martes, julio 22, 2008

Un recurso literario

- Buenosdiasnosdedios.
- Esomismodigoyo. ¿Qué desea?
- Verá, quería hablar con el responsable de este blog, si lo hubiere.
- Claro que lo hubiere. Delante lo tiene.
- ¿Pero delante según miro yo de frente o delante sí, por el contrario, me giro un poquito yo así, hacia la izquierda, con lo cual lo que me queda frente por frente es el vecino del Primero Izquierda?
- No, no, de frente, de frente, según me mira a mí a la altura de los ojitos.
- ¿No será usted entonces el interfecto?
- Querrá usted decir el susodicho, que yo estoy vivito y coleando.
- Eso quería decir, discúlpeme, que es que a veces resulto un poco torpe terminológicamente hablando. Llámeme repipi, si quiere.
- ¡Repipi!
- Gracias. Insisto. ¿es usted el responsable susodicho?
- Pues sí. Yo soy, en efecto, el interfecto, digo el susodicho. ¿Qué es lo que desea? Y cuéntemelo rapidito porque vamos, sólo en los saludos y presentaciones ya llevamos casi medio post, no sé si se ha percatado usted de este extremo, así como de que además me está usted contagiando su repipiez.
- Vale. Entiendo entonces que no vamos a charlar previamente e intercambiar opiniones sobre los famosos cien días del Gobierno y que vamos mejor directamente al grano.
- Pues sí, casi mejor que sí. Y ahora el que insiste soy yo: ¿qué es lo que desea?
- Verá, yo es que soy inspector de blogs.
- ¿Y?
- Pues que hemos detectado (y empleo “hemos” como plural mayestático, que he sido yo solito) la presencia de un menor o menora en su blog, también conocido como Estilografic Punto Blog (EPB), el blog, no el menor.
- Ah, entiendo. Se trata de mi hija, sí, que ha estado escribiendo unos días los post para...
- Y supongo que ya sabrá usted que no está permitido utilizar a menores, o en este caso a menoras, para ponerlos a realizar el trabajo que correspondería hacer a un adulto, en este caso concreto a usted, sinvergüenza, que es usted un sinvergüenza.
- Pero, oiga, verá, si me deja yo se lo explico...
- ¿Qué me va a explicar usted a mí que yo no sepa? ¿No hemos quedado en que soy un repipi?
- No, no, es que todo tiene una explicación...
- ¿Todo? ¿Incluidos los más arriba mencionados cien días del Gobierno, que tenemos a la ciudadanía hecha un obelisco....
- Basilisco.
- Eso, hecha un basilisco debido a los síntomas de desconcierto y desorientación mostrados por el Ejecutivo mientras todos los indicadores económicos se descojoncian y lo que es peor, apuntan a todo apuntar hacia que lo peor aún esta por venir?
- No sabía usted cómo criticar al Gobierno y al final lo ha conseguido, ¿verdad?
- Pues sí. Me ha costado lo suyo pero al final lo he conseguido, he de confesarlo. Y ahora volvamos a lo nuestro: queda usted detenido.
- ¿Cómo?
- Pues poniéndole yo las esposas y procediendo a conducirle a las oportunas dependencias judiciales. En eso consiste una detención, que hay que explicárselo todo, ¡hombre!
- Que no, que no, que yo se lo explico ahora mismito. Que se trata de un recurso literario.
- ¿Perdón?
- De un recurso literario. Que todo es mentirijilla.
- Explíquese ahora mismo.
- Verá, resulta que para darle a esto del blog un toque más “ligero” en época estival, se me había ocurrido la idea de hacer como que fuera mi hija la que escribía los post, lo cual me permitiría modificar la perspectiva del narrador así como lograr un acercamiento a los asuntos de actualidad desde un punto de vista más ingenuo e infantil, tratando de provocar con ello la complicidad del lector, siempre más relajado y tendente al esparcimiento -téngase en cuenta - en estas fechas tan cercanas a la huída masiva a playa o montaña, según los gustos de cada cual.
- Compruebo que, en efecto, se le está a usted pegando mi repipiez a “magnis itineribus”, o lo que viene a ser lo mismo, a marchas forzadas. Pero a mi no me engaña con tanta palabrería. ¡Encima resulta que es usted un mentiroso!
- Le juro a usted que es la purita verdad lo que le cuento.
- Pues yo le juro a usted que esta noche va a dormir entre rejas. Su blog queda cerrado. ¡Andando!
- Pero... ¡oiga!, ¡ay!, ¡ay!, ¡suélteme!, ¿pero qué es esto?, ¿una broma?
- Una broma no, amigo... ¡un recurso literario!

