lunes, septiembre 29, 2008

Vacaciones en el mar: il finale (el final)

Día 7
Recorrido: de Palma de Mallorca a Barcelona ( 130 millas náuticas)
Salida de Palma de Mallorca: 01:00 horas.
Llegada prevista a Barcelona: 09:00 horas
Estado de la mar: Triste y ojeroso. De sus melancólicas aguas parecen proceder melodías que susurran adioses con el corazón, que con el alma no pueden.
Navegación Turística: ¿Tú te crees que a alguien en su sano juicio le quedan ganas de contemplar el paisaje desde la cubierta cuando esto se acaba definitivamente y en un abrir y cerrar de ojos estaremos ya los cerca de 3.000 ociosos pasajeros de este barco currando a todo currar en nuestros rsepectivos puestos de trabajo?!


- Buenos días, señor, o también buon giorno
- Buon giorno. ¿Qué desea?
- ¿Puedo hablar con el capitán o, si me apura, parlare con il capitano?
- ¿Y para qué, signore, si puede saberse?
- Querría hacer una protesta.
- ¿Una protesta? ¿Y cómo la piensa hacer exactamente? No me diga que ha convocado usted una manifestación o motín a bordo ¿Piensa atar usted al capitán cabeza abajo en lo más alto del mástil de proa? ¿Llegará incluso a atreverse a pasar por la quilla o passare per la chiglia a toda la tripulación, incluido el encargado de la lavandería, el pobre hombre, que no tiene culpa de nada?
- No hombre no, que no es para tanto.
- Ah. Qué alivio.
- Se trata de una protesta verbal, porque es que me siento fatal. Servidor ha pagado un dinero por hacer este crucero.
- ¡Oh! ¡Va usted a hacerlo en verso!¡Qué bonito y original ¡Jamás vi protesta tal! ...por seguir yo con su técnica, que hay que ver cómo son ustedes de creativos, los spagnoli.
- Tampoco, tampoco es eso; es que me han salido por casualidad, los pareados.
- Ah, entonces es que es usted, por naturaleza, protestante.
- No señor, yo soy católico, apostólico y romano.
- ¿Y practicante?
- No, practicante no. Las inyecciones me las ponen en el centro de salud.
- ¿Qué inyecciones?
- Las del culo, cuáles van a ser si no. ¿No dice que si soy practicante?
- Si, pero me refiero a que si va usted a misa los domingos y fiestas de guardar, y eso.
- Mire, me parece que nos estamos liando usted y yo. Mejor dejemos a un lado los asuntos divinos y vayamos a lo nuestro.
- ¿Lo nuestro? Ah, lo de la protesta, sí. Dígame, dígame a mí, que casualmente soy el Oficial Jefe del Departamento de Protestas y Descontentos, de reciente creación.
- Pues verá, resulta que - usted lo recordará bien - este bello e imponente barco que amable y hospitalariamente nos acoge en su seno partió hace ahora siete días de la bella, ilustre y woodyalleniana ciudad de Barcelona.
- Me acuerdo perfectamente. Le recuerdo que trabajo aquí, y eso es algo que repetimos una semana sí y otra también. ¿Qué más?
- Pues que después de navegar, eso sí, por bellos y hermosos destinos tales como Marsella, Savona...
- El recorrido estoy hartito de hacerlo una y otro vez , signore, y, como podrá imaginar, me lo sé de carrerilla, así que abrevie y vaya al grano. ¿Qué más?
- Que al final, ¿es que no lo ve?, llegamos de nuevo a Barcelona.
- Sí, la bella, ilustre y woodyalleniana ciudad de Barcelona. Usted lo ha dicho.
- ¿Y le parece bien?
- A mi me parece estupendo.
- Pues a mi no, oiga, porque yo he pagado una pasta por este crucero para que me lleven a un sitio, lugar o destino nuevo y desconocido, no para que al final me traigan de regreso otra vez al punto de partida o punto di partenza, no sé si me explico.
- Se explica usted sólo regulín regulán, qué quiere que le diga.
- Vaya por Dios.
- A ver si ahora me explico yo: resulta que la filosofía de la modalidad de turismo comúnmente conocida como “crucero” consiste precisamente en eso, signore, en recorrer diferentes destinos estratégicamente situados en el mapa o carta geografica, de manera que si procediéramos a unirlos con un trazo imaginario observaríamos que forman una circunferencia que se cierra precisamente en el lugar que hace por igual de punto de partida (o punto di partencia) y punto de destino (o punto di arrivo), en este caso Barcelona.
- ¡Joé! ¡Qué curioso! No lo había pensado.
- Y así, signore, usted habrá logrado recorrer diferentes lugares muy lejanos para al final, sin necesidad de dar marcha atrás ni repetir estancia en ninguno de ellos, volver de nuevo a casita en el mismo barco, sin tener que tomar ningún otro medio de transporte adicional.
- ¡Sorprendente!
- Piense por un momento, signore, que si el barco hubiera continuando navegando en línea recta ignorando el trazado circular que ya hemos imaginado, llegando por ejemplo hasta las islas griegas u otros exóticos destinos, su viaje hubiera finalizado lejos de su añorado hogar, teniendo usted que buscarse otro medio de locomoción para regresar a casita, y convendrá usted conmigo, signote, que no están las cosas como para gastarse más dinero teniendo en cuenta la dichosa situazione dell'económía a scala mondiale.
- Convengo con usted, convengo.
- Y es que, signore, en definitiva un crucero es como la vida misma, un circulo tan vicioso como perfecto en el que por mucho que avancemos y avancemos siempre vamos a terminar en el lugar del cual venimos pero, eso sí, habiendo conocido y aprendido por el camino todas aquellas circunstancias a las que al final concedemos la denominación de “esperienze”.
- ¿Esperienze?
- Sí, porque no me negara usted que además de conocer bellos lugares, no ha tenido usted oportunidad de adquirir nuevos conocimientos.
- Eso sí que es verdad..., creo..., no sé,...digo yo... ¿A qué conocimientos se refiere exactamente?
- Pues, sin ir más lejos, usted ha aprendido, recuérdelo, a orientarse a bordo de un barco ya desde el primer día.
- ¡Cierto!. Al final conseguí llegar a tiempo al ristorante.
- Y recordará también cómo aprendió a escabullirse de nuestra scuadra di animazione.
- ¡Es verdad! Me he pasado el viaje saliendo y entrando del agua.
- Y tuvo usted la oportunidad de experimentar cómo se realiza un simulacro de evacuación a bordo de un barco.
- ¡Usted lo ha dicho! Tuve la oportunidad. Pero no lo experimenté finalmente porque me quedé dormidito. ¡Que vergüenza!
- Y qué me dice de la cena de gala. Ahí sí que se lo tuvo que pasar bien, ¿no?
- ¡Sí señor!, ahí sí. Qué rico estaba todo.
- Hasta ha tenido usted ocasión de vivir experiencias desagradables que luego no lo han sido tanto, pues han tenido un final feliz.
Se refiere usted a la detención y al lío con la mafia, supongo.
- Eso es. Y ha podido usted disfrutar de los entretenimientos y atracciones de nuestro barco, como es el caso del botogán, como dice la sua bambina.
- ¡Afirmativo! Y tengo que confesar que al final resultó ser molto divertito.
- Pues ya lo está viendo usted. Como la vida misma. Todo lleno de experiencias y al final, vuelta al punto di partenza.
- La verdad es que me ha convencido usted. Descuide, que ya no pienso ni protestar ni nada. Aunque, eso sí, una duda me sigue quedando.
- ¿Una duda? Dígame, dígame.
- Sí, verá, se refiere usted a un círculo perfecto, pero si así fuera yo debería acabar el crucero tal y como lo empecé, es decir, zambulléndome en las oscuras aguas del puerto de Barcelona, ¿no se acuerda?
- Me acuerdo, sí, eso le pasó por despistarse y no subir a bordo a su hora.
- Vale, lo admito, fue por mi culpa, pero le aseguro que no voy a repetirlo, porque me costó Dios y ayuda alcanzar el barco.
- No se preocupe, que esto ya si que no va a suceder.
- Pues no sabe el peso que me quita usted de encima. Y ahora, si me lo permite, déjeme, déjeme que disfrute entonces de mis últimos momentos a bordo de este barco contemplando nuestra llegada al puerto de Barcelona, en esta cómoda posición de semiinclinación y apoyado en esta tan estable como segura barandiiiiiiiiillaaaaaaaaaaaa.......


