No quisiera parecer plasta y “empujoso” (dícese de aquellas personas, instituciones o campañas publicitarias, mayormente esto último, que se empeñan en anticiparnos los acontecimientos que aún están por suceder), pero me temo que ha llegado la Navidad. Ya está en todas partes. Ayer, sin ir más lejos, vi un árbol de Navidad en la calle, en plena Glorieta de Cuatro Caminos. Te lo juro.
No obstante, uno trata de resistirse, hombre, que cada cosa a su tiempo. En casa, por ejemplo, no declaramos iniciada la Navidad hasta que no se abre el jamón. Es el pistoletazo de salida. Más que nada porque es abrirlo y oye, no sé que pasa, que se te empieza a llenar la casa de gente que viene con la intención de quedarse a cenar, y luego la copita, y luego el turrón, y luego el cava, y luego...
No obstante, uno trata de resistirse, hombre, que cada cosa a su tiempo. En casa, por ejemplo, no declaramos iniciada la Navidad hasta que no se abre el jamón. Es el pistoletazo de salida. Más que nada porque es abrirlo y oye, no sé que pasa, que se te empieza a llenar la casa de gente que viene con la intención de quedarse a cenar, y luego la copita, y luego el turrón, y luego el cava, y luego...
Pues ya lo están advirtiendo hoy los periódicos, y lo repito yo bien clarito para que lo sepan la visitas, más que nada: los españolitos vamos a pagar un 71,55 por ciento más que el año pasado por la cesta de la compra de Navidad, debido a la subida de los alimentos.
Yo este año, no obstante, me he propuesto comenzar la Navidad de otra manera, ya no solo por lo de la cesta de la compra, que también, sino porque mis hijas ya me acaban de dar la primera lección, de la cual me dispongo a dejar testimonio:
Seguro que todos habéis tenido alguna vez, ¡confesadlo!, una de esas burbujas de cristal que contienen una figurita de, qué sé yo, la Torre Eiffel, un Papá Noel, la Virgen de Covadonga, la madre que la parió (en general digo lo de la madre, no me refiero a la Virgen, ¿eh?)..., sumergida en agua, y que cuando la agitas resulta que allí empieza como a nevaaar y a nevaaaar que es que no te lo puedes imaginaaaar.
Bueno vale, confieso que me he dejado llevar por la emoción en la descripción, que no es para tanto, que más bien se trata de una tremenda horterada comparable a la bailarina de sevillanas o al toro que hay quien todavía se atreve a poner encima de la televisión. Pero si tú eres un niño o una niña de entre tres y ocho años, no juegas a las videoconsolas más que lo justo, no tienes mp3 y no ves el Gran Hermano, pues como que aquel cachivache te puede llegar hasta a hacer una ilusión fuera de lo normal.
Pues algo parecido les pasó a mis dos peques, y como el cachivache susodicho, o susodicho cachivache (por entrenar la destreza de la lengua, lo hago) puede calificarse como “barato” (qué susto, por un momento creí que esa palabra ya no existía, del desuso, y que el corrector ortográfico me la iba a eliminar), les compramos uno a cada una, provocando en la criaturas una tremenda alegría, como ya estará imaginando el avispado lector.
“¡Papá, papá, tiene nieve dentro!”, me dice la mayor sorprendida. La pequeña es que no decía nada, simplemente se había quedado sin palabras ante la magia del artilugio. “No hija, no”, le aclaro yo, se trata de un efecto óptico, de una simple ilusión.
A continuación pasó lo que tenía que pasar: que a la pequeña le duró el cachivache un suspiro y medio más, pues acabó hecho añicos en el mismo centro comercial veinte minutos después, con el consiguiente llanto cuyo final vino a coincidir con la apertura de la bolsa de patatas fritas que también habíamos comprado, ya no tan barata, en el mismo centro comercial.
La mayor, en cambio, guardo su preciado tesoro con sumo cuidado en el bolsillo del abrigo y allí lo mantuvo hasta llegar a casa, colocándolo a continuación en el lugar más alto de la estantería de su cuarto, donde ningún “agente externo” (esto es, las manos de su hermana) pudiera poner fin a su preciada existencia.
Pero hete aquí que, cosas del destino, a los pocos días la criatura fue a retirar un cuento de la estantería con tan mala fortuna que la burbuja rodó mueble abajo, poniendo, como en efecto ella había temido, fin a su existencia, para qué vamos a andarnos con eufemismos si la realidad fue así de dura.
- No te preocupes hija, si sólo me costó un euro - traté de consolarla.
Pero cuando vi su gesto de desesperación y sus lágrimas que no paraban de brotar supe que, efectivamente, tal y como yo le había hecho comprender sin que en realidad fuera mi intención, lo que flotaba en el agua de aquel cachivache tan hortera y que acababa de derramarse por el suelo no era nieve, sino que se trataba verdaderamente de una ilusión.
Su ilusión.