viernes, julio 18, 2008

Con dos pares (de manos)

Vale. “Relatos a cuatro manos” es un título con trampa, ya me he dado cuenta. Descartada por motivos obvios - y hasta cierto punto desagradables si se piensa fríamente - la premisa de que el supuesto autor estuviera dotado de cuatro extremidades superiores, esto es, que se tratara de lo que habitualmente viene denominándose como “bicho raro”, concluimos que el truco está en que se trata de dos autores, Carlos Méndez y Mariano Vega, mira tú qué listos.

Lo que pasa es que, si se piensa bien, el titulo tiene en realidad su aquél, porque los dos relatos incluidos en el libro, “Clandestino” (Carlos) y “Dos maletas y una montaña rusa” (Mariano), pese a resultar bien distintos a primera vista tanto en forma como en contenido, sí que acaban, a poco que se introduzca uno en ellos, compartiendo un mismo tronco común, con lo que al final va a resultar verdad lo del “bicho”. Ahí lo tienes: un único tronco y las ya famosas cuatro extremidades superiores.

Carlos y Mariano utilizan maneras de narrar bien diferentes, eso sí que es verdad. A partir de esa diferencia es cuando surgen las dos pares de manos. Si algo destaca de la escritura del primero es sobre todo su frescura y naturalidad, características que confieren a su relato una engañosa – por trabajada – sensación de improvisación que acaba resultando de lo más agradable. El autor bien puede presumir de un modo de escribir dotado de una sorprendente e irreflexiva sinceridad que hace que sus manos correspondientes guarden lo que pugilísticamente hablando podría denominarse como una buena y directa pegada. Las dos manitas de Mariano, en cambio, trazan su escritura en las Antípodas. Ésta se nos antoja mucho más pausada, trabajada al máximo y razonada en cada una de sus frases. Hablamos, sin exagerar, de un exprimidor del pensamiento del que el sediento lector logra obtener sabrosos zumos tan deliciosos como vitamínicos, aderezados con profundas reflexiones vitales. A Carlos no se le lee, se le acompaña por la vida; a Mariano tampoco, se sienta uno con él a reflexionar.

La diferente estructuración de los dos relatos responde en parte a esta manera tan distinta de afrontar la escritura. La mayor inclinación a la extraversión del Carlos escritor, o mejor, de su personaje “Clandestino”, le lleva a organizar el relato en torno a las relaciones del protagonista con el resto de los personajes. Clandestino es - víctima de su propia contradicción - un solitario que no sabe estar solo. El autor ha sabido tejer en un espacio narrativo limitado toda un red de personajes que magnifican, matizan y, en definitiva, dan sentido al personaje principal. Así, Lorena (o más bien el lunar que lleva entre la piernas) es el faro inalcanzable que lo guía; Andrés es su apoyo emocional; Silvia - su ex - y Lucía - su hija - representan la estabilidad de la que huye pero de la que tampoco se puede olvidar; Saul y Jon son los amigos lejanos que están ahí cuando los necesita pero que en nada le comprometen; Iratxe, la novia de Jon, es la tentación prohibida no por ello menos deseada; Miguel, -el odioso Miguel - representa todo aquello de lo que desea huir pero que tampoco es capaz de despreciar. Todos ellos conforman ese “universo clandestino” tan contradictorio como la vida misma.

Dos maletas...”, en cambio, es el vivo retrato de la introspección de su personaje principal, y su historia se organiza fundamentalmente alrededor de las reflexiones de un tipo que busca en los recuerdos el sentido de su vida. O si se quiere, el relato se estructura a partir de las libretas de diferentes colores que el protagonista utiliza para escribir sus recuerdos, y que son en definitiva las que nos van a servir de guía en ese viaje interior a través del tiempo (presente y pasado), del espacio (la ciudad y el pueblo) y de la imaginación (la montaña rusa y el metro de Madrid), para concluir con la repetida sentencia de que “volver al principio es la mejor forma de terminar”. No me digas cómo, pero Mariano sale siempre airoso de ese objetivo tantas y tantas veces buscado por todo escritor que se precie, y que consiste en encontrar la frase perfecta para cada una de las ideas y reflexiones que su personaje se trae entre manos. ¿Ejemplos? A patadas: “De vez en cuando voy (al pueblo) para tomar el aire, aunque nunca supe si buscaba aire fresco para recordar de dónde vengo o aire rancio para no olvidar de dónde huí”. O este otro, magistral, sobre la escritura: “Podría escribir hasta con una cadena abrochada en mi muñeca zurda que acabara en un ancla o en una compacta bola de presidiario”.

