lunes, diciembre 31, 2007

Dar las uvas

Riiiing,riiiing
- ¿Sí, dígame?
- ¿Se puede poner el becario, por favor señorita?
- Pues me temo que no se va a poder poner, señorito.
- ¿Y eso por qué?
- Es que verá, el señor becario está reunido con el jefe.
- Vaya por Dios..... Oiga, ¿con el jefe? Pero si eso es imposible.
- Impossible is nothing, amigo mío. ¿Por qué está usted tan seguro?
- Hombre, porque entre otras cosas da la casualidad de que el jefe soy yo.
- ¿El jefe de quién, es usted?
- El jefe del becario.
- ¿El jefe de mi jefe, entonces?
- El jefe de su jefe. Exactamente. Pero... ¿cómo que de su jefe? ¿Y usted quién es?
- Pues la “personal secretary” del señor becario, quién si no.
- Ya. La veo a usted muy puesta en idiomas, al menos. Pues haga el favor de decirle en castellano que soy yo quien le llamo, valga el pareado.
- Un momentito, que voy a pegar el oído a la puerta a ver si es verdad que no está reunido..... ¿Oiga?, que va usted a tener razón, que con el jefe no debe estar, yo creo que más bien está con el Oso Yogui, por el ruido que se escucha.
- ¿El Oso Yogui? Haga el favor de abrir la puerta de su despacho, mejor dicho, de MI despacho, y dígale al becario que deje de roncar y que se ponga al aparato.
........
- Al aparato estoy puesto, jefe. Me pilla usted pelín traspuesto, pero yo ya estoy repuesto. Pegándoseme está, como verá, su loable manía de rimar.
- ¿Has probado el revolucionario Snore stopper?
- ¿Para dejar de rimar?
- No, no, para dejar de roncar. Se trata de un dispositivo a modo de reloj que al detectar el ronquido envía una serie de impulsos eléctricos a la muñeca del sujeto roncante - es decir, el becario en este caso - de manera que te obligan a cambiar de postura dando fin, con ello, a tan desagradable soniquete de fondo, hombrepordios.
- Pues no, pues no, pero tomaré en cuenta su consejo y le pediré uno a los Reyes Magos. Pero dígame, dígame par qué me molest..., digo para qué me llamaba?
- Pues mira, a decir verdad quería comentarte alguna cosilla del último post que publicaste.
- A ver qué cosilla, a ver qué cosilla. ¿No me dirá que no le gustó la idea, lo de las cartas al director?
- No, si yo me refiero, y mira que te lo advertí, a la fecha, al 28 de diciembre.
- ¿28 de diciembre fun, fun, fun?
- No, eso es el 25; el 28 es el Día de los Inocentes.
- ¡Mecagoenlaleche! Habérmelo advertido así de claro, hombre. Que me tragué la bromita, vamos. Ya me parecía a mí. Mira que me tenía mosqueado lo del apellido “Ajonjolí...”. ¿A que es con hache intercalada, “Ajonjoholí”? Como los nombres de los brasileños “Robinho”, “Ronaldinho” o “Inhiesta”, claro.
- Disculpa que te corrija una vez más, becario, pero Iniesta no lleva hache. Ni tampoco es brasileño, sino de Albacete.
- Pues eso, ya lo decía yo, de Albahacete. También con hache.
- Vamos a dejarlo, vamos a dejarlo. Mira, aprovechando que estáis ahí tú y la secretaria, la secretaria y tú (que ya hablaremos por cierto, de lo de contratar secretarias sin mi permiso), se me ocurre haceros una propuesta.
- Proponga, proponga. Pero le recuerdo que no es “secretaria”, sino “personal secretary”.
- Para el caso lo mismo es. ¿Qué os parece si dais esta noche las uvas, tú y tu "personal secretary"?
- ¿Dar la uvas? ¿Se refiere usted a que actuemos cual si fuéramos Anne Igartiburu con tanga y Ramontxu con capa?
- Si, eso es. Pero lo de la vestimenta es lo de menos, hombre. Si va a ser aquí, en el blog, no en la tele. ¿Aceptáis el reto?
- Aceptamos, aceptamos, que la muchacha, que no pierde hilo de nuestra conversación, ya me está diciendo que sí con sus alemanes.
- Será ademanes.
- Eso, ademanes.
- Pues acercaos entonces al teléfono ambos dos, levantemos nuestras copas y aprovechemos para brindar ya con nuestros lectores, si es que alguno nos queda a estas alturas del post, y desearles a todos un ¡FELIZ AÑO 2008!
- Disculpe una pregunta, la última del año, jefe: ¿a quién hay que dárselas exactamente? A las uvas, me refiero.

viernes, diciembre 28, 2007

Cartas al Director

Pues eso, que como ayer ya anuncié doy comienzo a la nueva sección Cartas al Director con una misiva – utilizo esta palabra tan cursi, “misiva”, para no repetir “carta”, que algo ya voy aprendiendo – que me ha enviado un pavo echándole la bronca al jefe. Por cierto, que este último, mi jefe, me ha llamado advirtiéndome sobre la fecha de hoy. Supongo que querría decir que la ponga, así que ahí queda: 28 de diciembre de 2007. Es que a veces no habla claro, el tío.

Copio y pego:


Estimado Sr. Estilografic Punto Blog:

Le remito la presente con la intención de mostrar mi más enérgica protesta ante la escasísima - qué digo escasísima, nula, o lo que es más, nulísima - información que estos últimos días de asueto, regocijo y esparcimiento cercanos a las fiestas navideñas ha venido apareciendo (o mejor, desapareciendo) en su blog, conocido por todos como Estilografic Punto Blog, bitácora que un servidor tenía en alta estima como ejemplo de medio de comunicación serio y responsable para con sus lectores, pero que después de los últimos acontecimientos - precisamente no acontecidos - a los que me vengo refiriendo, viene a antojárseme como todo lo contrario, permítame que se lo diga así de claro y aunque resulte y resuene un tanto brusco y rotundo ante sus oídos, alma de Dios.

Porque si exceptuamos el insulso y escasamente profesional artículo aparecido en el día de ayer, que tuvo a bien poner en manos de un simple y desafortunado becario, no me irá a decir que no es digno de comentario, con las correspondientes chanza, jolgorio y chirigota, el asunto, sin ir más lejos que a la vecina Francia, de las vacaciones de don Nicolas Sarkozy y su bella y flamante acompañante, la modelo y cantante italiana Carla Bruni. ¿Es que se hubiera usted callado – o lo que viene a ser lo mismo, permanecido en silencio - en el caso de que nuestro sin par presidente del Gobierno de la nación española, don José Luis Rodríguez Zapatero, hubiera aprovechado los días libres que quedarle pudieran en el cuadrante de vacaciones de La Moncloa para fugarse en avión privado a cualesquiera de los destinos paradisíacos que Viajes Marsans, de toda confianza, viene ofertando en el Caribe o destino similar con la también cantante italiana Hola Rafaela, digo Rafaela Carrá, de manera que la rubia presentadora a la par que show-woman finalizara el viaje cantándole a nuestro Jefe de Gobierno ante toda la concurrencia lo de explota-explótame-expló, explota-explota-mi-corazón?

¿Qué pasa? Que no ha tenido usted tampoco a bien pararse a analizar detenidamente las sabias y concienzudas palabras con las que Su Majestad, el Rey Don Juan Carlos I de España, nos deleitó a todos los españoles durante el ya tradicional discurso Navideño, en el que, sabia y prudentemente, con la delicadeza que a Su Majestad siempre ha caracterizado (si hacemos excepción del desafortunado incidente en el que, como todo el mundo sabe ya a estas alturas, el monarca mandole al presidente venezolano Hugo Chavez durante la celebración de la última cumbre iberoamericana “cerrar su sucia bocota” utilizando la diplomática, educada, recurrente y consabida expresión de “por qué no te callas”) nuestro Jefe de Estado, éste también sin par, abordó el asunto de “la debida observancia de las reglas sobre contenidos televisivos”, haciendo referencia sin duda - o es que usted no sabe leer entre líneas, señor Estilografic Punto Blog - a lo injusto y desagradable del suceso que a continuación me dispongo a detallar, y del que su persona no ha hecho tampoco ni la más mínima mención en su ya referida bitácora durante las últimas fechas.

¿Es que acaso, y esto ya es que me parece el colmo de los colmos, no le da usted importancia a la desagradable situación que si nadie lo impide deviene en producirse en fecha tan señalada como lo es el próximo 31 de diciembre, momento y situación comúnmente conocidos como Nochevieja, cuando en acontecer tan bello, íntimo y significativo que año tras año se repite, los españoles de las diecisiete comunidades autónomas más las ciudades de Ceuta y Melilla, así como aquellos otros que por distintas razones que no vienen al caso residen en territorios no pertenecientes al Estado español, nos reunamos – digo - en torno al aparato transmisor de imágenes a distancia mediante ondas hercianas, esto es, el televisor analógico (o en su caso incluso del digital) para tomar las doce uvas de la suerte y nos encontremos con que el afamado presentador de nombre Ramón García, más familiarmente conocido como Ramonchu, deje huérfanos a los espectadores de la primera cadena para retransmitir la caída de la bola sita en el reloj de la madrileña Puerta del Sol así como las subsiguientes doce campanadas que delimitan en año 2007 y dan paso al 2008 , incluidos también los cuartos, desde la cadena de la competencia, Antena 3, así como así, queenquécabezacabe?

Pero no, claro, a usted le parece más cómodo y, sin duda, infinitamente menos comprometido con la actualidad informativa que sus lectores le demandan, inhibirse a la hora de abordar los susodichos temas arriba mencionados y refugiarse en la característica facilona de estos señalados días que invitan al asueto, el regocijo y esparcimiento, como ya arriba mencioné y no me duelen prendas en volver a mencionar, y esconderse, porque eso es lo que está haciendo usted, querido amigo Estilografic Punto Blog, esconderse y no dar la cara dejando el timón del barco en manos de un simple becario cuando los asuntos de extrema gravedad que suceden en este nuestro mundo, de los que aquí algunos ejemplos ya se han mencionado, exigen un juicioso y crítico análisis que, no sabe lo que me duele afirmárselo, echando estoy en falta en esta bitácora de su digna dirección. Chim pon.

Fdo: Bustamante Cado de Ajonjolí

jueves, diciembre 27, 2007

El regreso

Ahora me voy para allá, ahora me vengo para acá, ooooops, ooooops... Haciendo balance me hallo, que me lo ha mandado mi jefe y según he visto en el diccionario es eso, el "movimiento que hace un cuerpo, inclinándose ya a un lado, ya a otro". Sí, qué pasa, otra vez estoy aquí, de nuevo el blog en manos de El Becario. Qué quieres, siempre que llegan días de esos en los que a los jefes no les gusta trabajar, acaban dejándolo todo en manos de irresponsables becarios. Y ahí es donde entro yo en juego. No te creas, no, que esta vez ni siquiera me han llamado. He venido yo en la propia moto, en la moto de uno o como se diga lo de la moto, que ahora no me sale.

Como me hice copia de las llaves cuando estuve trabajando aquí el verano pasado - sacando esto a flote, que todo hay que decirlo - pues me he imaginado que estos días no iba a haber nadie, que tampoco era tan difícil llegar a esa conclusión, la verdad, teniendo en cuenta que aquí nadie actualiza desde hace horas. Así que aquí me he plantado, y una vez tomada posesión de la mesa que otrora fue mía, voy y llamo a mi jefe:

- Buenos días, jefe, ¿sabe quién soy?
- Pues si no me da más datos, así, por teléfono y a estas horas que me llama, cuando procedo a tomar el aperitivo....
- Le dirá a usted algo el nombre de Arantxa...
- ¿Arantxa de Benito, señora de ese pedazo de futbolista tan incomprendido como magistral e impredecible llamado José María Gutiérrez Hernández, Guti H?
- No, no, no me líe con sus cosas que nos conocemos. Arantxa Sánchez Becario.
- ¡Coño, el becario! ¡Cuánto tiempo ha!
- ¡Ah!
- Oye, ¿y qué haces ahí, sentado en mi mesa?, porque me juego el cuello a que estás sentado en mi mesa, ¿no?
- Acaba de ganar usted un cuello, jefe. Pues que está todo esto como el hombro de la manga, y que vengo a arreglárselo unos días, si me lo permite.
- “Manga por hombro”, se dice.
- Eso, manga por hombro, ya sabe que nunca se me dieron bien las expresiones a mí. Esto se lo arreglo yo “isofato” ¿Qué quiere que haga?
- Pues mira, ya que estás, podrías ponerte a hacer un balance del año, que a mi me da pereza.
- Eso está hecho, jefecito.
- Sin diminutivo, por favor.
- Sin diminutivo lo haré, jefecito.
- ¿Cómo dices, gggrrrrrr?
- Es un broma, es una broma, jefe, no se me vaya a poner ahora hecho un obelisco.
- Será un basilisco.
- Vale, pues póngase como quiera, pero déjeme, déjeme, que trabajando ya estoy. Hablamos.
- Hablamos.