¡SPLAAAAAASH!



¡Arrivederci, amici!

jueves, septiembre 25, 2008

Vacaciones en el mar: lo slittamento (el deslizamiento)

Día 6
Recorrido: de Túnez a Palma de Mallorca (432 millas náuticas)
Salida de Túnez: 13:00 horas.
Llegada prevista a Palma: 14:00 horas
Estado de la mar: melancólico. Yo creo que porque esto ya se va acabando.
Navegación Turística: Vamos a ver. Lo voy a explicar por última vez, lo de las horas. De Túnez a Mallorca no se tarda sólo una hora, sino veinticinco. Se trata, precisamente, del tramo más largo del recorrido, hombre. Llegamos a las 14.00 del día siguieeeeeente.

- Papito...
- ¿Qué quieres, hija mía o la mia figlia?
- Quiero que te tires conmigo por el botogán.
- ... ja, ja, ja, ja.., me parto yo solo.
- ¿Por qué te ríes, papito?
- No te lo vas a creer, pero con el viento, la música y el jaleíllo de gente que hay en cubierta te había entendido que quieres que me tire contigo por el tobogán, o botogán, como tú dices. Qué ocurrencia.
- Es que he dicho eso, papito.
- Ah.

Superados a estas alturas ya del recorrido los miedos del interior del barco, y también los pericolos del exterior gracias a la intervención in extremis del bueno de Gennaro y del efecto balsámico que provoca el sabroso Limonchelo sobre los agenti della policía, la mia famiglia decide tomarse un día de relax y descanso para disfrutar de los entretenimientos y el ocio de a bordo. Así que nada, allá que nos vamos la bambina y yo al famoso botogán, impresionante artilugio que a través de curvilíneo recorrido de módulos de poliéster reforzados en fibra de vidrio conecta la cubierta superior de la embarcación con la de cinco pisos más abajo, y todo ello en un tan deslizante como acuático abrir y cerrar de ojos, o solamente cerrar y no abrir si es que a uno le asustan en exceso las curvas y desniveles de terreno, como es el caso.