¿Qué es lo que relaciona entonces esas dos maneras de narrar tan diferentes? ¿En qué consiste el tronco común que sostiene las dichosas cuatro manos? Sobre todo en que ambos son al final el reflejo de dos maneras de concebir la literatura como forma de vida, de vivir para contar y de contar para poder seguir viviendo. “Escribir no es un trabajo, es una necesidad” dice el personaje de “Clandestino” sobre la literatura. “Algunos recuerdos sí que acuden cuando se les reclama, pero otros regresan sólo cuando ellos quieren”, cuenta el protagonista de “Dos maletas...” sobre el sufrido arte de escribir.

Si se me permite la arriesgada comparación, Carlos es Sabina y Mariano, Serrat. Dos pájaros de un tiro.

“Relatos a cuatro manos”, de Carlos Méndez y Mariano Vega (Ed. Policarbonados) se puede adquirir en la librería La Clandestina.

martes, julio 15, 2008

La Señora y El Señor

Hay una señora que no sé quién es de la que están hablando todo el rato en la tele, y como no paran de hablar y de hablar de ella y parece alguien importante a quien le ha debido suceder algo malo, yo voy y le pregunto a papá sobre - como diría él - la susodicha.

- Papá...

- Dispara hija, dispara de una vez.
- ¿Quién esa señora de la están todo el rato hablando en la tele y en los periódicos?
- ¿A quién te refieres, a Carla Bruni o a Ingrid Betancourt?
- No, no, se llama Martinsa Fadesa, o algo así.
- Eso no es una señora. Se trata, hija mía, de la mayor promotora inmobiliaria de este país en cuanto al volumen de activos.
- Ah. ¿Y que es lo que le pasa a la señora promotora?
- Pues nada hija, que ha solicitado un concurso voluntario de acreedores.
- Ya. ¿Sabes que te encuentro hoy poco didáctico, papá?
- Perdona hija, es que es un tema complejo, créeme. Eso de lo acreedores es lo que comúnmente venía llamándose en mis tiempos “suspensión de pagos”
- ¿Suspensión viene de suspenso, no?
- Efectivamente. Lo que comúnmente venía llamándose también en mis tiempos “cate”.
- Vale, pues hasta ahí lo pillo. ¿y qué más?
- Bien, trataré de explicártelo de la manera más sencilla posible.
- A ver si es verdad.
- Verás, resulta que la tal Martinsa, a la que, si te parece y pensando en tu comodidad, pasaremos a denominar a partir de ahora como La Señora, se ha estado endeudando hasta las cejas en época de bonanza económica para hacerse con suculentos activos, es decir, que acostumbraba a manejar boyantes sumas de capital sin disponer en realidad de ello para construir pisos y más pisos, de manera que mientras la coyuntura económica de este país ha resultado favorable todo ha ido viento en popa, gastando a todo gastar y manteniendo siempre sus expectativas para hacer frente a la dichosa deuda que ascendía ya a la nada despreciable cifra de 5.200 millones de euros.
- Respira, anda.
- Gracias. Pero claro, cuando la situación económica en general y el mercado inmobiliario en particular entran ambos dos en tan clara como irremediable recesión, por no hablar de crisis lisa y llanamente (no nos vayan a cerrar el blog), la cosa se complica sobremanera, las entidades financieras acreedoras quieren cobrar su deuda y no están dispuestas a prestar un céntimo más y La Señora tampoco encuentra a quién vender a buen precio sus activos más arriba calificados ya de suculentos, debido a que los potenciales compradores de suelo y vivienda están en estado de lo que podríamos denominar “parálisis permanente”, produciéndose así finalmente el tan temido como esperado pinchazo de la burbuja inmobiliaria, no sé si me entiendes.
- Bueno, ¿y por qué no intentas ahora explicármelo de la manera más difícil posible, ya que de la más sencilla no ha dado lo que se dice muy buen resultado, a ver si así te sigo algo más?
- Pues que La Señora en cuestión, hija-mía-de-mi-vida-y-de-mi-corazón, tenía un agujero en el bolsillo de no te menees, y ahora se ha acabado de descoser, así que ya no hay manera de que funcione.
- Ah, vale, ahora sí que lo entiendo. Y claro, ese agujero ha acabado afectado también a El Señor.
- Ahora me temo que el que no te sigue soy yo, hija mía. ¿De qué Señor me hablas?
- Me refiero al que está preparando cerca de 400 despidos debido a que cada vez se hacen menos pisos y claro, cada vez es menos necesaria también su actividad.
- ¿Y cómo es que sabes tanto tú de ese misterioso Señor, que yo no tengo ni idea de quién es?
- Pues bien conocido que es. Yo lo visito a diario, y tú también deberías.
- ¿A diario?
- Claro que sí. Gracias a la acción de la leche y los yogures de naturfibra con regulaplús, que te ayuda a visitarlo al menos una vez al día. Al Señor Roca, me refiero.
- ¡Pa'cagarse!