Hay que ver qué poco sentido del humor tiene el pavo este. Veo que no ha cambiado nada desde el verano. Pues que sepa que me ha parecido muy mal que no me incluyera en la postal navideña esa tan cursi que ha puesto en el post anterior, que ya se lo ha restregao por las narices mi buen amigo el Clandestino, además. Es lo bueno de contar con amistades tan importantes e influyentes, que te has creído.

Pues nada, como hay tiempo para lo del balance anual de aquí a las uvas, mientras me balanceo voy a crear una nueva sección, a la que ya me dispongo a bautizar como Cartas al Director, algo nunca visto. Es una cosa que da mucho juego, ya lo verás, y sobre todo, jeje, poco trabajo. Así que nada, lo dicho, envíen sus cartas que yo ya las publicaré, si procede.

¡Coño!, “motu proprio” era, que no me salía. Qué moto ni qué moto...

lunes, diciembre 24, 2007

¡Feliz Navidad!

Los personajes de Estilografic Punto blog os desean a todos con todo el cariño: ¡FELIZ NAVIDAD!


De izquierda a derecha, y de arriba abajo, mirad qué chicos más majos:

La hija de Mariscal, diseñadora de la cuchara estilográfica; José Manuel de los Santos Bermejo, el Richard, un tipo al que le gusta marcar diferencias; el Géneral Manager de Cortylandia; Jerónimo, el conserje de la finca de Estilografic (también conocido como Jacinta en sus ratos libres); el representante de la empresa Colorado Altitude Training; el Hombre del Moco, que me sigue mosqueando un poco; Paco el lechero, famoso en el mundo entero, y el Consejero Delegado de Estilografic Punto Blog.

viernes, diciembre 21, 2007

Los usurpadores

En algún lugar recóndito de este universo virtual todavía por descubrir, por primera vez en cientos de años volvió a detectarse la humedad.

Habían pasado tantas cosas y tan deprisa en los últimos doscientos años que se hacía imposible recordar ni el más inmediato acontecimiento del pasado. La especie había mutado, y nadie resultaba ser ya ninguna persona. Lo que antes se denominaba “ser humano” ahora se conocía como “nick”, pero ya no se trataba exactamente de lo mismo. Los nicks no les llegan ni a la suela de los zapatos a sus antepasados. No, porque los nicks no tienen sentimientos.

¿Cómo se ha llegado a esta situación? Ningún nick se ha hecho todavía esta pregunta, sencillamente porque no son conscientes de ello. Recuerda: “imposible recordar ni el más inmediato acontecimiento del pasado”. Ahora viven en blogs, la blogosfera es la atmósfera que respiran, un universo del que todavía se desconoce su extensión, ni siquiera se sabe si ésta es limitada o ilimitada, pero que se muestra repleta de peligros de los que los nicks ni son ni pueden ser conscientes. Y es que además, lo mismo les da.

En el lado más oscuro de ese universo moran los otros, agazapados y al acecho, esperando a actuar a la menor oportunidad. Son los usurpadores. Encuentran al nick apropiado y lo usurpan, lo asumen, dicho en términos más humanos, lo devoran. Se trata sólo de un suceso más en la línea del tiempo, ni bueno ni malo, porque, no lo olvidemos, los nikcs carecen de sentimientos. Aparecen, se comunican y desaparecen. Es así su ciclo vital.

Un día fueron a por “ella”. El único rasgo humano, si así se puede denominar, que les quedaba a los nicks era el género. Se trataba sólo de un resto, no una distinción sexuada. Una especie de herencia del pasado sobre la que ellos, por supuesto, no se hacían preguntas. La usurparon. Ocuparon su blog y quedó convertida en un simple desecho. Pero esta vez todo fue distinto. Se produjo un error inesperado, lo que en términos coloquiales se conoce como “fuera de programa”.

Al consumarse la usurpación, por alguna razón desconocida el llamado desecho pasó a tomar conciencia de su propia existencia. Y lloró, lloró como una niña sintiéndose perdida. Esa novedosa e inesperada humedad desprendida de su cuerpo fue la señal que anunció la vuelta al principio, el renacer cíclico del tiempo que hizo posible otra vez el comienzo de la vida.

NOTA: Pequeño y modesto ciberelato dedicado a alguien que un día perdió su blog, pero que no consintió que nadie le usurpara la ilusión que ahora le permite reiniciar una nueva aventura: Irreverens.blog.

jueves, diciembre 20, 2007

Blanca Navidad

Qué cosas. He conocido una encuesta en la que se llega a la conclusión, tremenda, de que la Navidad altera la conducta de los individuos de manera negativa: se dice que quienes sufren trastornos de ansiedad empeoran notablemente en estas fechas, que se disparan los divorcios, que aumentan los conflictos de todo tipo, las peleas al volante, los nervios en las escuelas... Qué cosas tienen la Navidad, insisto.

Pues yo la verdad es que tampoco entiendo tanta alteración a qué se debe. Vamos a ver, ¿no son las navidades unas fiestas tradicionalmente conocidas como de amor y paz? Y en qué cabeza cabe entonces, que en unas fiestas tradicionalmente conocidas como de amor y paz, ya digo, se nos altere el carácter de manera tan agria y desagradable, ¡joder! Jopelines, quería decir.

¿No rezuman los entrañables y familiares Villancicos que tantas y tantas veces entonamos en estas jornadas de adviento palabras tan bellas, apacibles y sugerentes como las que vienen a decir que “oh, blanca Navidad, sueño, y con la nieve alrededor, blanca es mi quimera y es mensajera de paz y de puro amor”?. Y lo que es más, ¿no insisten luego al compás de la misma melodía: “Oh, blanca Navidad, nieve, una esperanza y un cantar. Recordar tu infancia podrás, al llegar la blanca Navidad"? ¿Cabe, ante afirmaciones tales – benditoseaelseñor - , el menor atisbo de aversión, repugnancia o propensión a la malignidad, incluso en el más que probable caso de que se repitan de manera que ya empiece a resultar un tanto pesadita, me-cago-en-to-lo-que-se-menea?

Con lo entrañable que resulta todo por estas fechas, hombrepordios. Si es que va llegando el fin de semana y cualquiera con dos dedos de frente se muere de la impaciencia, que está uno en casa que no se halla pensando en que llegue la hora de acudir al centro comercial de turno para primero observar, a continuación estudiar, posteriormente seleccionar y por fin adquirir los preciados regalos para nuestros seres más allegados, incluso, qué remedio te queda, para el indeseable del tío Paco, el muy, baboso, que luego ni te lo agradece, y encima es que no hay forma de dar con su talla, y te vas a un centro comercial, luego a otro, luego a otro, no encuentras aparcamiento, te quita el sitio el del Audi, el tío listo, la madre que lo parió, al del Audi.

Luego está lo de la Lotería. Qué ilusión. No me digas que no. Si no fuera porque no juego nunca.... Pero vamos, tiene que ser ilusionante y emocionante, porque anda todo el mundo como loco, en el barrio y en trabajo. Hombre, es que son 300.000 euros al décimo, que no es moco de pavo. Aunque luego, la verdad, no debe tocar mucho, porque siempre sale la señora con el número premiado diciendo que le va a dar sólo “para tapar agujeros”. Que yo creo que es siempre la misma, la señora, la de la botella de Codorniú. Pues para eso ya les vale, tanto dar la coña con la lotería, con los niños cantores, con el calvo, ¡que no me toquen tanto las bolas, hombre! A las mías me refiero, no a las del bombo.

¿Y de las reuniones familiares? ¿Qué me dices tú a mi de las entrañables comidas y cenas de Nochebuena, Navidad, Nochevieja y Año nuevo? No hay estampa más navideña que la de ambos cónyuges debatiendo acalorada pero a la par fraternalmente en casa de quién toca cenar este año en Nochebuena, si con los padres o con los puñeteros suegros, que el año pasado ya estuvimos donde tu madre y no veas la que lió el abuelo, que yo ya no vuelvo, y si quieres ir tú te vas, que te aguante tu madre, ¡habrase visto, la señora!

Pues eso, a lo que iba, que no entiendo a santo de qué se altera tanto la gente en estas fechas, si no hay nada como pasar una feliz y tranquila Navidad,que es mensajera de amor y de paz, ya lo he dicho más arriba cantando.

Y el vecino, que se meta ya la puñetera zambomba por donde le quepa. Mecagoentó.

¡Joder!

martes, diciembre 18, 2007

Aaaahfi y Jofegüí

Mira tú por donde que a mi la visita de Gaddafi a España me ha venido a traer hermosos y entrañables recuerdos. Que nadie se vaya a pensar que le guardo especial simpatía al líder libio, diosmelibre de ello, pero es que no sé qué me pasa que mi mente provoca a veces extrañas asociaciones de ideas que escapan al control de su propio dueño, en este caso un servidor.

Ha sido ver la imagen de Gaddafi y de José Luis Rodríguez Zapatero y rápidamente he pensado en Rafi y en José Luis, era inevitable, por aquello de los nombres. Rafi y José Luis eran dos hermanos vecinos míos. Sí, de la infancia o preadolescencia, que vete tú a saber dónde está la difusa frontera entre la una y la otra. En realidad, vamos a ser sinceros, se trataba del “Aaaahfi” y del “Jofegüí”. Yo es que nacer lo que se dice nacer, nací en el Barrio de Salamanca de Madrid – cuna ilustre donde las haya – pero teniendo en cuenta que mi infancia y adolescencia sucediéronme en el extrarradio, no me queda más remedio que considerarme un tipo del arrabal. Y en los barrios pasa eso: que don Rafael se convierte en el Aaahfi y don José Luis en Jofegüí.

En esos lugares dejados de la mano de Dios es que a nadie se le conoce por su nombre. Allí éramos el aaaahfi, el jofegüí, el boinilla, el ruina, el pelococo, el pingüino, el cuatroojos, el risi o el ladrillo, y todo el mundo sabia de quién estábamos hablando. Los motes además forman todo un universo lingüístico digno de estudio o incluso de tesis doctoral, porque evolucionan de una manera que no te puedes ni imaginar. A ti te empiezan llamando el “raspa” por aquello de que eres poca cosa y de ahí pasas al “zurraspas”, para más tarde convertirte en el “palominos” (ahí ya ha cambiado el sentido). Pero es que todavía no termina la cosa; luego eres sin más el “calzones”, y claro, al final todo el mundo acaba conociéndote, pues eso, como el “bragas”.

Como iba diciendo, resulta que la madre de los dos hermanos era una señora de la que en términos médicos podríamos decir que padecía una más bien escasa salud bucodental, lo que le producía un avanzado deterioro en maxilares tanto inferiores como superiores que le impedían la correcta dicción y articulación del lenguaje. Vamos, que la mujer andaba escasa de piños, la pobre. Este inconveniente tenía como consecuencia que cada vez que la señora se asomaba a la terraza para llamar a los muchachos a comer – en los barrios suceden esas cosas, te lo juro – su potente voz resonara en todo el distrito: “¡Aaaaaahfiiiiiiii!, ¡jofegüiiiiiiiiiiiií!”. Pues haciendo negocios andan ahora ambos dos, Gaddafi y Jose Luis.

Luego está tambien lo de la jaima. No hombre no, que nadie se vaya a pensar que en nuestro barrio vivíamos así, que no era para tanto. Es que una vez dormí en una, en pleno desierto tunecino. Sí, lo típico, te pasas la vida preocupándote porque cada vez que viajas te asignen un buen hotel, y de repente se te cruza la típica oferta: “playa y desierto en Túnez, la ruta de los oasis”, y venga, todo el mundo a dormir en jaimas. Con lo bien que se descansa en la 407, con vistas a la piscina.