- Uf, qué alto esta esto, y menuda cola hay... (puntos suspensivos que vienen a representar, habrá que aclararlo, el tiempo de espera hasta que alcanzamos la boca del tobogán). Buenos días, señor Vigilante-del-Tobogán-para-que-Nadie-se-Cuele (VTNC).
- Buon giorno, signore. Usted me-dirá...
- Sí, le digo. Veníamos a tirarnos por el tobogán, o también botogán, la mia bambina y yo.
- Ya, eso ya me lo imagino. Nadie sube hasta aquí si no es para eso. Quiero decir que usted me-dirá... uno ochenta y tantos, por lo menos.
- Por ahí debo andar, sí. Salvo que haya pegado un estironcillo estas vacaciones, que no creo.
- Y posee usted, por lo que he podido comprovare, un tono de voz ronco y grave, más de barítono que de tenore.
- Bueno, más o menos.
- Y por lo que veo, sobre su morena tez se adivina cierta tonalidad sombría que delata la existencia, o aparición futura, de manera continuada y recurrente, de considerable cantidad de pelo que, de no ser afeitado, acabaría por conformar una oscura y tupida barba que cubriría il suo rostro.
- Seguro que sí.
- Y observo por último, además, que su torso desnudo y..
- ¿Musculoso y atlético?
- Bueno, si le hace a usted ilusión añadimos “musculoso y atlético”, decía que su torso desnudo y... musculoso y atlético aparece también, debido sin duda a su renuencia, rechazo o aversión a recurrir a técnicas depilatorias, que le aseguro que cada día que pasa son más utilizadas por la población masculina, cubierto del vello propio de las personas de su edad y condizione sessuale.
- Ciertamente es así. Pero, ¿a dónde quiere ir usted a parar, VTNC?
- Pues a que si tenemos en cuenta: a, su altura; b, il tono della sua voce; c, su prominente barba; y d, el vello que cubre su torso musculoso y atlético, deducimos que es usted una persona adulta, ya entradita en años, y este tobogán está pensado, recuérdelo, para uso y disfrute de los piccoli bambini.
- Ya hombre, ya. Si yo no tengo el más mínimo interés, no se crea. Pero es que la mia bambina es todavía piccola, y quiere que la acompañe en el dichoso deslizamiento.
- Pero la bambina me-dirá...
- Poco más del metro, mide. Acaba de hacer los cuatro añitos, la criatura.
- No, no, digo en este caso que la niña me-dirá que quiere bajar solita, ¿no es así, bambina?
- No. Quiero bajar con papito.
- Es que le da un poco de canguelo. Ojalá quisiera bajar solita.
- Quiero con papito.
- Pues ya ves lo que dice este señor, que yo no puedo bajar, así que nada, nos vamos a disfrutar de cualquiera otra de las muchas y variadas atracciones que ofrece nuestro querido barco.
- Y a usted, por lo que veo, también le da un poco de canguelo, ¿no?
- A mi no le quiero ni contar. ¿No ve cómo me golpean las rodillas la una contra la otra sólo de pensarlo?
- Pero si es sólo un juego de niños o gioco per bambini, si no pasa nada, hombre, vamos, tírese, tírese, que yo le dejo, que me ha caído usted simpático y todo.
- Pues nada, en fin, allá vamos. ¿Podría usted, signore VTNC, ya que es tan amable, darnos un piccolo spintone o pequeño y delicado empujonci.........toooooooooooooo?

- Papito...
- ¿Qué quieres ahora, hija mía o la mia figlia?
- Quiero que te tires conmigo otra vez por el botogán.
- ... ja, ja, ja, ja.., me parto yo solo.
- ¿Por qué te ríes, papito?
- No te lo vas a creer, pero con el viento, la música y el jaleíllo de gente que hay en cubierta te había entendido que...

(léase así el post una vez y otra, sucesivamente, enlazando el final con el principio, hasta que el sufrido lector bien se haga una idea de cómo trascurre una jornada de relax y descanso a bordo del barco, o bien directamente se canse de la tontería)

martes, septiembre 23, 2008

Vacaciones en el mar: la detenzione (la detención)

Día 5
De Palermo (Sicilia) a Túnez (184 millas náuticas)
Salida de Palermo: 18:00 horas
Llegada prevista a Túnez: 07:00 horas
Estado de la mar: ¡pececillos!, que no me salía la palabra en el anterior post. Está llenita de pececillos.
Navegación Turística: Mejor casi que se acueeeesten y descaaaansen, que total, insisto, por la noche no se ve un pijo y por la mañana hay algunos que tiene unos ojitos que vamos..., que no se puede estar toda la noche de juerga.


Cuando uno es de naturaleza asustadiza, como servidor, sólo hay una manera de que se te quite del todo el miedo a que el dichoso barco se vaya tarde o temprano a pique: poner los temblorosos pies en tierra firme, es decir, disfrutar de las excursiones olvidándose al menos momentáneamente de posibles naufragios, y centrando uno su atención en tranquilos y acogedores lugares tan típicamente italianos como Nápoles y Palermo, ciudades de fama reconocida y que todo el mundo identificará con... ¡no!, ¡horror! ... ¡la mafia!

La primera impresión de Nápoles no es muy positiva que digamos. ¿Ha habido una guerra? La ciudad esta llenita de obras y todas sin terminar. Gennaro, nuestro guía napolitano, trata de justificarse: “es que aquí excavas un poco y rapidito te salen las ruinas romanas que te obligan a parar”.

Tras hacernos un rápido recorrido turístico por las principales obras, soterramientos y exhumaciones - que es un no parar - de la otrora bella y elegante ciudad de Nápoles, el cachondo de Gennaro nos concede tiempo libre (a nosotros y a él), no sin antes advertirnos de que nadie se le despiste que el barco se larga puntual, y de que si tenemos alguna urgencia – no, no es cosa de orines o defecaciones, sino de situaciones de verdadera emergencia o “pericolo” – le busquemos en la céntrica taberna “Il Limonchelo”, propiedad de “un buono amico”, donde podremos disfrutar, además, de este típico licor italiano.

El tipo nos dice también que nos zampemos para comer una pizza napolitana, y rapidito, en el ristorante de su “compare Giuseppe”, y que aprovechemos para visitar sin falta el café Gambrinus, donde degustaremos “il migliore caffè del mondo”, y no “esa agua sucia que toman los spagnoli”, va y añade, el jodío.

Tras escucharse en el grupo alguna que otra disimulada acusación de “mafioso” dirigida al “buono” de Gennaro, procedemos a seguir las indicaciones efectuadas, y tras ingerir a todo correr la pizza sugerida en el ristorante de Giusseppe damos con nuestros huesos en el café Gambrinus para degustar el aludido “migliore caffè del mondo”.

- Buenas, quería tres cafés. Per favore.
- Che classe di caffè vuole, signore?
- Pueees, a ver, ¿cuántos tipos de café tienen aquí, que ya luego le digo?
- Settanta e due, signore. A saber: caffè espresso, caffè macchiato, caffè schiumato, caffè lungo, cappiccino, caffé decaffeinato, cafféllatte,...
- Estoooo. ¿Puede acercarse alguien a Il Limonchelo a buscar a Gennarooooo? O si no, mire, póngame tres cappuccini deliziosi, y no se hable más. Grazie.
- Prego.

Nos tomamos el café, que hay que reconocer que está delicioso, y hala, a buscar al tal Gennaro a Il Limonchelo y pitando para el barco, que al menor descuido nos quedamos en tierra.

