en el cole, contar lo que se ha hecho o dejado de hacer, con la intención de que los atentos lectores, que tal vez no hayan disfrutado del sin duda merecido descanso, vean al menos saciada su curiosidad con el bien ajeno, envidiosillos, que sois unos envidiosillos.

En mi caso, que es el de un sufrido padre de familia obligado a tomarse sus anhelados días de asueto en el mes de agosto y tirar pa’ la playa cagando leches - a ver, plantéales tu otro plan turístico a las nenas, que a mí me da la risa - la verdad es que no hay mucho que contar. Las emociones se reducen a si la muralla del castillo de arena va a aguantar en pie la acometida de la primera ola o a que no te vayan a sacar “voluntario forzoso” durante la velada nocturna del hotel para concursar en Furor –ya sabes, el concursito ese de karaoke de la tele del "minipunto para las chicas, ni puto punto para los chicos", o algo así –. Que me sacaron, vaya si me sacaron, para lo de Furor.

No obstante, cuando a uno le tira la aventura no desaprovecha la más mínima oportunidad para sacar a flote el espíritu de Indiana Jones que lleva dentro y mostrarse dispuesto y deseoso a afrontar nuevos desafíos a las primeras de cambio. Que nadie se vaya a pensar por esto que el destino elegido para mis vacaciones ha sido el Perú o la Península del Yucatán, que del spanish terremoto ni me enteré y en cuanto al temporal, lo más que he llegado a ver ha sido la bandera amarilla en la playa. La cosa va por otro lado. Me refiero a cuando servidor, ni corto ni perezoso, dirigiose con el brío y la audacia que le caracterizan hacia aquel hombre fornido y mal encarado, el vigilante del castillo hinchable para que salten los niños.

- Estilografic (en adelante, E): Buenas noches.
- Vigilante-del-Castillo-Hinchable-para-que-Salten-los-Niños (en adelante, VCHSN): Buenas noches, ¿qué desea?
- E: Afrontar nuevos desafíos.
- VCHSN: ¿Cómo dice?
- E: ¿Es que no ha leído usted la brillante introducción que el narrador ha hecho a este diálogo nuestro? Afrontar nuevos desafíos. Me refiero a que me gustaría saltar en el castillo.
- VCHSN: ¿Qué edad tiene usted?
- E: taitantos.
- VCHSN: ¿Y le parece bonito?
- E: Hombre, qué quiere que le diga, me parecía más bonito cuando tenía siete, a la vida se refiere supongo, ¿no?; o incluso a los catorce, en plena explosión de la pubertad. Pero bueno, a los taitantos tampoco es que esté mal la cosa, le voy a confesar.
- VCHSN: No, si me refiero a que si le parece bonito a su edad montarse en un castillo de estos, que para mi que la pubertad esa de la que habla ya la va usted dejando atrás, me da la impresión.
- E. ¡Ah!, no, bueno, le explico. Verá, es que yo tengo un blog, un diario de esos que se publican en el internet, y en él gusto de compartir con los lectores nuevas experiencias mías y de hacerles llegar temas de interés general. Es por eso por lo que quisiera entrar, en el castillo este, digo, y experimentar qué siente un adulto en la piel de un niño para luego contarlo y hacérselo sentir a mis lectores, como si ellos hubieran estado allí. Puro ejercicio periodístico, ya me entiende.

Total, que después de mi convincente explicación, y de dejarle pagadas un par de rondas al VCHSN en el bar del hotel, que yo creo que esto también influyó ligeramente, conseguí que el tipo accediera a mi arriesgada petición. Y allá que me fui, con todo mi garbo y mi salero, famosos en el mundo entero, dispuesto a dar botes en el Castillo-Hinchable-para-que-Salten-los-Niños (CHSN). De lo que en adelante aconteció, en breve tendrán noticias quienes sigan interesados en tan excitantes vacaciones.

Foto: Estilografic, tratando de recuperar el equilibrio perdido sobre el CHSN

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