Tampoco te vayas a pensar que la cosa iba de aventura peligrosa peligrosísima, qué va. Se trataba de un campamento previamente acondicionado para turistas, en mitad del desierto, eso sí, pero con tu cafetería, tus servicios de chicos y chicas y con un manantial de aguas termales con propiedades terapéuticas, que decía el folleto de Politours. Luego nos metemos con los guiris que se gastan la pasta en sangría y paella de las malas malísimas y se marchan tan contentos, pero vamos, aquello tenía una pinta de lo que comúnmente viene denominándose “meaillo” que no te quiero ni contar. Daba igual, allá que íbamos todos los del grupo de cabeza.

Pues no fue hasta que llegamos al siguiente destino, un pedazo de hotel de cuatro estrellas en mitad de un oasis, cuando recuperamos la cordura, y volviendo una vez más a la infancia que Gaddafi y José Luis (ZP) me han recordado, dijimos aquello de “el viajar es un placer que nos suele suceder”, que cantaban los payasos de la tele (foto El País).


P.D: Permitidme que dedique este post a quienes fueron mis infantiles o adolescentes amigos de por entonces, algunos de los cuales aún hoy continúan siéndolo. Que continúan siendo mis amigos, quiero decir. Adolescentes hace tiempo que dejaron de serlo, qué más quisieran ellos. Gracias por seguir ahí, pelococo, ruina, boinilla y compañía.

lunes, diciembre 17, 2007

Regalos de empresa

Sabía yo, no sé por qué, que al final los Ferrero Rocher de Paloma Cuevas – los de Isabel Preysler ya pasaron a la historia - me iban a traer problemas. Me refiero a las cajitas que, perfectamente empaquetadas por un servidor, la empresa regaló a los empleados durante la comida de confraternización aludida en post anterior y que yo, inocente de mi, nunca pensé que mi jefe hubiera manipulado previamente. A las cajitas, me refiero.

Resulta que al tener uno cierto compromiso de esos “antipáticos” en los que en realidad no te apetece ni lo más mínimo regalar nada al indeseable de turno - ¡anda y que le den! – , pero te ves en la obligación de hacerlo por aquello del compromiso precisamente, decidí, cortés y sabiamente, agarrar la dichosa cajita de Ferrero Rocher que me habia correspondido y que – precavido que es uno – no había desempaquetado, y regalársela tal cual al conserje de la finca, un tal Jerónimo.

Con este tipo mantengo yo una relación que podría calificarse de “tirante” después de haber tenido algún que otro encontronazo últimamente, pero al que, aclaro, soy consciente de que conviene mantener contento, ya que las luces del descansillo se funden un día sí y el otro también y el ascensor se queda atascado cada dos por tres. Ya sabes: si no puedes derrotar al enemigo, mejor únete a él.

El caso es que esta mañana, dirigíame yo responsablemente y a la hora indicada a mi puesto de trabajo, y al proceder a limpiar enérgicamente el parabrisas delantero de mi vehículo estacionado en plena calle - con la rasca que hace, el pobre - con la intención de desprender la gruesa placa de hielo que la fría y desapacible madrugada madrileña había depositado sobre los cristales, detecto que el susodicho Jerónimo se me acerca solícito y me dice:

- Muy buenos días tenga usted, señor Estilografic.
- Muy buenos días, Jerónimo.
- ¿Me permite que le ayude en su ingrata tarea de despejar el parabrisas delantero de su máquina (porque es una máquina, su vehículo) desalojando así el líquido elemento que lo cubre en estado de congelación, y por lo tanto ya no tan líquido?
- No se preocupe, no, que ya lo hago yo.

Escamado ante tanta amabilidad, voy y le interrogo al tal Jerónimo interesándome por el motivo de su sorprende actitud altruista:
- ¿Y a qué se debe, amigo Jerónimo, tanta amabilidad hoy de mañana?
- Quería agradecerle a usted, señor Estilografic, el espléndido detalle que ha tenido para con mi persona.
- Ah, de manera que es por eso. ¿Le gustan a usted los bombones?
- Pues no, la verdad es que no puedo comerlos, que me salen granos. Lo digo por “lo otro”, ya sabe.

Un sorprendente brillo que se me antojó parecían desprender los ojos de Jerónimo al mencionar “lo otro” disparó las alarmas en lo más profundo de mi ser.
- ¿”Lo otro”? ¿A qué se refiere exactamente, amigo Jerónimo, con “lo otro”?
- Pues a qué va a ser, señor Estilografic, al sobre que iba dentro de la caja de bombones.
- Concréteme a qué sobre, si hace el favor, Jemórino, digo Jerónimo.- dije dejando constancia de mi nerviosismo.
- Pues al sobre del cheque, cuál va ser si no.
- Ya...., el cheque. Cheque de dinero, claro.
- Claro, claro, al portador.
- ¿Al portador del cheque?
- Eso es.
- Es decir usted, en este caso.
- Yo mismo, yo mismo.
- ¿Y sería usted tan amable, amigo Jerómino, digo Jerónimo, portavoz del queche, digo portador del cheque, de recordarme a qué cantidad asciende el importe que figura en susodicho documento bancario?
- 600 euros exactamente.
- Que vienen a ser si no me equivoco, Jeromonio, 99.832 de las antiguas pesetas.
- Veo que tiene usted bien interiorizado el valor del euro, señor Estilografic, si me permite la referencia a las acertadas palabra de nuestro querido ministro de Economía y vicepresidente segundo del Gobierno de la nación.
- Interiorizado lo tengo, ya lo creo. ¡La madre que los parió!
- ¿A quién se refiere usted exactamente con tan desafortunada expresión, señor Estilografic?
- A mi jefe, a Paloma Cuevas y a don Pedro Solbes, por ese orden.

viernes, diciembre 14, 2007

Comida de confraternización

Ayer tuvimos en la empresa comida de Navidad, también llamada – cosas de dirección – comida de confraternización, o algo así. Bueno, así la llamaban antes los jefes, porque ahora, como hay ya mucho poetastro por aquí, cada vez que ponen el cartel anunciando lo de “El próximo día 13 de diciembre se celebrará la tradicional comida de confraternización”, os podéis imaginar lo que aparece escrito a bolígrafo pocos minutos después de que se cuelgue el cartel en el tablón de anuncios, haciendo la rima soez. Sí, siempre hay algún cochino que quiere que le toquen aquello.

Anduve todo el santo día ocupadísimo debido a que el consejero delegado, máximo mandatario y a la sazón principal accionista de la empresa, me encargó la ingrata tarea de organizar el almuerzo, al que asistimos, como Dios manda, todo el equipo de Estilografic Punto Blog, desde el primero, esto es, el ya referido consejero delegado, hasta el último, esto también es, el tipo que se encarga de ir actualizando el contador de visitas.

"Estilografic, prepárame un menú que salga “políticamente correcto” teniendo en cuenta la relación calidad/precio", me mandó el máximo mandatario, que para eso lo es. Ya que últimamente mi relación con Presidencia viene siendo “pelín tirante” debido a que desde las alturas parece ser que se sospecha que ando en negociaciones con otra gran empresa – que no sé de dónde se habrán sacado esa idea – decidí cumplir las órdenes a rajatabla.

Así que en busca de “corrección política” acudí en primer lugar al último informe del Banco Central Europeo, que prevé para las próximas fechas un importante aumento del precio de la carne debido al reciente fuerte incremento de los precios de producción de los piensos. Pienso yo también en ello, descarto la carne para el menú y continúo buscando “corrección política” en los políticos.

Descubriendo así que el secretario general de Agricultura y Alimentación (que de esto debe saber un montón) recomienda el consumo de conejo para estas Navidades, exclamo ¡coño, conejo!, valga la redundancia, y decido incluirlo como segundo plato. Al conejo, me refiero. El primero lo soluciono con una sopita, y en cuanto a los caldos, los otros, descarto la recomendación del “maitre” del Viña Tondonia Rioja Gran Reserva a 90 euros la botella- que ya probé una vez y no me hizo tilín, la verdad - y me decanto (muy apropiado el verbo en el caso de vinos, por cierto) por un tintorro de la casa. Eso sí, con Casera.

La comida ya no empezó del todo bien cuando el destino quiso que a Ramírez le tocara sentarse a mi lado. Ramírez, a quien llamamos familiarmente “el censor” debido a que se encarga de la moderación de los comentarios en el blog, es buena gente, pero tiene un defecto que se le acentúa comiendo: suelta perdigones a montones. Así que no me quedó mas remedio que montar un parapeto construido con servilletas y el apoyo de la cuchara para el postre impidiendo así la caída de las partículas salivares del susodicho censor en el conejo de servidora, digo de servidor. Al otro lado se me sentó un tipo que ninguno conocíamos, pero que nos aseguró fervientemente que era trabajador de Estilografic Punto Blog.

Después vinieron los regalos, las cajitas perfectamente empaquetadas con el lacito amarillo, una para cada uno de los comensales. “Oh qué será qué será”, me pase la mitad de la comida cantando apuntando con mirada guasona hacia el paquetito. A veces me sorprendo de la capacidad que tiene el empleado por cuenta ajena, en este caso un servidor, para fingir en determinados supuestos ante sus superiores. ¡Pero si las había empaquetado y comprado yo mismo, las cajitas de Ferrero Roché, a 3,75 euros en el Alcampo!

Finalmente, claro, me tocó a mí ajustar cuentas con el restaurante, así que fui el último en abandonar el local. Ello me permitió escuchar perfectamente el comentario que el camarero que nos había atendido le hacía al "maitre" (al del Viña Tondonia) al tiempo que le entregaba mi, a estas alturas de la navidad, tiritante tarjeta de crédito: “cóbrale un menú al pirao de la mesa catorce – le dijo - , que se ha pasado otra vez toda la comida hablando solo”.

Qué se habrá creído.