- Scusi signore, documentazione.
- ¿Cómo dice?
- Que nos muestre la sua documentazione. Siamo Polizie. Carabinieri, ya sabe.
- Ya. Aquí tienen mi pasaporte o passaporto, sí.
- ¿Y dónde van ustedes tan deprisa como almas que lleva il diavolo?
- Pues a Il Limonchelo vamos, en busca de Gennaro, dónde si no.
- Gennaro? chi è Gennaro?
- Un tipo con pinta de mafioso que se dedica, según tengo entendido, que a mi no me la da, a trapichear con el limonchelo, y que...
- ¿Ha dicho usted “mafioso”?
- Sí, eso he dicho. Veo que entiende usted perfectamente el español.
- ¿Y “trapichear”?, ¿ha dicho trapichear?
- Eso es. Eso he dicho. Lleva usted dos de dos.
- ¿Y ha dicho también, por último, “limonchelo” o, lo que viene a ser lo mismo, bebida espiritosa con cierto regusto a limón, o limone, obtenida por destilación y con alta graduación de alcohol?
- Ole, ole y ole. Ha acertado las tres.
- Usted está metido en algo gordo, signore.
- ¿Quién, yo?
- Sí, usted y toda esta gente que le acompaña. ¿Quiénes son?
- Somos la familia al completo. La familia Stilografic.
- La familia, ya. Y usted será, no me diga más, il Padrino o il capo, claro.
- Bueno, si usted lo quiere llamar así, simbólicamente sí.
- ¿Y se puede saber qué negocios se traen con el tal Gennaro, el tipo del limonchelo?
- Pues es que nos tiene que llevar al barco.
- O sea, que tienen ustedes nada menos que un barco. No sólo no se preocupan de pasar desapercibidos y esconder el dinero, sino que además hacen “ostentazione” de él.
- No, no, oiga, que el barco no es nuestro, es que estamos de vacaciones y...
- Sí, sí, eso dicen todos.¿Y a dónde se dirige, el barco?
- Pues si no recuerdo mal, nuestro próximo destino es Sicilia.
- Ajá, Sicilia, donde supongo que habrán pensado ustedes refugiarse en la bella y acogedora localidad de Corleone, cuna de la mafia, como hace Al Pacino en El Padrino después de cometer uno de sus muchos asesinatos, ¿no, pillines?
- Oiga, le aseguro que no sé de que me habla. ¿No estará usted insinuando que somos...?
- Mafiosi, sí, son ustedes unos mafiosi, signore Stilografic, ¿o debería llamarle signore Corleone?
- Oiga, que yo no me llamo así. Que somos spagnoli.
- ¡Al cuartelillo que van tutti!
- Pero...,oiga...., ¡Gennaaarooooooooo!

jueves, septiembre 18, 2008

Vacaciones en el mar: L’Avvenimento (el acontecimiento)

Día 4
Recorrido: de Nápoles a Palermo, Sicilia (167 millas náuticas)
Salida de Nápoles: 19:00 horas
Llegada prevista a Palermo: 08:00 horas
Estado de la mar: llenita toda ella de vertebrados acuáticos de respiración branquial cubiertos de asquerositas escamas, algunos, así como de otras muchas y variadas especies animales, que junto con las vegetales o flora marina vienen a conformar el denominado ecosistema marino o universo subacuático.
Navegación turística: Abandonamos Nápoles con ruta sudeste para recorrer, con las últimas luces del sol y dejando atrás las laderas del Vesubio, la costa de Sorrento, donde moran las bellas y misteriosas sirenas que trataban de encantar con su canto, valga la redundancia, al bueno de Ulises y a otros ingenuos marineros, algunos de los cuales, dejándose atraer embelesados por su sensual voz y vencidos por libidinosos deseos, los muy pillines, acababan naufragando contra las rocosas costas, que les estaba bien empleado, por tontos.

Aparte de los bramidos con los que de cuando en cuando nos obsequia el equipo de megafonía de a bordo, los pasajeros del barco estamos asiduamente informados de las novedades diarias gracias a la publicación del “Tudey”, o mejor “Today”, un folleto que se distribuye camarote por camarote a última hora de la tarde en el que se describen, con todo lujo de detalles, ubicación y horarios, todas la actividades programadas en el barco para el día siguiente.

Así, a última hora del miércoles, por ejemplo, todos los pasajeros conocemos ya la noticia de que el jueves se celebra nada más y nada menos que la esperada “cena de gala” (“la cena di gala”, qué poco original, la traducción). Y yo con estos pelos. Qué nervios.

¿Que qué es la cena de gala? La cena de gala es EL ACONTECIMIENTO (L’AVVENIMENTO). Así, con mayúsculas. Si nos encontráramos en una Universidad diríamos que es algo así como la Ceremonia de Graduación; si se tratase de un colegio hablaríamos del día de la Primera Comunión; de referirnos a una pareja, por supuestísimo que de la señalada fecha de la Boda; en el caso de una competición futbolera, estaríamos sin duda ante la Gran Final y si, por último, nos referimos..., no sé...a una piara de cerditos, estaríamos ante ... ¿El Día de la Matanza? Está visto que, debido a mis miedos y presentimientos - todo el día pensando en que esto se va a acabar hundiendo -, una y otra vez me traiciona el subconsciente o mi tradisce il pensiero.

EL ACONTECIMIENTO consiste en una cena por todo lo alto en la que, previamente, el capitán y toda la tripulación - inmaculadamente vestiditos de blanco - ofrecen al pasaje un refinado y elegante coctail. Y hay que ponerse hecho un pincel para la ocasión.

¿Cómo? ¿qué no has puesto en la maleta el elegante traje de Armani para la cena de gala? ¿No me dirás que no has metido en la bolsa los lustrosos zapatones para el susodicho acontecimiento? ¡Pero bueno! ¿Me vas a decir que no se te ha ocurrido echar la mejor de tus corbatas para lucirla durante la dichosa cenita? Si es usted, signor, o usted, signora, el destinatario o destinataria de alguna de estas preguntas, o questioni, o cualesquiera otras de semejante calado, ya se está buscando la vida para no dar la nota durante la tan cacareada cena de gala. No, no vale plantarse el bañador con el que más paquete marca uno, o las bermudas que cada cual conserva más limpias y relucientes a estas alturas del crucero. Hay que ir de punta en blanco...que no sabes tú hasta qué punto la gente, supongo que ya experimentada, acude de preparada a los cruceros. Y no te digo nada de italianos e italianas Si aquello parecía la boda de Michael Corleone.