Moraleja: el pistoletazo de salida de la Navidad no lo va a dar este año en casa la paletilla de Ibérico, sino la pechuguita de pavo o la mortadela, que la tengo bien fresca, oiga.
11 comentarios:
Pobre niña, se quedó sin su nieve pequeña y guardada en una bola!
Cuando somos peques no nos damos cuenta del valor de las cosas, lástima que de mayor perdemos esas ilusiones...
Y yo que creo que he roto la última bola de nieve, fíjate... tendré que comprarme mas... Dices que cuestan un euro?
Besos!
Jo Estili, yo a veces me desespero. Pongo la tele y hay una avalancha de juguetes, muñecas curis, cachivaches... Con unas voces tan atrayentes para los infantes que hasta mi niña pega media vuelta y se queda embobada mirándolos. Tan sólo tiene 18 meses pero me da pavor el día que me diga que quiere eso y lo otro y lo de más allá.
Me gustaría ahorrarle todo ese consumismo para el que están constantemente lanzando mensajes pero sé que será difícil.
Ojalá le gusten las cursiladas esas de nieve. A mi me encantaban, me hacían soñar...
En fin, que estas navidades, no van a cambiar las cosas y aunque solo podamos conformarnos con mortadela seguro que aún así está cara, pardiez.
Un beso
Los/as niños/as no dejan de darnos lecciones. Lo malo es que nuestra soberbia de adultos la mayoría de las veces nos impide aprender de ellos.
(Si la mortadela es con aceitunas, pon un cubierto más que me apunto.)
Besitos/azos.
Vale, voy a romper la magia de esta preciosa entrada y cagarme en lo difícil que es recoger todos esos minúsculos cristalillos de los..........¡¡BOLICHES!!. Sí, mi pequeña les llama boliches. Y se ha cargado ya como unos tres. Y cada vez, llantera. Lo bueno de esto, es que para ella, con sus cuatro años, todavía no se rompe la ilusión, solo se rompe el boliche.
(Mi mayor tambien lo tiene en lo más alto de la estantería de su cuarto, por la misma razón, jajajja, ¡qué pequeño es el mundo y qué iguales somos todos!)
Belén: yo creo que tú guardas mucha nieve y mucha ilusión en tu burbuja transparente.
Inte: es muy difícil, pero merece la pena intentarlo. A veces ellos mismos nos sorprenden con detalles como estos.
Mariano: Siento decir que odio la mortadela con aceitunas. Pero una lata de aceitunas rellenas de anchoa si que te abro, hombre.
Vitru: ¡boliches! Esa palabra debí usarla en mi entrada de ayer. Me recuerda a los dibujos animados de don Gato.
Qué increíble resulta que se produzcan historias paralelas, las hace más reales. En mi caso el final de la historia esta todavía por escribir, porque ayer su madre les compró un “boliche” más a cada una. A ver lo que duran.
Está claro que las cosas tienen el valor que les queramos dar. Y creo que es algo que hay que tener en cuenta sobre todo en Navidad, cuando mucha gente parece perder el norte y el sentido común. Buena lección la de tu niña.
Por cierto, ¡que rulen esas aceitunas con anchoa, Estili!
(suerte que ya se me ha ido el hipo)
Petonets.
Acabo de enviarte un mensajero con una caja llena de bolitas de esas de nieve. Somos nosotros, los personajes de los blogs, cada uno dentro de una bola.
Que nos les falte de na a esas niñas coño!!
Pues, pues, pues.... yo colecciono cachivaches de esos... Tengo uno de Suiza precioso y uno de un faro que compre hace unos meses que me encanta, no son horteras, son precioso.. ( bueno, depende de lo que tengan dentro, efectivamente hay algunos horrendos)
Comprale uno bonito a tu hija, pero bonito bonito
En cuanto a ala navidad, intenté convencesr a mi novio de que este año la celebráramos en noviembre, porque en diciembre estaremos currando todo el mes y no podremos... pero no ha querido,,, así que no creo que vaya a haber mucha navidad este año para nosotros... con lo que me gusta a mi...
Vigue: no te vayas a manchar la camiseta con las aceitunas, que te queda muy bien.
Clandes: ¡qué bonito, hombre!, gracias.
Wen: te guardará uno para que celebres tu Navidad cuando puedas.
k bonito, estili, de verdad. estoy tan de acuerdo, además, a mí me puedes hacer feliz con esa bola de 1 euro, o profundamente infeliz con un regalo carísimo que se nota que se compró sin pensar en mí!!! bicos.
Comento algo tarde. Y es que la navidad sí que parece cercana. No a mí, claro.
Ésta va a ser extraña ya que mi hijo empieza a tener edad de disfrutar de horteradas navideñas. No sé si le compraré una bola de las que dices pero sí cualquier otra cosa. El día que le de verdadero valor a esas cosas empezaré a pensar que se hace demasiado mayor.
No son tiempos de jamón, no. Incluso cambiaría la pechuga por una bolsa de pipas. Ligeramente saladas, como copos de nieve.
Un saludo!
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