miércoles, diciembre 12, 2007

Porque ya es Navidaaaaad

Riiing, riiiing
- Ya estamos con las llamaditas, a ver que nos depara esta vez la compañía. La compañía telefónica, digo. ¿Digo?, digo ¿diga?
- Con Estilografic Punto Blog quería hablar, por favor.
- Solícito atiendo su llamada. Puede usted identificarme como EPB, si le es más cómodo. ¿Y con quién tengo yo el placer de inicializar conexión telefónica a 0,15 euros el establecimiento de llamada según reza la publicidad de mi operadora, en el supuesto de que fuera un servidor el que hubiera marcado? Que no es el caso, el supuesto.
- ¿Mi puesto?, ¿quiere usted saber exactamente cuál es mi cargo?
- No, no, me refiero al supuesto, del verbo “suponer”, pero hombre, ya que lo menciona le diré que sí, que estoy interesado en saber, en efecto, a qué se dedica usted.
- Soy el General Manager de la empresa aludida en su último post.
- ¿Un general? ¿No será por lo que escribí sobre los misiles “Tomahawk”? ¿Qué pasa, que no son de largo alcance?
- No, no, no es eso.
- Entonces es por lo de la Massive Ordance Air Burst, también conocida con el sobrenombre de “La madre de todas las bombas”?
- Tampoco, tampoco, que no, que no soy militar ni nada que se le parezca. Soy General Manager, algo así como director general, pero en inglés.
- Ah, eso está muy bien. ¿Y qué es lo que quería entonces de mi persona?, y aún más. ¿a qué empresa se refiere entonces?
- Le explico, soy el General Manager de Cortylandia.
- (cantando) ¿Cortylandia, Cortylandia, vamos todos a cantar?
- (cantando también) Alegría en estas fiestas porque ya es Navidad, porque ya es Navidaaaaad. - Sí señor. Lo veo a usted muy puesto, EPB.
- Bien reciente que lo tengo. ¿Y qué es lo que desea, insisto?
- Verá, es por lo que contó ayer sobre nuestro espectáculo. Noté cierto tono irónico y socarrón en lo que decía al final, eso de “sin el menor atisbo de incitación al consumismo” y en lo de “haciendo gala de un tremendo derroche de amabilidad, generosidad, desinterés y espíritu navideños”.
- ¿“Espíritu navideño”, dije? Me sucede a veces que cuando escribo no me doy cuenta, pero luego al releerlo encuentro que resulta algo cursi, va a tener usted razón, GM, si me permite la confianza.
- No, si yo no me refiero a que resulte cursi; me refiero a que resulta más bien... ofensivo.
- ¿Ofensivo? Pues no era esa mi intención, valgameelseñor.
- Pues pareciolo, pues pareciolo, créame. En fin, no importa, eso ya no tiene remedio. Mi obligación como General Manager es convencerlo a usted de la buena y sana intención de nuestra iniciativa. En Cortylandia no vendemos juguetes, señor. Vendemos ilusiones. ¿Me comprende?
- Creo que sí, que le voy comprendiendo. ¿Y en que planta de El Corte Inglés están? Las ilusiones, digo.
- No, no están en ninguna planta. Están en el espíritu de nuestro espectáculo y en las mentes de las criatura que nos observan. A ver EPB, a usted, por ejemplo, ¿qué fue lo que más le gustó de nuestro espectáculo?
- ¿A mí? Pues..., no sé, déjeme pensar....
.........
.........
- ¿?
- ¡Ya lo tengo! Verá, uno llega allí con su hija sobre los hombros – la pequeña, que con la mayor es que ya no puedo – y se sitúa lo mas cerca posible del espectáculo. La niña no sé, pero uno mira entonces al frente y la verdad es que no ve más que niños y más niños encima de los hombros de sus papitos, quietos como estatuas y con la boca abierta, los niños, no los padres. ¿Me sigue, GM?
- Con la boca abierta estoy también yo, escuchando su relato. Le sigo, le sigo.
- Sigamos pues: en ese preciso instante, estando los zagales como digo quietos como estatuas y con la boca abierta, es cuando comienza a sonar la ya repetida cancioncilla de “Cortylandia, Cortylandia, vamos todos a cantar...”, que no voy a referir aquí otra vez entera porque estimo que usted, querido GM, ya se la sabe de cabo a rabo, con perdón por lo del cabo.
- En efecto, es mi deber sabérmela.
- Pues digo que es entonces cuando se produce, o prodúcese, ese momento irrepetible e indescriptible en el que las criaturas flotantes, esto es los niños subidos en los hombros de los padres, como si fueran mecidos por suaves olas marinas, comienzan a balancearse de un lado a otro al suave y melodioso ritmo de la musiquilla consabida, conformando así un paisaje de la más sugestivo y poético en el horizonte que dibuja la adornada fachada de El Corte Inglés de Preciados.
- Deduzco entonces que a usted lo que más le gusto fue ver cómo bailan los niños.
- No hombre no, GM, veo que no ha captado la esencia de mi sentimiento. Yo voy mucho más allá. Los niños no bailan, siguen quietos como estatuas. Son los padres los que se mueven al ritmo de la música y quienes, con el suave balanceo de sus cuerpos provocan que. allá en lo alto, situados casi en lo que podríamos llamar una segunda dimensión generacional, los inocentes cuerpos de los infantes parecen también moverse, desplazados en el mismo sentido gracias al contacto y al apoyo fraternal que los sostiene desde abajo.
- Déjeme que le diga una cosa, amigo Estilográfico, ha creado usted un momento mágico.
- Estilografic, me llamo Estilografic. Sin la “o” final.
- Lo sé, lo sé. Es para que quede bien la rima, pero se lo diré de otro modo entonces: amigo Estilografic, ha creado usted un momento “magic”.
- Pues déjeme terminar apuntillando entonces que para mí, ese momento “magic” se me antoja como una metáfora de nuestra propia existencia, del sudor y el sacrificio anónimo de toda una generación que trabaja desde abajo, desinteresadamente, para que otra nueva generación –nuestro propio futuro, amigo – pueda danzar sin esfuerzo al ritmo de la música de la vida.
- Después de escuchar su bella y poética historia no me queda más remedio, EPG, que sugerirle a usted lo siguiente: ¿aceptaría usted el puesto de “publicity manager” de Contylandia?
- ¿Eso es bueno o malo?
- Sería algo así como el director de comunicación y marketing.
- ¿Y eso por qué?
- (todos cantando a coro) Porque ya es Navidaaaaaad.

lunes, diciembre 10, 2007

Vamos todos a cantar

El pasado fin de semana, aprovechando el largo puente, me armé de valor y paciencia. Cuando uno es un tío pacífico, como es el caso, de lo que puede llegarse a armar en una situación límite no es de misiles BGM-109 “Tomahawk” de largo alcance tipo crucero para objetivos terrestres, o de la Massive Ordance Air Burst (MOAB), también conocida con el sobrenombre de “La madre de todas las bombas”. Que nadie se asuste. Servidor se arma de eso, de valor y de paciencia, sencillamente.

Quiero ir a parar a que me metí el todo el centro. No me estoy refiriendo tampoco a que hice lo que parece que ahora quieren hacer PP y PSOE pensando en la elecciones, no, sino que - vamos a ver si nos vamos aclarando - cogí a la familia y llevémela al centro. Al centro de Madrid. A impregnarnos de ambiente Navideño. Ahora se entenderá el rodeo que he dado para confesar lo que hice, así como el ambiente prebélico que rodea al post, me imagino.

Eso sí, lo hicimos siguiendo las recomendaciones de nuestro queridísimo Ayuntamiento, es decir, en transporte público. Y bien público, ya lo creo. Como que no nos quedó más remedio que coger el de San Fernando, un ratito a pie y otro andando, que en las paradas de autobús y en las estaciones de metro había más gente que en la guerra (otra vez que me sale el ardor guerrero, de la tensión acumulada).

Así partimos sin más referencia que el centro, también llamado kilómetro cero, sin pensar en un destino concreto, aunque teniendo bien claro por mi parte al menos que a la Plaza Mayor no, que a mí cada vez que voy a la Plaza Mayor me invade la tristeza. Es que me acuerdo de Chencho, el pobre, no lo puedo remediar, la criatura que se perdía allí mismito, yendo de la mano del abuelo Pepe Isbert, en la película La Gran Familia, la que ponen todas las Navidades en la tele. Muy pronto en nuestras pantallas, seguro.

Con tanta aglomeración de gente, pensando en Chencho, y estando como está la cosa de achuchá, no te queda más que echarle una mano a una niña, la otra a la otra niña, la tercera a la cartera... y es entonces, contando y recontando, cuando te das cuenta de que no, de que para empezar ya te está sobrando una mano y de que la que está en ese momento en la cartera no puede ser tuya, sino de alguno que debe andar todavía más acuchao que tú.

Te dan ganas de no seguir, pero no puedes evitar hacerte la pregunta: si es cierto que la cosa está tan achuchá, ¿dónde irá tanta gente, lamadrededios? La duda te da la fuerza necesaria para seguir adelante y es entonces cuando descubres la respuesta. Esa marea humana que no deja de acompañarte desde la Puerta de Alcalá hasta la Puerta del Sol y sigue calle Arenal abajo se dirige a... ¡Cortylandia! Sí, es cierto todo lo que dice la canción: “vamos todos a cantar, alegría en estas fiestas porque ya es Navidad, porque ya es Navidaaaad”. Pero todos, todos.

Para quienes no vivan en Madrid o en alguna de las muchas ciudades en las que, supongo, se produce anualmente el fenómeno conocido como “Cortylanda” - que es que los madrileños somos así de paletos, nos creemos que to’l mundo vive en la capital -, explico brevemente de qué se trata (los listillo, entonces, pueden saltarse este párrafo). Cortylandia es un entrañable y navideño espectáculo callejero audiovisual que se exhibe año tras año en la fachada de El Corte Inglés con la sana y única intención de transmitir a nuestros queridos niños un mensaje de paz y alegría porque ya ha llegado la Navidad.

El espectáculo, de quince minutos de duración, no es que sea gran cosa, pero hay que reconocer que finaliza de manera sublime con padres y niños cantando a coro lo de “Cortylandia, Cotylandia, vamos todos a cantar...” Y es después, nada más hacerse el silencio y extinguirse el eco de los aplausos, cuando una amable voz invita a los presentes a que ya que están allí, qué les cuesta, se den una vueltecita por la séptima y octava plantas de El Corte Inglés, más que nada para que las criaturas puedan contemplar la variada exposición de juguetes que se nos ofrece de manera altruista, desinteresada y gratuita.

Todo ello, ya digo, sin el menor atisbo de incitación al consumismo por parte de los grandes almacenes, no hombre no, sino más bien haciendo gala de un tremendo derroche de amabilidad, generosidad, desinterés y espíritu navideño, que es de lo que se trata en fechas tan señaladas.

miércoles, diciembre 05, 2007

Un problema

Tengo un problema; o dicho de otro modo, un problema tengo; o lo que viene a ser lo mismo, en un problema me hallo. Me refiero a un problema tal cual, en el sentido literal de la palabra. Es éste:

La madre de Juanito le ha encargado que baje al mercado y compre ocho litros de leche, tres kilos de tomates y dos botellas de dos litros de Coca Co..., digo de refresco de cola. La madre de Juanito le ha dado al niño veinte euros justitos, y los precios en el mercado están como se detalla a continuación, o lo que viene a ser lo mismo, por las nubes:

1 litro de leche:1,20 euros.
1 kilo de tomates: 2,30 euros.
1 botella de Coca Co..., digo de refresco de cola de dos litros: 1,75 euros.

“Juanito, majo, con lo que te sobre si quieres te compras unos cromos”, le dice la madre al muchacho.

Añadamos pues por último que los cromos que colecciona Juanito, los de la Liga de Fútbol 2007/2008, cuestan a 0,50 euros el sobre, y que en cada sobre entran un total de seis “estampitas futboleras”.

La pregunta es, por fin: ¿cuántos cromos se va a agenciar Juanito, el pobre, gracias a la generosidad de la madre que lo parió?

Dice el informe pisa sobre el cuello de Juanito, digo PISA sobre educación, que nuestros alumnos presentan un déficit importante, entre otras cosas, en comprensión de lectura, y en consecuencia en todo lo que de ello se deriva. Y de ello se derivan muchas cosas, si lo piensas. La resolución de problemas matemáticos, por ejemplo, no sólo depende de la capacidad del alumno para realizar operaciones, sino que también tiene mucho que ver con la facilidad o dificultad para comprender un texto.

“No lo entiendo”, es lo primero que suelen decir los alumnos – me contaba hace poco un profesor de Primaria – ante un problema planteado en clase de matemáticas del tipo del que yo tengo, el de Juanito. Luego está si saben o no resolverlo, pero lo primero que te dicen es eso: “no lo entiendo”.

El asunto es complejo, y seguro que en ello están implicados numerosos factores, desde los continuos cambios en el sistema educativo, pasando por la falta de motivación de alumnos y profesores y terminando por la escasa implicación de las familias en la educación de los hijos, siempre generalizando, claro.

Mis antiguos compañeros de Facultad, muchos de los cuales se dedican a la enseñanza de la Lengua y la Literatura, tal vez no estén muy de acuerdo conmigo, pero me atrevo a afirmar que, buscando causas más concretas, nos encontraríamos con la manera en que se afronta la enseñanza de este tipo de asignaturas tradicionalmente llamadas de “letras”, en la que se pierde demasiado tiempo en enseñar vida y milagros de determinados escritores –en el caso de la literatura – y en poner etiquetas a las palabras – en el caso de la lengua – en lugar de insistir en la lucha cuerpo a cuerpo con el texto, en cómo desarrollar un idea por escrito y en cómo entender y desmenuzar la idea que otro ha desarrollado previamente. Lectura y escritura, sin más.

¿Por que seguir insistiendo entonces, a estas alturas, en la clásica diferenciación entre "ciencias" y "letras"? Yo no sé vosotros, pero un servidor echa en falta en numerosas ocasiones - no tanto en la actividad laboral, pero si en la vida diaria - cierta formación científica o matemática de que que he carecido durante mi educación. En esa laguna me hallo. Y entiendo que en el caso de quienes han optado por la formación en "ciencias" se encontrarán en su vida cotidiana con situaciones en las que la dificultad para entender un texto, o para redactarlo, les haga pasar por algún que otro apuro.

En cuanto al problema, no os preocupéis por vuestro nivel de comprensión de lectura, que seguro que lo habéis resuelto bien. Digo yo, vamos. Lo que pasa es que al pobre Juanito - aparte de tener que venir cargado hasta las cejas, la criatura - no le da ni para comprar un triste sobre. La que sí que tiene un problema gordo es su madre, la tía, que no sé en que mundo vive, con la inflación galopante que hay por ahí, hombre.

viernes, noviembre 30, 2007

Un toque de distinción

Yo, que no he sido nunca muy amigo de hacerme marcas de distinción de las que posteriormente pudiera arrepentirme, es decir, de tatuarme el body y cosas así, (no por nada, es que he sido siempre un poco “cagoncete” y “echao pa’tras” para esas cosas) ya me estoy temiendo el día en que mis hijas me vengan con lo de...