Y así, mientras que toda la tripulación al completo, desde el flamante capitán hasta el último mono con chaqueta y pantalón blancos, pasando por el jefe de máquinas, el médico de a bordo, el oficial de seguridad, o el sacerdote, comparte con el embelesado pasaje estos entrañables e inolvidables momentos, en el preciso instante en que el renombrado máximo responsable de la embarcación se dispone a alzar su copa rebosante de burbujeante cava y brindar a la salud de todos los presentes, y con él todos los aludidos miembros de la tripulación imitando el ademán del oficial de mayor graduación, como mandan los cánones, a servidor, mira tú por dónde, se le viene a la cabeza aquel presentimiento disfrazado de incertidumbre, y no duda en interrumpir el ceremonioso acto para lanzar a los siete mares el interrogante de que sí, que muy bien, que muy bonito y entrañable todo, pero que si TODOS, es decir, TUTTI los miembros de la tripulación se encuentran ahora en este bello, lujoso y elegante salón compartiendo con nosotros este inolvidable momento... ¿quién cojones se está haciendo cargo ahora mismito – ¡Dios santo! – del timón de este puñetero cacharroooooo o puttana imbarcazioneeeee?

martes, septiembre 16, 2008

Vacaciones en el mar: Simulazione (simulacro)

Día 3
Recorrido:de Savona a Nápoles (345 millas náuticas)
Salida de Savona: 17.00 horas
Llegada prevista a Nápoles: 13.00 horas
Estado de la mar: en su línea, como siempre.
Navegación turística: como vamos a navegar por la noche no se va a ver ni un pijo, así que nos ahorramos el espacio. Eso sí, la llegada a Nápoles, ya con la luz del día, es muy bonita, no se la pierdan, con un volcán y todo. Apagaaaaado, el Vesubio está apagaaaaado.


.... toc, toc, toc, toc...
- ¡Estilografic!, ¡Estilografic, signor! ¿Va tutto bene?

Cinco horas antes...:

La megafonía del barco brama a todo bramar el siguiente comunicado:

- Signore e signori, les recordamos que en el día de hoy, a las 16.30 horas, hora de la siesta, procederemos a realizar un simulacro de emergencia (simulazione di emergenza) obligatorio para tutti nuestros huéspedes. Y cuando digo “tutti” es tutti, ¿capito?
- Síiiiiiii - contestamos todos.
- Bien, pues atentos a las instrucciones - continúa el comunicado -. Cuando escuchen la señal de emergencia, siete silbiditos cortos de sirena seguidos de uno largo, tendrán que...
- Scusi, ¿pero cómo de cortos los cortos y cómo de largos los largos?
- Pues “pi” los cortos y “piiiiiiiiiiiii” los largos, mas o menos, “i” arriba o “i” abajo. Decía que cuando suenen los silbiditos tendrán que ponerse los chalecos salvavidas que encontrarán en sus camarotes y dirigirse al punto de reunión...
- ¿Pero los chalecos nos lo ponemos encima de la ropa que llevemos puesta en ese preciso momento o debemos primero proceder a despelotarnos para a continuación, y sólo a continuación, cubrir nuestros fornidos torsos con la escueta prenda salvadora, o salvatore, dejando al descubierto, ¡vive Dios!, nuestras partes pudendas inferiores, o inferiori?
- ¡Oigan!, ¿me quieren dejar ustedes – y de manera especial usted, signor Stilografic - que termine de leer tutto il comunicato, que como tenga que andar contestando uno por uno a los 4.000 pasajeros del barco nos va a dar la hora del simulacro y nos va a pillar a todos “in mutandine”, o lo que es lo mismo pero en spagnolo, "en bragas"?
- Vaaaala, vaaaale – contestamos todos a una.
- Decía que deberán dirigirse ustedes al punto de reunión siguiendo las indicaciones escritas en la parte interna de la puerta de su camarote. ¡Gracias por su colaboración! ¡Grazie per la sua collaborazione!

Tras la escueta información leída por megafonía a servidor le quedaban bastantes dudas, pero claro, tal y como se había puesto el tipo, cualquiera le interrumpía más veces para aclaran los puntos más oscuros del dichoso comunicado. A ver:

1.- ¿Sucederá, como en el Titanic, que quienes tienen la suerte (y la posición económica, claro, yo no digo que no) de disfrutar de los camarotes de primera clase, esto es, de las lujosas suites dotadas de terraza con vistas a la mar salada (salvo cuando el barco está atracado en puerto, que entonces si que no, que ahí no se ven más que grúas, contenedores y algún que otro barco que nos viene siguiendo todo el camino por mucho que hayas pagado por el billete, so listo) serán los primeros en ocupar los botes salvavidas mientras que los demás, los ocupantes de los modestos pero funcionales camarotes interiores sin ventanuco ni nada, es decir, la familia Estilografic, seremos en cambio los últimos en dejar atrás la damnificada embarcación que ya se viene a pique, ¡oh Dios!, por culpa del puñetero iceberg?

2.- ¿Ocurrirá, como en el Titanic, que antes de que todo se eche a perder definitivamente y se arme la marimorena o, en su defecto, la de Dios es Cristo, nos dirigiremos la señora de Estilografic y yo mismo hasta el mascarón de proa del barco que tan hospitalariamente nos acoge para declarar a los cuatro vientos, con música de Celine Dion de fondo, nuestro amor eterno hasta más allá de la muerte mientras mos fundimos en tierno y cinematográfico abrazo ?

3.- ¿Habrá, como en el Titanic, una orquesta que tocará y tocará hasta que el último pasajero, que deberá ser el tipo del violín, abandone el barco o en su defecto se hunda para siempre con su instrumento al hombro (al instrumento de música, me refiero) en las frías y revueltas aguas del inmenso mar, o será el ya famoso equipo de animación (scuadra di animazione) el que mantendrá entretenido al pasaje hasta el último y trágico instante en el que la popa, definitivamente, se sumerja rumbo al fondo de los océanos llevándose consigo al mismísimo Leonardo Di Caprio?

y 4.- Y sobre todo: ¿tiene todo esto algo que ver con la confesión que me hizo el oficial en el primer post, a quien se le escapó el insignificante detalle de que las cocinas parten el barco en dos, dato a partir del cual todo sagaz y desconfiado pasajero debería pensar que sí, que en efecto, existe riesgo de hundimiento inminenteeeeee?