lunes, julio 14, 2008

Pulpos, elefantes, pirañas, monos y vacas

Me acabo de enterar de que se ha muerto una señora australiana que tenía 108 años y que era la bloguera más viejita del mundo. Y de que hay otra señora española que tiene 97 años que también tienen un blog, y que ahora es la bloguera más viejita del mundo, porque la otra se ha muerto, la pobre mujer.

Mi papá dice que a veces se siente como un pulpo en un garaje escribiendo en un blog porque casi todos los blogueros son mucho más jóvenes que él, así que le voy a decir que se lea esta noticia de las dos abuelitas para que deje de decir lo del pulpo. La verdad es que a mi lo del pulpo me hace mucha gracia, porque me imagino a papá en el garaje de casa escribiendo en el ordenador muy muy rápido, con sus siete tentáculos aporreando el teclado. Sí, ya sé que los pulpos tiene ocho tentáculos, pero es que uno lo utiliza siempre para coger el ratón.

Hay otras expresiones como la del pulpo, pero a mi me gustan menos. Se dice también lo de “como un elefante en la cacharrería”, pero no es exactamente lo mismo, porque el elefante en la cacharrería es que además de encontrarse raro tiene mucho peligro porque va rompiéndolo todo, y el pulpo para eso es más tranquilo. He encontrado otras frases de animales parecidas, como la del “ como un mono con revólver” o la de “como una piraña en la bañera”, que esos si que son peligrosos y que quieren decir que la persona que se encuentra así puede hacer daño a los demás, el muy bruto.

A lo mejor resulta que yo soy una de las blogueras más pequeñas del mundo, y empiezan a llamarme de la tele para hacerme entrevistas o para salir en el “Tú sí que vales”, que es un concurso en el que la gente hace cosas raras y en el que salen muchos niños. Al pulpo, digo a papá, no le gusta nada el "Tú sí que vales" pero a mí sí, y ahora que estoy de vacaciones lo veo de vez en cuando.

A papá es que no le gustan los concursos de la tele en los que la gente sale haciendo tonterías, y le da mucha rabia que los papás lleven a sus hijos a esos concursos porque dice que lo que están haciendo es enseñarles que lo más importante es ser famoso y salir en la tele. Papá dice que luego cuando son más mayorcitos no le dan importancia a los estudios ni a nada, y que lo único que quieren es ganar mucho dinero fácilmente y que al final acaban yendo por la vida “como vaca sin cencerro”.

viernes, julio 11, 2008

La cola

He visto que hay un montón de colas en no sé cuantos sitios y países para comprar no sé qué cosa. También aquí, en Madrid. Me he acordado de que en el cole un día nos contaron que hay países en los que se pasa mucha hambre y la gente hace colas muy largas para conseguir alimentos. Como últimamente cada vez que les pido dinero a mis padres para comprarme algo me salen con el rollo de la gasolina, la cesta de la compra, la crisis y no sé que más, mi cabecita se ha puesto a funcionar en cuantito he visto las colas y me he dicho “esta vez va en serio”.

Luego papá me ha explicado que no, que de momento no es para tanto, que se trata del dichoso aifón-de-apel. O algo así he entendido yo.

¿Y qué es el aifón-de-apel?, le he preguntado yo a papá, y papá me ha respondo que se trata de un nuevo modelo de teléfono que incorpora conectividad 3G, GPS, pantalla táctil e iPod. Yo me he quedado igual, pero al menos sé que todavía no somos pobres.