- Verás, papá, que es que me he hecho un tatuaje en cierto sitio y que nada, que quería decírtelo a ver qué te parece.
- Pues haces muy bien en compartir conmigo tus inquietudes, hija, qué quieres que te diga. Pero vamos, si no me equivoco mi opinión en nada va a influir en tu ya ejecutada decisión, me estoy temiendo.
- En cierto, papá, tu opinión en nada va a influir. Pero bueno, que lo sepas, lo de mis inquietudes.

Sobre ello debería andar yo cavilando ayer cuando, a modo de cuento, se me ocurrió contarles la siguiente historia a mis peques:

En la pandilla de mi primo hay un muchachote - el Richard, que le dicen – que destaca siempre por encima del resto. Destaca en el sentido de que destaca, el tío. Quiero decir que no es que sea ni mejor ni peor, sino que le gusta marcar diferencias, despuntar y dar la nota, al Richard.

Al Richard le llaman así pero él no se llama Ricardo, no te vayas a pensar, sino José Manuel de los Santos Bermejo, nada menos. Que le gusta dar la nota, ya te lo he dicho.

Cuando comenzó la moda de los tatuajes todos los de la pandilla pensaron al unísono: veras qué pedazo de tatuaje que se va a hacer el Richard, con lo que le gusta destacar. Pero no, el Richard se mantuvo al margen de la fiebre de los tatuajes. Como un señor. En cambio, poquito a poco, todos los demás fueron cayendo en la tentación y llenando sus cuerpos de dibujos más o menos originales, más o menos horteras y más o menos pintorescos. Uno, un dragón; otro, su nombre en caracteres chinos, otro, el águila de Beckham; otro, Piolín; otro, no sé qué... Pero el Richard no, y todos intrigadísimos:

- En algún sitio lo tiene que tener, el Richard, y no quiere decírnoslo.
- Dice Fulanito que se lo ha hecho en todo el cachete, vete tú a saber.

Al poco llegó la moda de los piercings a la pandilla, y una vez más todos pensaron a coro: verás que pedazo de piercing que se va a poner el Richard, como si lo viera. Pero tampoco. Todos fueron cayendo, unos más atrevidos que otros, que alguno hasta a mí me duele de pensarlo, pero el Richard no, no se perforó de un milímetro de piel, ya lo he dicho, como un señor. Se comían las uñas, de la curiosidad:

- Algo se ha tenido que hacer el Richard en salva sea la parte, el muy cochino.
- Ya te digo.

Por último, venga, todo el mundo a tunear los coches. El parque automovilístico de la padilla parecía de dibujos animados, y todos coincidían una vez más: seguro que el Richard deja su buga que va a parecer el del Pierre Nodoyuna, con lo que le gusta dar la nota. Pero Richard no tocó su coche, inmaculado que lo tiene desde que lo sacó del concesionario Renault. Los muchachos se devanaban los sesos:

- Qué irá a hacerle al coche, qué irá a hacerle...
- Va a ser algo impresionante, ya lo verás.

Resulta que en la pandilla del Richard, hoy, todos y todas tienen tatuajes por todo el cuerpo, les cuelgan tantos piercings que cada vez que pasan por un detector de metales la maquinita se pone a cantar heavy metal a grito pelao, y los coches de la peña parecen todos sacados de un episodio de los autos locos.

- ¿Y qué pasó con el Richard, papá? - me interrumpe mi hija.
- ¿Ése?, ése sigue siendo más chulo que un ocho. Ahí lo tienes, el único que se distingue del resto. Ya te lo dije, le gusta dar la nota.

miércoles, noviembre 28, 2007

La cuchara estilográfica

Siendo un servidor como es un caballero donde los haya, a ver quién lo pone en duda, no debería descuidar ciertos detalles que son muy reveladores de las buenas formas y el gusto exquisito, motivo por el cual he decidido encargar un “trabajito” en condiciones con el fin de obsequiar a mis lectores estas Navidades con lo que viene a denominarse en las empresas serias “regalo corporativo” o incluso “merchandising”, un detalle de EPB, esto es, Estilografic Punto Blog. Pronto en vuestro domicilio, queridos/as lectores/as.

Así que me vais a disculpar un momentito, que tengo que hacer una llamadita, ahora que todavía estoy en horario de tarifa plana.

- Buenas, quería hablar con el Sr. Mariscal.
- ¿Mariscal de campo o mariscal de ciudad?
- Pues ni lo uno ni lo otro, me temo. Yo me refería a Don Javier Mariscal, el diseñador. Disculpe entonces, me habré equivocado.
- No, no , si no se ha equivocado, ha llamado usted al sitio correcto. Es sólo que me gusta aclarar bien las cosas. Le paso con su hija.
- ¿Con mi hija?
- No hombre no, con la del Sr. Mariscal, que es que el padre ha ido a sacar al perrito a hacer sus necesidades.
- ¿A Cobi?
- No, si le parece va a ser a Curro, qué cosas tiene usted. Pues claro que a Cobi. Le dejo con su hija. La de Mariscal, aclaro.
- Déjeme, déjeme.
- ¡Estilografic!
- ¡Qué susto me ha dado! ¿Y usted cómo sabe mi nombre?
- Hombre, porque leyendo ahora mismo su blog estaba. Llama usted por lo del “trabajito”, claro.
- En efecto. Hay que ver como es lo del Internet, ¿eh?
- Hay que ver, hay que ver, usted lo ha dicho.
- Y entonces, ¿cuándo podré hablar con su padre?
- Huy mi padre; mi padre ya no es lo que era, dónde va a parar. Se pasa el día ocupadísimo bajando al perrito a hacer pipí. Todavía no ha caído en la cuenta de que se trata de un muñeco, el Cobi.
- ¡No me diga!
- Como lo oye. Se le fue la cabeza, al hombre. Así lleva los últimos quince años, desde que terminaron de cantar Los Manolos y el Peret en la ceremonia de clausura de Barcelona 92. ¿Se acuerda, del “olmailoving”?
- Claro que me acuerdo, lailolailolá. ¿Y entonces?, ¿quién lleva el negocio ahora?
- ¡Quién lo va a llevar!, ¡la mariscala!
- ¿Cuála?
- Servidora. Y de qué manera lo llevo, el negocio.
- ¿De qué manera?
- Pues sabiéndome anticipar a los deseos de nuestros clientes. “Anticipation business” la llamo yo, a la técnica.
- Eso está muy bien. Entonces ya sabrá lo que quiero, claro. Porque yo todavía no.
- No sólo lo sé, mi querido Estilografic, sino que ya tiene usted preparado el pedido. ¿A qué dirección quiere que se lo envíe?
- Impresionante su técnica, hay que reconocerlo. Pero hombre, sí que me gustaría tener al menos cierta idea de qué le he encargado.
- Ah, sí. Se tata de la cuchara estilográfica.
- ¿La cuchara estilográfica?
- No me diga que no lo ha visto en el periódico. Pues viene en el País de hoy, bien mona.
- Pues no, no la he visto. Hoy he leído El Mundo, vayapordios.
- Deje de preocuparse que yo se lo cuento en un momentito, hombre, aprovechando que tiene tarifa plana. Se trata de una cucharilla diseñada por mí - la hija de Mariscal, ya lo sabe - que emula a las plumas estilográficas. ¿Comprende la asociación de ideas?
- La comprendo perfectamente. Pero, ¿cómo la e-mule, digo cómo la emula?
- La cucharita tiene la punta dividida en su extremo por una ranura que invita a introducirla en el café, el chocolate o incluso la salsa de tomate a modo de tintero, y ponerse a escribir sobre el papel o en su defecto a guarrear sobre el mantel o servilleta. ¿Qué le parece?
- Pues la verdad es que suena bien, la tontería. Y oiga, me asegura usted que esto va a dar buen resultado? ¿Quedarán mis lectores contentos y, sobre todo, me servirá a mí como promoción del blog?
- No lo dude, amigo. A partir de ahora sus lectores lo van a tener a usted hasta en la sopa.
- Eso es cierto, sí.
(foto: El País)

martes, noviembre 27, 2007

Secretos

Chhhhssss..... Hoy querría hablar de los secretos, así que le voy a pedir un mínimo de discreción al personal.

"Secretitos, secretitos, ya está Estilografic con secretitos. Pues como no me lo digas yo no te ajunto, nenaza, que eres una nenaza".

Que no, que no, que me refiero a Los Secretos. Olvidé las mayúsculas. Al grupo de música, que celebra sus treinta años de carrera con la edición de un dobe Cd y un doble DVD con todos sus éxitos, hombre, hay que ver cómo se pone el personal.

Yo, ya que estamos con lo de los secretitos, voy a confesar uno: a mi Los Secretos al principio me parecían pelín ñoños, la verdad. Sin embargo, según fue pasando en tiempo y fueron madurando, bueno, no sé si maduraron ellos o yo, o los dos, o ninguno, no sé, el caso es que me fueron gustando cada vez más hasta convertirse en uno de mis grupos favoritos.

El salto lo dieron, o lo di yo, cuando pusieron, o puse yo, el acento en las letras. Comencé entonces a fijarme en sus historias a veces desgarradoras, pero a veces también desbordantes de un dulce pesimismo contenido, si es que esto que acabo de escribir, “desbordantes de un dulce pesimismo contenido” quiere decir algo coherente, ¡válgame el Señor!

Afloraba en ellas la personalidad de Enrique Urquijo, un tipo de los que dejan huella, no sé si en lo personal, peor sin duda sí que en sus canciones. Pocos como él sabían en sus letras encajar las derrotas y reconocer las miserias, hasta el punto de confesar sentirse vulgar al bajarse de cada escenario (Ojos de gata).

Otro secretito: pocas canciones me han hecho llorar más fácilmente que aquella en la que un padre desperado busca consuelo y lo encuentra en uno de los lugares más bellos que no se pueda imaginar: en los brazos de una hija. (Agárrate a mí, María).

Enrique Urquijo escribió con su vida la letra de la más triste de sus canciones. Fue encontrado muerto en un portal del madrileño barrio de Malasaña una fría mañana de noviembre de 1999. Si su propia vida desbordaba, como sus canciones, un dulce pesimismo contenido, supongo que volverá a emocionarnos cuando menos lo esperemos. Pero ese es, hoy por hoy, el secreto mejor guardado.

lunes, noviembre 26, 2007

Autobiografías

Mi vecino del cuartocé es un tipo singular, hay que reconocérselo. Se le ocurren cosas un tanto extravagantes que a veces tienen su gracia y otras no tanto, la verdad. Resulta que ahora se ha enterado de una moda reciente que hay en Rusia: Las autobiografías por encargo. Al parecer, la gente que tiene muchos rublos - que los rusos son así de raros, en vez de euros tienen rublos, el que los tiene – se los gastan en contratar a contrastadas plumas para que les escriban autobiografías un tanto escandalosillas o que contengan mentirijillas que le den a uno cierto prestigio, como por ejemplo, no sé, que un día lo sacaron a un servidor en “El Tomate” arrimaíto a la Raquel Mosquera; o que una servidora compartió mesa y mantel con Don Jaime de Marichalar; en ambos casos antes de sendas separaciones, téngase en cuenta.

- Que digo yo, mi querido vecino Estilografic - me dice el del cuartocé - , que ya que tú tienes un blog y de vez en cuando escribes en él alguna que otra tontería y asuntos disparatados – porque escribes tonterías y asuntos disparatados, no me vas a decir que no – podrías ayudarme a redactar mi autobiografía y contar algunas cositas que yo me sé que pudieran granjearnos algunos ingresos suculentos.
- Si no te he entendido mal, mi también querido vecino - le digo yo al del cuartocé -, tú lo que quieres es que te eche una mano con la cosa de la edición, que te corrija los textos previamente escritos por ti, o algo así.
- Bueno, no exactamente, mi querido vecino Estilografic, no exactamente. Sería más bien cosa de contratar yo una pluma, una pluma estilográfica en este caso, je je.
- No me irás a decir que lo que quieres es que escriba yo el libro por ti para que luego tú lo firmes como si fuera una obra tuya.
- Lo que quiero es que escribas tú el libro por mi para que luego yo lo firme como si fuera una obra mía.