Entre tales dudas y cavilaciones quedeme reposando plácidamente sobre la cama tras opíparo almuerzo a la espera de que los dichosos silbiditos, siete cortos y uno largo, nos espabilaran y condujeran hasta la zona en la que esperan los botes salvavidas para realizar la sencilla y rápida maniobra de simulacro de emergencia, y regresar después como si nada cada cual a su camarote una vez que se haya comprobado que TODOS los pasajeros han acudido a la llamada.

¿Todos?, ¿tutti?... ¡Falta uno! ¿Alguien sabe cuál es el camarote de los Estilografic?

.... toc, toc, toc, toc...
- ¡Estilografic!, ¡Estilografic, signor! ¿Va tutto bene?
- Zzzzzzzzzz...molto bene...., sí......, grazie...., zzzzzzzzz

lunes, septiembre 15, 2008

Vacaciones en el mar: Animazione (animación)

Día 2
Recorrido: de Marsella a Savona (193 millas náuticas)
Salida de Marsella: 17.00 horas
Llegada prevista a Savona: 08:00 horas (del día siguieeeeente, ya no lo digo más)
Estado de la mar: calmo (y más saladito que ayer, si cabe)
Navegación turística: nada más abandonar el puerto de Marsella contemplaremos, a la izquierda (¡a babor, leches!) el famoso Castillo de If, para tomar enseguidita y sin más dilación rumbo a Italia con ruta oriental en proximidades de costas francesas. Quienes no se encuentren durmiendo placentera siesta u ocupados en otros menesteres - allá cada cual - podrán contemplar, dada la proximidad de la susodicha costa, la ciudad de Tulón, la isla de Hyeres con el famoso faro del cabo de Armas y la encantadora Saint Tropez, que debe su nombre a... el patrón de los torpes, digo yo que será.

La pregunta es: ¿se llegan a experimentar en un crucero verdaderas sensaciones de peligro? Pues sí; tengo que confesar que definitivamente sí.

Eso sí, se deben dar dos condiciones al mismo tiempo para que se produzca una terrible y verdadera situación de peligro, a saber:

1.- Que a través de cualesquiera de los altavoces estratégicamente situados en seleccionadas y discretas ubicaciones tanto de la cubierta como del interior del barco, el relajado y ocioso pasajero alcance a percibir el ritmo frenético de cualquier melodía bailable, especialmente si ésta contiene o se caracteriza por la persistencia de compases propios de ritmos tales como la salsa o el reggaetón.

2.- Que por las inmediaciones – casi siempre escondidos tras variados e irrepetibles disfraces y agazapados a la espera de saltar sobre su indefensa presa confundidos entre el pasaje – aceche algún que otro integrante del llamado equipo de animación (“scuadra de animazione”).

Si, y sólo si, se cumplen estas dos condiciones a un tiempo, ay amigo, lo más seguro es que caigas irremediablemente en la trampa tendida y seas víctima del único y verdadero peligro, o también “pericolo” que amenaza paraliza, aterroriza y no deja dormir al pasaje de este tipo de cruceros: ¡QUE TE SAQUEN A BAILAR (o “ballare”)!.

El procedimiento viene a ser el siguiente: mientras suena o "suona" la música, el tipo en cuestión, el reputado miembro de la “scuadra di Animazione”, se lanza inesperadamente sobre tu cuello al menor descuido, asiéndote fuertemente y sin contemplaciones del brazo y conduciéndote, también sin contemplaciones, al grito de “a ballare, signor”, hacia la pista de baile más cercana o en su defecto lugar despejado de cubierta destinado a tal fin, y allí que te suelta dedicándote palmas y más palmas al compás de la música arriba mencionada, mientras tú, qué remedio te queda, tratas torpemente de coger el ritmo meneando por igual brazos, piernas, tronco y trasero, y esperando cualquier posible distracción del susodicho miembro de la “scuadra” para regresar a tu estado natural, esto es, el de pasajero estático contemplador de la confusa línea en la que parecen fundirse cielo y mar, allá en el añorado horizonte.

El primer día, claro, a uno le pillan en todas, pero cuando ya pasas a ser marinero experimentado tu ingenio se agudiza y tu persona se espabila, de manera que andas por cubierta siempre ojo avizor (“occhio scrutatore”, dice mi diccionario “on line”), ansioso por poner en práctica las variadas e ingeniosas técnicas y tácticas de emergencia y escape aprendidas a base de bailar y bailar ritmos nunca deseados.

- ¡A ballare, signor!
- Scusi, scusi, pero es que me veo en la obligación de cuidar de la mía bambina.

Por ejemplo.

O esta otra:

- ¡A ballaer, signor!
- Scusi, scusi, pero es que ando buscando el lavabo, o toilette, que cuando me viene me viene, il apretón.

Hay otra incluso más segura, que es la técnica de la rana, y que consiste en meterte, cual batracio sorprendido al borde del estanque, de cabeza y sin pensarlo a la piscina en cuantito ves algún animador rondando por cubierta y está sonando la música, y sólo salir cuando, al menos, la música haya terminado. Aun así, yo recomendaría no abandonar la piscina incluso aunque no esté sonando la música, porque estos experimentados muchachos de la “scuadra di animazione” se las saben todas y te la juegan al menor descuido.