Pues ya lo veis, sí que me lo dijo, el tío. Clavaíto. Y lo cierto es que aunque no le falte parte de razón al vecino del cuartocé cuando dice que uno a veces escribe tonterías y asuntos disparatados, lo de vender la capacidad creativa de uno, si es que la hubiere, de una manera tan fría, exenta de ética, profesionalidad y respeto hacia la propia obra de uno mismo, vaya, no me parece a mí del todo bien.

Así que - como suele ocurrir en estos casos cuando uno es educado y le da no sé qué mandar a freír monas al vecino del cuartocé, sobre todo teniendo en cuenta que quizás, qué sabe nadie cuándo (que diría Raphael), pudiera verme en la necesidad de solicitar su colaboración ante alguna posible carencia de cualesquiera alimentos lácteos en el electrodoméstico frigorífico, con lo cara que se ha puesto, la leche - mi cerebro procedió a trabajar de manera rápida e inmediata para buscar presto una buena excusa cuando, ante mi gesto de desconcierto, el tipo contraatacó diciendo:

- No me irás a decir que no te parece interesante la propuesta, motivo por el cual te dispones a rechazarla de inmediato, mi querido vecino Estilografic.
- No me parece interesante la propuesta, motivo por el cual me dispongo a rechazarla de inmediato - le conteste utilizando sus propias argucias lingüísticas.
- Vaya por Dios.
- Es que perdóname, vecino del cuartocé, pero a veces uno tiene que ser consciente de sus limitaciones, y yo no me considero capacitado para emprender tamaña aventura literaria como la que me propones.
- ¿A qué te refieres, vecino, con tus “limitaciones”?
- Hombre, pues que si me ofrecieran ser la nueva cantante de la Oreja de Van Gogh, por ejemplo, pues no sé, yo creo que diría que no.
- ¿Pues sabes qué te digo?, que yo creo que lo harías muy bien.
- No te creas, que yo nunca he escrito autobiografías.
- No, no, si me refiero a lo de la Oreja.
- Ah.

viernes, noviembre 23, 2007

El escusado

Definitivamente, voy a montar un restaurante. Y tengo una idea original. Pura mercadotecnia, que viene a ser lo mismo que marketing pero suena más "epañó". Se trata de un local estilo “modern toilet”, que no es que suene muy "epañó", en este caso, pero bueno.

¿Que qué es lo que es un “modern toilet”? Pues muy fácil. Viene a ser un restaurante con ambiente de toilet, que ya lo dice la palabra, es decir, que en lugar de sillas habrá tazas de váter en las que sentarse, rollos de papel higiénico en sustitución de las vulgares servilletas - que además cunde más y es mas barato, mira tú por donde – y bols con forma de pequeños inodoros haciendo la función de los aburridos y cansinos platos. Eso sí, todo ello muy pulcro y muy limpio, faltaría más.

Lo voy a llamar “El escusado”, preciosa palabra, sobre todo teniendo en cuenta lo fea que es “retrete”. Se puede poner con “s” o también con “x”, “excusado”, eso dice la RAE, pero a mi me gusta más con “s” porque es que con “x” significa también el derecho que tenía la Hacienda real de elegir, entre todas las casas dezmeras de cada parroquia, una que pagase los diezmos al rey, en vez de pagarlos a la Iglesia. Y no me resultaba muy conveniente, la posible asociación de ideas.

Bueno, en realidad no es tan original la idea. Este tipo de restaurantes ya los hay en algunos lugares de Asia, donde ha sido tomada la fotografía que ilustra esta información, que no la he hecho yo, Dios me libre. A ver si os creeis que uno es así de cochino, válgame el Señor.

El plato estrella será, ya os lo estaréis imaginando - que vosotros sí que sois cochinos, no lo vais a negar - una deliciosa mousse de chocolate, que se sirve con una forma así como de churrete recién caído del cielo, pero que huele y sabe como los ángeles, no te vayas a pensar otra cosa.

Se acabó la ordinariez esa de andar cada dos por tres reclamando la presencia del camarero, que se forma un griterío de lo más desagradable, hágame el favor. El sistema que voy a implantar resulta mucho más fino y original, dónde va a parar. En cada mesa habrá instalada un cisterna de la que se puede tirar para que de inmediato haga su aparición el maitre, solícito y dispuesto a atender la petición del apetente cliente.

Meando todavía pensando, digo me ando todavía pensando qué uso darle definitivamente a las escobillas, porque las veo como un poco grandes para acomodarlas cual si se tratara de cepillos de dientes. Quizás encuentre en el mercado algún modelo más delicado, suave y minimalista. Veremos.

La idea es buena que te cagas, no me digas que no. Lo que no tengo del todo resuelto todavía tampoco es adónde podrían dirigirse los comensales en el caso de que se diera la desagradable situación de que, encontrándose degustando los sabrosos manjares y deliciosas viandas, les sorprendiera la imperiosa urgencia de satisfacer sus necesidades, esto es, que les diera un apretón.

¡Ya sé! Colocaré un cartelito en la puerta del baño en el que diga bien clarito: “SALIDA DE EMERGENCIA”.

P.D: Si tenéis cualquier sugerencia que pudiera favorecer el negocio ya sabéis dónde encontrarme. Preguntáis por Escatologic Punto Blog, digo Estilografic Punto Blog. En qué estaré yo pensando, ¡mierda!

jueves, noviembre 22, 2007

Hipoxia

Pitirriiiing, pitirriiiing.....
- ¿Digame?....¿sí?....¿digame?
Pitirriiiiiiiiiiiing, pitirriiiiiiiiiiiiiing.....
- ¿Sí?...¿di....? ¡Vive Dios!, ¡qué tremendo despiste el mío!, si no es el teléfono, sino más bien el timbre de la puerta el que suena. De ahí el “piti” que aparece antes del “ring”. Ya decía yo. ¡Voooooy!
Pitirriiiiiiiiiiiiiiiing, Pitirriiiiiiiiiiiiiiiiiing.....
- Adelante, adelante, y disculpe usted la tardanza. ¿A qué se debe su visita matutina? Y sobre todo ¿quién es usted, buen hombre?
- Buenos días, señor Estilografic Punto Blog. Servidor es representante.
- ¿Y a quién representa exactamente, si se puede saber? ¿A algún futbolista?
- No, no exactamente, aunque algo tiene que ver, no va usted mal encaminado. Soy el representante de Colorado Altitude Training.
- Perdón, ¿de qué color ha dicho?
- No, no, no me refiero a ningún color, Colorado es el Estado en el que se encuentra la sede central de nuestra empresa, Colorado Altitude Training, sita en Louisville, Colorado, EE UU.
- ¡Dios santo! ¿Y que es lo que venden ustedes?, porque seguro que algo venderán, ¿no es cierto?
- Cierto es, verá, habrá oído usted hablar de Raúl, ¿no?
- ¿Raúl González Blanco?
- Blanco como la leche, mientras del Madrid no le echen, si me permite usted el pareado merengón.
- Se lo permito, se lo permito, que está usted en su casa, si también es merengón.
- Pues bien, habrá leído lo de la cámara de hipoxia que ha instalado en su habitación, el muchacho.
- Algo he oído, sí señor, pero si me lo explica detenidamente, me va usted metiendo en ambiente.
- De eso se trata precisamente, de meterlo a usted en ambiente, de acondicionar su habitación como si estuviera usted a más de 2.000 metros de altura rebajando el nivel de oxígeno y estimulando así la multiplicación de glóbulos rojos. De esa manera a usted le afectará mucho menos la fatiga y se sentirá mucho más joven, como le sucede a Raúl últimamente.
- ¡No me diga!
- Como lo oye. A ver, ¿con cuantas primaveras cuenta usted en su haber actualmente?
- Disculpe, no le he entendido la pregunta.
- Qué qué edad tiene, quiero decir.
- Ah, psssss.... estoy en los taytantos.
- Pues usted podría ver reducida esa cifra en un 30 por ciento en cuestión de diez semanas.
- ¡Impresionante!. ¿Y cuanto dice que me cuesta, que me parezca yo al Iniesta?, si me permite usted ahora el pareado culé, que hay que procurar tener contentos a todos los lectores, hombre.
- Pues la broma le saldría por un pico, eso es cierto, pero le va a merecer a usted la pena. Escribirá más y mejores post, eso se lo garantizo. Y se lo dice a usted un lector habitual de su blog, que lo leo a todas horas.
- No me diga que es usted, el que me lee.
- Yo le leo, si señor, yo le leo, pero digo yo que le leerá a usted alguien más, que no seré sólo yo el afortunado.
- Pues le voy a ser sincero, que me ha caído usted bien por ser merengón. ¿Ha visto usted el numerito ese que hay en la columna derecha del blog, abajo del todo, ese que casi siempre marca 1?
- Espere que me asome, a ver, ¿ése que tiene un circulo rojo con un muñeco, como si fuera un semáforo?
- Ese mismo, ese mismo.
- Lo veo, lo veo.
- Pues se trata del registro de visitantes. Cada vez que una persona entra en mi blog, el contador lo registra. Y he de confesar con tristeza y pesadumbre que casi siempre está en 1, con lo cual deduzco que usted debe ser mi único visitante, si es cierto que me lee a todas horas.
- Vaya por Dios, no me diga usted eso.
- Se lo digo, se lo digo.
- Le voy a ser sincero entonces yo también, hombre, que es que de tanto vender se acostumbra uno a mentir como si fuera lo más natural. En realidad yo es que apenas lo leo, he entrado alguna vez, sí, pero nada más, así como de paso.
- Y entonces, ¿ese 1 que siempre me marca el contador?, ¿de quién se trata?
- Ese 1 es usted mismo, alma de Dios.
- ¿Cómo dice?
- Que se trata de usted mismo, que cada vez que entra en su propio blog para comprobar cuánta gente le está leyendo, el registro de visitantes lo detecta y marca 1.
- ¿Yo leyendo mi propio blog?
- Exacto.
- ¡Qué cosas!
- Pero no se preocupe usted, porque si adquiere este nuestro producto, seguro que dentro de poco se le acumularán las visitas. Y ahora le refresco la memoria, que yo venía a venderle a usted una cámara de hipoxia, como la de Raúl.
- Ah, sí, déjeme pensarlo, déjeme pensarlo... no sé. ¿Y están ustedes vendiendo mucho?, pregunto.
- Pues la verdad es que sí. Y más que vamos a vender.
- Pues entonces no me va a interesar.
- ¿Cómo dice?
- Pues que si sólo lo utilizáramos Raúl y yo, pues muy bien, porque nos distinguiríamos de los demás sobremanera. Pero qué quiere que le diga, si llega un momento en que lo usan todos los futbolistas, o todos los blogueros en mi caso, ya me dirá usted de qué sirve.
- Créame que no le entiendo.
- Pues eso, que si todos los defensas se sienten tan o más jóvenes como Raúl, a ver cómo los va a desbordar; y si todos los blogueros escriben tanto o más que yo, y mejor, ya me dirá usted quién me va a leer a mí.
- Pues también tiene usted razón, no habíamos caído en el detalle.
- Que usted tendrá sus técnicas de venta, liante, que es usted un liante, pero yo también tengo las mías de defensa. Así que ya se puede ir volviendo con el cuento de la hipoxia a Louisville, Colorado, EE UU. ¡Charlatan!, que es usted un charlatán.

miércoles, noviembre 21, 2007

Un final para "dos relojes para una misma hora"

Desde su Blog de literazurda, nuestro admirado Mariano propone hoy que alguien escriba un final para su relato “Dos relojes para una misma hora”. Aquí queda mi propuesta. Pero leed antes el de Mariano, ¡hombrepordios!, que si no no hay forma de enterarse.

... y entonces ella, ¿dónde cojones está ella?
- A mí qué me dice, amigo, yo soy el vigilante del metro, no una agencia matrimonial.
- Pero había quedado a las 22:18, usted debe saber qué ha pasado aquí. Ella no puede fallar.
- Yo qué sé. El metro está lleno de gente rara. Cuídese amigo, que me voy a hacer mi trabajo. Y mejor vuelva a casa y déjese de aventuras de quinceañeros, que le estarán esperando su mujer y su hija.