- ¿Qué? - me pregunta el tipo de la ya famosa “scuadra” en cuanto salgo del agua una vez que la musica ha cesado -, ¿dándose un relajante bañito dejándose arrullar por el ir y venir de las suaves olas que se forman en la piscina gracias al movimiento del barco en su discurrir por la mar o “il mare”?
- Sí señor, sí. Resulta la mar de agradable , nunca mejor dicho, el suave bamboleo.
- ¿Balboleo ha dicho?
- Sí, en efecto, el desplazar de las olas le bambolea a uno delicadamente de un lado a otro.
- ¿Bamboleo o bambolea?
- Bamboleo y bambolea.
- ...porque mi vida yo la prefiero vivir asiiii.... ¡A ballare, signor!


jueves, septiembre 11, 2008

Vacaciones en el mar: Orientamento (orientación)

Día 1
Recorrido: de Barcelona a Marsella (190 millas náuticas)
Salida de Barcelona: 17:00 horas
Llegada prevista a Marsella: 08:00 horas (del día siguiente hombre, no me seas bruto)
Estado de la mar: calmo (y saladito)


Uno de los asuntos más complicados de la vida a bordo es precisamente el “orientamento”, es decir, saber dónde se halla uno en cada momento (valga el pareado). Y no me refiero ya a la latitud, longitud, dirección y velocidad del viento, es decir, al lugar exacto en el que se encuentra el barco en medio de la inmensidad del océano, no, sino a cómo regreso yo ahora a mi camarote, a por dónde se va al lavabo más próximo, que me meo, o a dónde narices queda la dichosa proa. Y encima con el problema del idioma...

- Buenos días, señor oficial.
- Buon giorno, signor.
- Por favor, o per favore, ¿Me podría usted indicar, si es tan amable, cómo llegar desde aquí primero hasta recepción para coger mis llaves y dirigirme a continuación desde la mencionada recepción hasta el restaurante, o ristorante, que la navegación me ha abierto ya el apetito, o appetito, y me van entrando ya ganitas de comer, o también mangiare?
- ¿Cómo se llama?
- ¿Quién yo? Estilografic Punto Blog. ¿Y usted?
- No, no, me refiero a que cómo se llama el ristorante; es que hay varios en el barco.
- Pueees..., ya la hemos liao, entonces... Espere que lo mire... Ah, sí, Ristorante Costa Smeralda, dice aquí.
- Ah, bene. Yo le indico. ¿Sabe usted dónde se encuentra ahora mismo?
- Sí, eso sí. En un barco, disfrutando de unas más que merecidas vacaciones.
- No hombre, me refiero a que si sabe en qué punto exacto del buque se encuentra usted, signor.
- Ah, pues eso no. Ni idea.
- Pues mire, si se asoma usted por encima de esta barandilla, con cuidado per favore, verá que hay una distancia considerable desde aquí hasta el agua, hasta el punto de que si usted, signor, se precipitara al vació desde esta altura, su esbelto cuerpo, conducido por la llamada fuerza gravitatoria, o lo que es lo mismo, su propio peso, cortaría el líquido elemento limpiamente continuando por espacio y tiempo considerables su camino hacia el fondo abisal de los mares, dejando atrás probablemente, y al nivel de la superficie, el florido bañador que luce usted con elegancia, porte y salero, con toda probabilidad adquirido en las recientes rebajas de julio del Decathlon, no nos engañemos, y haciéndolo por tanto, lo de continuar el camino hacia el fondo, de aquella manera que ustedes, los spagnoli, denominan “en pelota picada”.
- Uf, ya lo creo. Qué altura. No lo quiero ni pensar.
- Pues esa considerable altura es consecuencia, signor, de que nos hallamos ahora mismo en el ponte nove.
- ¿Que me ponga qué? ¿Es que no le gusta il mio bañador?
- En el noveno piso, quiero decir que estamos, mientras que tanto recepción como el citado ristorante se encuentran en el ponte tre, o piso tercero.
- Entonces es sólo cuestión de bajar seis pisitos, ¿no?
- Bueno, no exactamente. Me explico, ¿qué más contempla usted si se asoma, insisto que con cuidadito, per favore, por la borda?
- Oooooh, sí, veo como un caminillo líquido de ondas marinas que se va formando a nuestro paso, qué curioso.
- Pues eso es, amigo mío, ni más ni menos que la huella que nuestra insigne y singular embarcación va dejando a su paso por las tranquilas y claras aguas mediterráneas, y significa que lo que nuestra vista alcanza a ver desde aquí es ya camino recorrido, y no por recorrer, de todo lo cual llegamos a concluir que ahora mismito nos encontramos en la popa o parte trasera del barco.
- Hay que ver lo bien que se explica usted en spagnolo cuando pone empeño, ¿eh? Y me imagino entonces que la dificultad viene de que o bien recepción o bien el restaurante están en la proa, ¿no es eso?
- Eso es, sí signor. Para ser más exactos, recepción está en la proa y el ristorante, en cambio, está en la popa.
- Bueno, pues entonces no hay más que bajar hasta el piso tercero, o ponte tre, y caminar después en dirección a la proa para a continuación, una vez resuelto el asunto de las llaves, volver sobre mis propios pasos camino de popa hasta dar con el ristorante. ¡Chupao!
- Pues tampoco, signor, porque en su camino de popa a proa por el ponte tre se dará usted de bruces con las dichosas cocinas.
- ¿Las dichosas cocinas?
- Sí, que parten el barco en dos y...
- ¿CÓMOOOOOOO? ¡NOS HUNDIMOOOOS!
- Quiero decir, no se me asuste, que dividen en dos partes el barco y que no permiten pasar de popa a proa, ni de proa a popa, precisamente por el ponte tre ni por el ponte quattro. Tendrá usted que subir al ponte cinque y atravesar, por allí ya sí, las cocinas por uno u otro lado del barco.
- Vale, entonces bajo al ponte cinque y avanzo pasillo adelante por la izquierda...
- Querrá usted decir por babor, signor.
- Por favor, signor, entonces bajo al ponte cinque y avanzo pasillo adelante por la izquierda...
- No, no, no he dicho “por favor”, he dicho “por babor”, que como usted debería ya saber es lo contrario de estribor, es decir, la parte izquierda del barco según se mira hacia proa.
- Ya.
- Salvo que usted desee pasarse antes por el casino a echar una partidita. En ese caso tendrá que hacerlo por estribor. ¿Le gusta a usted el casino?
- Casi no.
- Pues entonces pase mejor por babor.
- Oiga, ¿pero usted cree que al final llegaré a tiempo al ristorante?
- Hombre, pues eso depende o, como decimos en italiano, dipende.
- ¿Y de qué dipende?
- Pues de si lo que quiere usted es almorzar, que ya le digo que no llega; si es cenar, que ahí ahí va a andar la cosa, o de si lo que pretende es, por último, desayunar, que entonces yo diría que sí, que lleva usted tiempo más que de sobra..., signor.


miércoles, septiembre 10, 2008

Vacaciones en el mar (introducción)

En efecto, con o sin ayuda de manguitos (qué importancia tiene al fin y a la postre tal baladí e insignificante detalle) Estilografic Punto Blog, es decir, servidor, consiguió dar alcance al tan impetuoso como impaciente buque de recreo destinado a ser al tiempo lugar de residencia y transporte marítimo durante sus más que merecidas vacaciones. ¿Qué os habíais creído, que me lo iba a perder?

Y...¡voilà!, ya estoy de vuelta. Lo del viaje en crucero ha sido toda una experiencia. En los próximos días trataré de ir contando al estilo estilográfico (ya sabéis, con grandes dosis de la más imaginaria imaginación pero basada siempre en la más real de las realidades, valgan las sucesivas y redundantes redundancias anteriormente mencionadas, esto es, estilo/estilografico; imaginaria/imaginación; real/realidades y redundantes/redundancias), diferentes anécdotas y situaciones que sirvan para haceros una idea, para quienes no lo hayáis experimentado, de cómo es un viaje en un crucero.

Para empezar, y a modo de introducción, algunas aclaraciones que se me antojan necesarias:

Confieso, en primer lugar, que en mi acostumbrada planificación anual de las vacaciones no había encajado hasta la fecha la posibilidad de realizar un crucero, un tipo de turismo que no me había llamado nunca la atención. Según la idea preconcebida que tenía, me echaban para atrás principalmente dos cosas: una, esa imagen como de “lujo de mentirijillas” que se ofrece de los cruceros, con grandes salones, restaurantes y pasillos decorados con ostentación y pretenciosa ambientación; y otra, el escaso tiempo que le queda al pasaje para visitar los lugares en los que el barco realiza escalas, que es llegar a puerto y a las pocas horas ya estamos con el dichoso “todos a bordo que nos largamos”.

Y como era de esperar, mis dos ideas preconcebidas se confirmaron sin matización alguna. A veces uno no sabía si estaba de vacaciones a bordo de un barco o de compras por el centro comercial Plaza Norte de San Sebastián de los Reyes; y en cuanto a los destinos en tierra, te enteras de más detalles en los documentales de promoción que puedes ver desde el camarote que en la excursión en sí. Pero tengo que reconocer, en cambio, que después del viaje tengo otras muchas impresiones más que positivas de la experiencia.

La idea era la de disfrutar de unas vacaciones en familia. Mis padres, es decir, el Sr. Punto y la Sra. Blog, querían celebrar con algunos años de antelación sus bodas de oro, y nos propusieron reunirnos a todos en un crucero, puesto que somos una familiar pequeña y muy recogidita. ¡Y aunque no lo fuéramos!, ¡si en el barco cogían 4.000 personas sin achucharse ni nada!

Lo siguiente es aclarar que viajar en crucero ha dejado de ser un tipo de turismo para ricachonzuelos y familias adineradas. En esos barcos viaja gente de lo más normalita; vamos, en el mío iba toda la familia Estilografic..., no te digo más. Sí; se puede contratar un crucero que te deje tiritando la cuenta corriente para el resto del año, pero también se puede hacer por más o menos lo que viene costando un hotelito de medio pelo, eso sí, ajustando el tiempo de estancia a no más de una semanita, no te vayas a pasar.

¿Mareos con las consiguientes vomitonas arrojadas por la borda, ora a babor, ora a estribor? Al menos en mi caso, que me pongo nerviosito sólo de pensar que tengo que llevar a las niñas al Parque de Atracciones, lo cierto es que he vuelto con la caja de Biodramina intacta, con su precinto y todo. La única sensación parecida al mareo que experimenté la tuve al aventurarme a deslizar, junto con mi hija pequeña, mi cuerpo serrano por el tobogán (también conocido, por la susodicha, por el nombre de “botogán”) de cuatro alturas y otras tantas revueltas que coronaba la cubierta más elevada según se mira a proa, allá por el piso 12º del dichoso barquito. Tan grande es el bicharraco flotante que la mayor parte del tiempo te olvidas por completo de que te estás deslizando por aguas del Mediterráneo, te lo juro por Popeye.

Conviene señalar también que el barco llevaba bandera italiana y que la mayoría del pasaje era, por tanto, de esta nacionalidad. Aproximadamente 3.000 de las 4.000 personas que viajábamos a bordo del barco tenían el italiano como lengua materna. Lo digo más que nada por si en los sucesivos textos se me desliza algún que otro término en nuestra hermana lengua romance, signore e signori.

En cuanto a las escalas, lo dicho, que no hay mucho tiempo para descubrir los mejores rincones de Marsella, Nápoles, Túnez o Palermo, pero sólo por contemplar las magníficas vistas que ofrece el barco al acercarse al Golfo de Nápoles con el Vesubio al fondo o de la catedral de Palma de Mallorca ya es más que suficiente.

Y si lo que se pretende es disfrutar de la vida a bordo, allí hay entretenimiento para todos los gustos y edades. Eso sí, pensando siempre en el gran público, que nadie espere que le programen un ciclo de cine experimental o un conferencia sobre “Utilidades y aplicaciones de la aceleración de partículas tras la puesta en marcha del Gran Colisionador de Hadrones (LHC, siglas en inglés) de la organización Europea para la Investigación Nuclear (CERN, siglas también en inglés)” Eso no. Lo que hay, por ejemplo, es un magnífico equipo de animación que no te deja respirar un minuto y a la mínima que te descuides te pone a bailar La Bomba, El Papichulo o El Aserejé, coreografías que, alrededor del tercer día de crucero más o menos (dependiendo de la destreza de cada cual), todo buen marinero al uso debería ya irse sabiendo, no me vengas con cuentos.