Su mujer y su hija, su mujer y su hija... Aquellas palabras resonaban en el interior de su mente una y otro vez, y no le dejaban volver en sí.... Pero, ¡cómo sabe este tío que yo tengo una mujer y una hija!, reacciono al fin. Esos segundos de retraso fueron suficientes para que el vigilante diera media vuelta y comenzara a alejarse por el pasillo. Al levantar la cabeza y recuperar el sentido, lo vio alejarse dándole la espalda, y entonces se dio cuenta de que por debajo de la gorra del uniforme a aquel hombre le colgaba una coleta que delataba la larga melena que trataba de disimular. ¡Es él! – se dijo, - ¡el melenudo del metro! Salió disparado tras él justo cuando doblaba el pasillo en dirección al andén de la línea 9. Supero la esquina desesperado tras sus pasos y al enfrentarse al nuevo pasillo que se extendía ante sus ojos comprobó sorprendido que allí ya no había nadie, ni rastro del falso vigilante melenudo.

Desolado, anduvo cabizbajo por el pasillo sin percatarse de que, pese a tratarse de la hora punta, por allí no caminaba ni un alma. En efecto, estaba solo, y del techo salía un luz rojiza, muy diferente de la habitual en el metro. El ambiente resultaba irreal. Se detuvo y miró en un gesto intuitivo el reloj que le había dado el melenudo. Marcaba las 00:00 horas.

Fue entonces cuando se dio cuenta de que aquel pasillo sólo podía conducir de vuelta a su hogar, junto a su mujer y su hija, y que el reloj de su vida, el único que llevaría a partir de entonces, se había puesto a cero, concediéndole una nueva oportunidad.

ACTUALIZACIÓN: hay más finales en la blogosfera para la misma historia, como el de Javier en Cómo ser nadie, el de Vitruvia, en Xuntaletras, el de Escriptorum54 en Ad Libitum, el de Alfman en La Inopia, el de Iván, en El rincón del blogodependiente, el de Mayte en MGQEAOL, o el de Maite en No hay dolor.

martes, noviembre 20, 2007

Ser feliz

Cuando se trata de los hijos, resulta fácil caer en esa enfermedad o defecto que consiste en ver siempre la paja en el ojo ajeno y ni notar la viga en el propio. Ayer tuvimos reunión con el profesor de mi hija la mayor, y es una cita a la que no nos gusta faltar precisamente por eso, por ver si tenemos una viga metida en to’l ojo y no nos estamos dando ni cuenta, que hay que ver cómo somos, los padres.

Los que tenemos hijos y, sobre todo, los que nos relacionamos con gente que los tiene, comprobamos día a día que resulta muy habitual que los padres tiendan a considerar que sus tiernos zagalillos son los mejores en casi todo. Qué casualidad. Precisamente en esa idea se basan algunas de las numerosas campañas para la prevención del consumo de drogas y alcohol entre los jóvenes, en las que los padres son siempre los últimos en darse cuenta de que el niño o la niña toma drogas o bebe más de lo normal: ¿mi hija?, ¡mi hija me extraña!, serían los que iban con ella, si ella es una santa...

Y no pasa sólo con las drogas, que quizás es lo más llamativo y lo que tiene consecuencias más inmediatas, sino en general con todo: nuestros hijos nunca son los que ensucian el ascensor, ¡qué va!, ni los que se portan mal en clase, ¡por Dios!, ni los que pegan a los vecinos, ¡habrase visto! Siempre son los otros, los hijos de los otros.

Por eso, lo de hablar con los profes de los hijos en privado de vez en cuando es un ejercicio muy pero que muy recomendable. Si todo va bien, estupendo, y si en cambio algo va mal, quizás haya forma de ponerle remedio antes de que sea demasiado tarde. Pues bien, lo cierto es que el hombre nos dejó muy satisfechos. Porque claro, como el resto de los padres nosotros pensamos que nuestra hija es la repera, que lo hace todo la mar de bien y que no hay niña que comparársele pueda, pero tratamos de ser lo más objetivos posible y siempre te queda la duda de la puñetera viga.

No, no me voy a tirar ahora el moco aquí con lo que el profe nos dijo de nuestra hija, que eso la verdad es que sólo nos importa a nosotros y a ella, pero sí que hay algo que nos destacó y que me gustaría resaltar, porque nos pareció mucho más importante que sus posibles progresos con la ortografía y la caligrafía, que todo lo que pueda estar aprendiendo en conocimiento del medio (asignatura más conocida como “cono”), que sus destrezas en “mates”, que su correcta pronunciación en inglés y que su habilidad para la gimnasia rítmica.

Se trata de otro asunto, y es que el profe nos dijo que a nuestra hija se le nota que es una niña feliz. A veces no nos damos cuenta, pero es que es muy importante lo de ser feliz, qué coño. Y perdóneme, profe, por lo feo de la expresión.

domingo, noviembre 18, 2007

¡Vamos Federer!, digo ¡vamos Ferrer!

Es curioso lo que sucede con el deporte. Cuando nos disponemos a disfrutar de algún acontecimiento deportivo siempre nos sale la vena patriótica. Quiero decir que a uno le puede gustar mucho cómo juegan al fútbol los brasileños, pero ante un España-Brasil te cagas en la madre que parió a Robinho, si hace falta, por muy madridista que seas, o le mandas a tomar por no sé dónde en catalán a Messi a las primeras de cambio en un Argentina–España, con tu carné del Barça y todo.

En cambio, con Federer, yo no sé que tiene el tío que te da como cosa ir en su contra. El muchacho juega tan bien y con tanta clase que casi que a uno se le antoja la patria suiza cada vez que lo ve. Es un tipo único. A lo mejor si se enfrenta a Nadal no sucede tanto, por la fuerza, el carácter y el poder mediático del español. Pero el domingo, por ejemplo, en el partido contra Ferrer, es que había veces que me sorprendía a mí mismo alegrándome por los golpes magistrales de ese pedazo-de-suizo-que-juega-como-los-ángeles (¿lo ves?, ya me estoy confundiendo de patria).

Y eso que hay que reconocer que en Shanghai el alicantino ha hecho un campeonato de campeonato, valga la redundancia, y que merecía estar en la final y casi ganarla, si no se hubiera enfrentado a ese pedazo-de-suizo-que... (otra vez que me pasa).

Lo cierto es que ya me estoy arrepintiendo de haber escrito semejante post que, seguramente, la cúpula dirigente del Partido Popular ya estará calificando como “antipatriótico”, subversivo” y claramente tendente a promover la ruptura de Estado español. Así que, pese a mi solicitud cursada recientemente en toda regla, me temo que voy a ser definitivamente descartado de cualquier lista de “sobresalientes” que el partido de Rajoy pudiera preparar para contrarrestar a los “notables” del PSOE (a quién se le ocurre recurrir a esa mediocre calificación, la de “notables”).

Pero yo, como la ministra de Desayunos y Meriendas, la Señá Magdalena, me mantengo en mis trece y no pienso dar marcha atrás, que“antes partía que doblá, ay que doblá, ay que doblá”. Y si quiere, se la canto en suizo, la de Maria Isabel, que también me la sé.

viernes, noviembre 16, 2007

Buenatero y Zapafuente

No me disgustó la entrevista de Buenafuente a Zapatero en La Sexta, pero sí es cierto que, conociendo el ingenio del primero y vista la buena disposición que mostraba el segundo, la cosa podía haber dado mucho más de sí y que a algunos nos dejó con la miel en los labios.

Los mejores momentos me parecieron precisamente los que más se salían del guión, es decir, los más disparatados, surrealistas o alejados de la realidad, como la charla sobre los frutos secos y el colesterol, o el principio y el final de la entrevista, cuando el presidente achaca el retraso de Buenafuente a que se hubiera desplazado en cercanías y cuando, cambiando los papeles, es Zapatero quien se marcha de Moncloa tras nombrar al humorista vicepresidente.

El resto fue todo más previsible, con el agravante quizás de que los temas que ahora mismo están sobre la mesa (Chavez, obras del AVE, relaciones exteriores, relaciones con el PP, Estatut, etc.) han sido ya tan manoseados que sobre ellos ya se ha dicho de todo, incluidos los más extravagantes disparates.

A partir de hoy vendrán críticas y alabanzas ante los dos posibles puntos de vista: ¿deben los políticos tomarse de vez en cuando las cosas con humor o, por el contrario, es más conveniente aparentar seriedad ante la ciudadanía? Los defensores de lo primero echarán mano del “buen talante” esgrimido por Zapatero como parte de su forma de hacer política, mientras que los defensores de lo segundo argumentarán que para hacer humor ya están los payasos y que los políticos deben dedicarse a gobernar con seriedad y eficacia.

Quizás la solución resida en que ambas cosas no debería ser incompatibles. Pero claro, después hay que saber demostrarlo. El debate está servido.

jueves, noviembre 15, 2007

Contrastes

Comienza a hacer frío por las mañanas en Madrid. Hoy, por esas casualidades de la vida, resulta que uno ha salido de casa hecho un pimpollo, con mi donaire y gallardía a cuestas, siempre en la medida de lo posible, claro. Ayer me corté el pelo, que ya me iba haciendo falta, la verdad, y esta mañana he estrenado las últimas adquisiciones de mi vestuario, chaqueta y pantalón nuevos, que también me iban haciendo falta, dicho sea de paso.

Como todas la mañanas, antes de subir a la oficina he pasado por la habitación de Ángel. Yo es que paso todas la mañanas - como Pedro por su casa - por la habitación de Ángel, y lo veo allí, tumbado, durmiendo, tapadito hasta las cejas, qué digo hasta las cejas, hasta más arriba de las cejas, si sólo un día intuí ver levemente su nariz, en uno de esos movimientos que medio dormidos todos hacemos en busca de una postura que mejor se acople al colchón.

Ángel no tiene colchón,. Bueno, en realidad tampoco tiene habitación y yo qué coño sé si se llama Ángel, si nunca he hablado con él. Se lo puse yo un día, lo de Ángel, sin preguntar ni nada. Él vive (hagan el favor los lectores de poner el “mal” en su sitio, que se me ha despistado, justo antes de “vive”, pegadito a la “v”, por favor) frente a los Juzgados de la Plaza de Castilla, en un banco a la salida del parking que digo yo que debe salir por cerca de 3 euros la hora. Me refiero al aparcamiento, que el banco supongo que será gratuito. Algo es algo.

Allí está siempre, rodeado de restos de tetrabriks, latas y hojas de periódicos, como esperando su turno para cruzar la calle y afrontar su juicio que quizás tenga pendiente. Como lo hago yo, por su habitación pasan a diario funcionarios, procuradores, abogados, jueces, fiscales, personas, gente, la dueña de un perro que hace sus necesidades allí mismo y no se para a recogerlas (aclaro: es el animal, el pobre, el que hace sus necesidades y es la dueña la que no se para a recogerlas), como si uno tuviera que aguantar que el perro del vecino le cagara en la alfombra del salón.

Pero Ángel hoy no estaba. El banco sí, sigue allí, formando parte del mobiliario urbano. Y yo que casi nunca me detengo al ver a Ángel por no interrumpir mi rutina camino del trabajo (Ángel creo que no, pero yo sí que trabajo), me he parado al ver su espacio vacío, y he tenido la tentación de tocar, a ver si la piedra seguía caliente y resulta que es que el hombre sólo ha madrugado o se ha trasladado a un rincón más resguardado del aire que sopla del norte, Castellana abajo. Pero la piedra estaba fría.

Hoy, que iba yo hecho un pimpollo, ya lo he dicho, con mi chaqueta y pantalón nuevos y mi recién aireado tupé, al ver que ya no estaba he pensado en todo lo que nunca hice por él. En el café calentito que no le he comprado cada mañana y que le pude haber servido en vaso de plástico, en la napolitana de crema recién hecha a la que nunca le invité o en el paquete de Ducados que no le traje cada vez que veía las cajetillas vacías que nunca recogí esparcidas por el suelo, como si se las fuera a poner cual pantuflas para levantarse al baño que nadie le dejó libre.

Ángel ha tenido que no estar para que mi chaqueta y mis pantalones, y mi recién estrenado tupé, pensaran seriamente en él, y quizás ya sea tarde. Quizás ya no vuelva nunca. Tal vez perdió su juicio pendiente con la vida.

miércoles, noviembre 14, 2007

Comunicado oficial de Estilografic Punto Blog

Ante los sucesos que tuvieron lugar en el transcurso de la fiesta virtual organizada por Mariano, el de La tinta azul de la memoria, el pasado martes y trece - que también tiene narices la fecha que elige, el tío -, con motivo de la celebración de la apertura de su nuevo blog, denominado, en brillante juego de palabras, “Blog de literazurda”, y las noticias que en los medios se han venido publicando en el día de hoy, en mi opinión poco fieles a la realidad de lo sucedido, quiero aclarar públicamente esto mismo, es decir, “la realidad de lo sucedido”, de forma sincera y humilde:

Primero, pedir disculpas a la blogosfera y a quien se haya podido sentir perjudicado.

Segundo, explicar que todo comenzó a partir de algo más o menos común y conocido que yo personalmente padezco que es el miedo a la fiestas virtuales en las que participa mucha gente. Debido a que soy padre de familia y en estado civil casado, sin que en mi matrimonio se haya producido, que yo sepa, "cese temporal de la convivencia", era mi primera fiesta en mucho tiempo, y en previsión de mi miedo opté por tomar un par de copas antes de entrar para, en la medida de lo posible, desinhibirme de dicha dificultad. Una vez comenzado el vuelo, digo la fiesta, y después de cierto tiempo de tranquilidad en casa de Mariano, comencé, sinceramente, a sentirme intranquilo y temeroso de que pudiera desencadenarse en mi un ataque de pánico dentro del fiestorro, del que, dicho sea de paso y en rima, comenzaba a estar hasta el gorro. Ante tal indeseable sensación, que me resulta difícil de controlar, ciertamente agitado solicité a la tripulación del avión, digo a la camarera del fiestón, me sirvieran un combinado según el derecho que, creo, me otorga la invitación recibida.

Sin embargo, lejos de ser satisfecha dicha mi, creo, justa y muy normal, petición, fui tratado, considero, de forma no muy cordial por un miembro de seguridad del fiestón, el cual simple y llanamente me negó la consumición aduciendo que ya había bebido bastante. Yo, inquieto, reconozco que increpé, quizá subido de tono, la respuesta del miembro de seguridad del fiestón, momento en el que se desencadenó una discusión entre nosotros dos por la ya referida cuestión. Hubo por mi parte algún insulto, del cual me arrepiento y me retracto, pero en el contexto de una discusión recíproca en torno a lo que yo considero mi derecho como invitado. Lejos de ser diplomático, el miembro de seguridad del fiestón entró al trapo y me desafió personalmente. El enfrentamiento subió de tono pero siempre de forma estrictamente verbal, hasta que llegó la calma.

Después de haberse, creo, solucionado el enfrentamiento, desistiendo yo de seguir con el mismo, el anfitrión decidió, de forma absolutamente desproporcionada e innecesaria, en mi opinión, una grave medida muy inconveniente y dañina para todo el pasaje, digo personal, consistente en mandarnos a todos a nuestras casas sin que hubiera en ese momento ninguna situación de riesgo explícito ni patente para nada ni nadie en el fiestón. A partir de ahí lo que hizo el anfitrión fue "informar" a los blogueros de que volvíamos a nuestra casas "por mi culpa", cuando creo que es evidente y constatable que esto está muy lejos de ser así. El fiestón podía y debía perfectamente haber continuado con absoluta normalidad y sin riesgo alguno para nada ni para nadie.

De cualquier modo, y al margen de todo cuanto queda relatado y considerado con absoluta sinceridad y humildad deseo, terminar pidiendo disculpas por si mi conducta, ciertamente subida de tono, hubiera molestado u ocasionado algún inconveniente a cualquiera de los blogueros o miembros del fiestón.

Poco más puedo añadir. Reiterar mis disculpas a todos, mi profundo malestar por lo sucedido y mi arrepentimiento de aquello que estrictamente a mi respecta.

Fdo: Ramón Melendi Espina, digo Estilografic Punto Blog

He tenido que cambiar “avión” por “fiestón”, “pasajeros” por “blogueros” “comandante” por “anfitrión” y algún que otro detalle sin importancia, pero agradezco profundamente a Melendi que prácticamente me haya escrito el post de hoy. Hay que reconocer que este tío es un artista, qué narices.

P.D: Perdóname la broma, Mariano, pero no lo he podido resistir. No sé si será la mejor forma de dar a conocer tu nuevo blog, pero en fin, desde aquí le deseo lo mejor.

Con todo mi cariño y admiración.
Ah, y gracias por el fiestón.

martes, noviembre 13, 2007

La ilusión

No quisiera parecer plasta y “empujoso” (dícese de aquellas personas, instituciones o campañas publicitarias, mayormente esto último, que se empeñan en anticiparnos los acontecimientos que aún están por suceder), pero me temo que ha llegado la Navidad. Ya está en todas partes. Ayer, sin ir más lejos, vi un árbol de Navidad en la calle, en plena Glorieta de Cuatro Caminos. Te lo juro.

No obstante, uno trata de resistirse, hombre, que cada cosa a su tiempo. En casa, por ejemplo, no declaramos iniciada la Navidad hasta que no se abre el jamón. Es el pistoletazo de salida. Más que nada porque es abrirlo y oye, no sé que pasa, que se te empieza a llenar la casa de gente que viene con la intención de quedarse a cenar, y luego la copita, y luego el turrón, y luego el cava, y luego...

Pues ya lo están advirtiendo hoy los periódicos, y lo repito yo bien clarito para que lo sepan la visitas, más que nada: los españolitos vamos a pagar un 71,55 por ciento más que el año pasado por la cesta de la compra de Navidad, debido a la subida de los alimentos.

Yo este año, no obstante, me he propuesto comenzar la Navidad de otra manera, ya no solo por lo de la cesta de la compra, que también, sino porque mis hijas ya me acaban de dar la primera lección, de la cual me dispongo a dejar testimonio:

Seguro que todos habéis tenido alguna vez, ¡confesadlo!, una de esas burbujas de cristal que contienen una figurita de, qué sé yo, la Torre Eiffel, un Papá Noel, la Virgen de Covadonga, la madre que la parió (en general digo lo de la madre, no me refiero a la Virgen, ¿eh?)..., sumergida en agua, y que cuando la agitas resulta que allí empieza como a nevaaar y a nevaaaar que es que no te lo puedes imaginaaaar.

Bueno vale, confieso que me he dejado llevar por la emoción en la descripción, que no es para tanto, que más bien se trata de una tremenda horterada comparable a la bailarina de sevillanas o al toro que hay quien todavía se atreve a poner encima de la televisión. Pero si tú eres un niño o una niña de entre tres y ocho años, no juegas a las videoconsolas más que lo justo, no tienes mp3 y no ves el Gran Hermano, pues como que aquel cachivache te puede llegar hasta a hacer una ilusión fuera de lo normal.

Pues algo parecido les pasó a mis dos peques, y como el cachivache susodicho, o susodicho cachivache (por entrenar la destreza de la lengua, lo hago) puede calificarse como “barato” (qué susto, por un momento creí que esa palabra ya no existía, del desuso, y que el corrector ortográfico me la iba a eliminar), les compramos uno a cada una, provocando en la criaturas una tremenda alegría, como ya estará imaginando el avispado lector.

“¡Papá, papá, tiene nieve dentro!”, me dice la mayor sorprendida. La pequeña es que no decía nada, simplemente se había quedado sin palabras ante la magia del artilugio. “No hija, no”, le aclaro yo, se trata de un efecto óptico, de una simple ilusión.

A continuación pasó lo que tenía que pasar: que a la pequeña le duró el cachivache un suspiro y medio más, pues acabó hecho añicos en el mismo centro comercial veinte minutos después, con el consiguiente llanto cuyo final vino a coincidir con la apertura de la bolsa de patatas fritas que también habíamos comprado, ya no tan barata, en el mismo centro comercial.

La mayor, en cambio, guardo su preciado tesoro con sumo cuidado en el bolsillo del abrigo y allí lo mantuvo hasta llegar a casa, colocándolo a continuación en el lugar más alto de la estantería de su cuarto, donde ningún “agente externo” (esto es, las manos de su hermana) pudiera poner fin a su preciada existencia.

Pero hete aquí que, cosas del destino, a los pocos días la criatura fue a retirar un cuento de la estantería con tan mala fortuna que la burbuja rodó mueble abajo, poniendo, como en efecto ella había temido, fin a su existencia, para qué vamos a andarnos con eufemismos si la realidad fue así de dura.

- No te preocupes hija, si sólo me costó un euro - traté de consolarla.

Pero cuando vi su gesto de desesperación y sus lágrimas que no paraban de brotar supe que, efectivamente, tal y como yo le había hecho comprender sin que en realidad fuera mi intención, lo que flotaba en el agua de aquel cachivache tan hortera y que acababa de derramarse por el suelo no era nieve, sino que se trataba verdaderamente de una ilusión.

Su ilusión.

Moraleja: el pistoletazo de salida de la Navidad no lo va a dar este año en casa la paletilla de Ibérico, sino la pechuguita de pavo o la mortadela, que la tengo bien fresca, oiga.

lunes, noviembre 12, 2007

Palabras

Sucede con algunas palabras o frases, que pasa mucho tiempo sin que las utilices o las veas utilizar, y de repente, al encontrarlas en un texto o al escucharlas de labios ajenos, y no digamos si son propios los labios, te sorprenden gratamente. No, no me estoy refiriendo a la "real" frasecita de moda que no pienso repetir aquí, que ésa sí que la escucho a menudo, sobre todo cuando mi hija pretende ver los dibujos o su serie preferida y yo me pongo a reflexionar sobre mis cosas en voz alta, como ahora, que hay que ver qué padre más desconsiderado, ¡hombre por Dios!

Esas palabras (las otras, no las del Rey), aunque no se utilicen, están ahí, dormidas en nuestro cerebro, y cuando se despiertan porque alguien las pronuncia o las leemos se ponen en marcha toda una serie de reacciones en cadena que demuestra el poder evocador que tiene el lenguaje y que a veces hasta asusta, de la fuerza que posee.

Hoy me ha pasado con “tramoyista”, qué bonita la palabra. ¿eh?. He leído esta mañana que hay huelga de tramoyistas y me apetecía escribirla, porque creo que no lo había hecho nunca. Sin embargo, debe ser una palabra que escuché mucho de niño, imagino que en cuentos, porque la tenía ahí, guardada en la memoria y llena de evocaciones y recuerdos. Me sugiere por ejemplo la historia del tramoyista que anda siempre escondido ente bambalinas (¡otra!, ¡otra!, ¡bambalinas!), contemplando embelesado (¡otra!) la belleza de esa actriz de reparto, casi anónima para el público, pero que a él le ha robado irremediablemente el corazón. No me está gustando que haya huelga de tramoyistas, que acabo de descubrir, mira tú por dónde, que para mí son muy importantes.

Me sucede algo parecido con algunos nombres. El otro día, por ejemplo, leí una entrevista con Desmond Tutu, un nombre que no oía desde hace muchos años, pero que debía yo guardar arrinconado en algún lugar de mi memoria, no sé por qué. Debía ser de esos nombres que escuchaba de pequeño como música de fondo en los telediarios, o mejor en el telediario, que entonces sólo había uno. Lo asocio a su vez con otros nombres que también sobrevolaban las paredes de mi hogar, como el de Hanna-Barbera (que son dos), David Carradine (más conocido como Kung Fu), Jimmy Carter o Idiamindadá, (este último lo recuerdo así, todo seguido, como si fuera un solo nombre).

Soy ahora consciente de que muchos de ellos me llegaban vacíos de contenido, vamos, que no tenía yo ni puñetera idea entonces de quién era ese tal Tutu, pero al escucharlos hoy se me viene a la cabeza el salón de mi antigua casa de Madrid, la mecedora de mi abuela o mi primera equipación de futbolista que debieron regalarme por mi cumpleaños, asuntos todos que poco o más bien nada tienen que ver con el apartheid o las ideas que combatía el arzobispo surafricano.

Ahora me pregunto cuáles serán las palabras que estén almacenado hoy mis hijas en sus todavía incipientes memorias, y sobre todo qué sentimientos sé les desbocarán, independientemente de su significado, cuando su memoria las recupere dentro de muchos años.

- Hombre papaíto, que estoy viendo los dibujos, ¿por qué no te callas?

Era inevitable.