¿Y por qué la gente hace cola para comprarlo?, ¿es que van a vender muy poquitos?, le he preguntado yo a papá, y papá me ha contestado que no, que es que hay gente que se vuelve loca por comprarse las cosas el primero, como cuando salen los libros de Harry Potter, y que si se esperaran unos días lo podrían comprar tranquilamente e incluso sabrían si de verdad merece la pena gastarse la pasta que cuesta, porque a lo mejor luego resulta que no es para tanto.

De todas formas me ha dicho papá que él no cree que haya tanta gente dispuesta a pasarse la mañana en la cola para comprarse el aparatito, con el calor que hace, que seguro que al menos la mitad están ahí porque forman parte de una campaña de publicidad o algo así para que la gente se contagie y lo compre. ¿Y la otra mitad?, le he dicho yo. “La otra mitad son gilip...” Eso lo ha dicho él, que yo no digo palabrotas. Él tampoco muchas, pero de vez en cuando se le escapa alguna.

En nuestro libro de Conocimiento del Medio se explica lo de la publicidad, que es un sistema que se utiliza para vender bien las cosas, y dice también que hay que tener cuidado porque en los anuncios intentan convencernos para que compremos cosas que luego no necesitamos. ¿Entonces la cola es un anuncio, papá?, le pregunto yo a papá, y papá me aclara que no, que en realidad no, pero que como si lo fuera, que para el caso es lo mismo.

Entonces, papá, ¿estos que están en la cola hambre, lo que se dice hambre, no tienen, verdad?, le pregunto yo por último a papá, y papá me dice que no, que de momento no, pero que si se tiran ahí mucho rato y les da la hora del aperitivo ya veré cómo también les empieza a picar el gusanillo.

miércoles, julio 09, 2008

El geocho

Hay una cosa con un nombre extrañísimo que se llama geocho que es algo parecido a una selección de fútbol, porque está formado por los países más importantes del mundo mundial, pero España no está, aunque haya ganado la Eurocopa. He leído que son los países más industrializados más Rusia. Es decir, que en realidad no son los más industrializados. Por eso en otros sitios dicen que son los países más ricos, más Rusia también. O sea, que en realidad tampoco son los más ricos. Yo creo que es que tenían que meter a Rusia como fuera, no sé por que, y no sabían cómo.

Los países del geocho son: EE UU, Canadá, Japón, Alemania, Francia, Italia y Reino Unido. Ah, y también Rusia.

Pues los jefes de estos siete países, y también el ruso, se han reunido para solucionar problemas muy gordos que tiene este mundo que nos ha tocado vivir, como diría mi papá. Uno de esos problemas es el del cambio climático, que yo creí que era que estaban preocupados, incluido el ruso, por si cambiaba el tiempo de un día para otro y claro, a ver qué ropa se llevaban a Japón, que es donde se han ido a reunir, si de verano o de invierno. Lo mismito que les pasa a mis papás cuando yo me voy tres días a la granja escuela, que nunca saben qué ropa meterme en la mochila y al final siempre me voy cargadita con todo, por si acaso. Pero no es eso, no. Se trata de que como nos portamos muy mal con la naturaleza, algunos científicos dicen que la cosa se está estropeando, porque la tierra se calienta y se contamina, y eso hay que solucionarlo a la voz de ya.

Pero hay dos países muy grandes y que contaminan mucho, que son China y la India, que no se ponen de acuerdo con los del geocho, y que digo yo que a lo mejor es que están enfadados porque no son del grupo, y si hicieran con ellos como con Rusia estarían más contentos y dejarían de contaminar, no sé.

Otro de los problemas que les preocupa a los jefes de los países más industrializados, y al de Rusia, no se me vaya a olvidar el de Rusia, es el hambre. Claro, por eso se han metido pa´l cuerpo, como también diría mi papá, una comidita que se llama Bendición del Mar y la Tierra, y que tiene nada más y nada menos que diecinueve platos. Aunque sean muchos, en ninguno vienen ni croquetas, ni salchichas, ni huevos fritos con patatas ni nugets, con lo que me gustan a mí los nugets. Hay cosas muy raras que yo nunca he probado, ni pienso probar, como el maíz relleno de caviar y salmón ahumado o el cordero asado con setas y trufas. Si acaso probaría el postre, que se llama Fantasía geocho, que sí que tiene buena pinta, sobre todo si lo ponen fresquito.

Vamos, que con ese menú el problema está solucionado, porque no va a pasar hambre ninguno de los siete. Ni el ruso tampoco.

martes, julio 08, 2008

Menudo susto

Menudo susto me llevé ayer. Salía mucha gente en la tele corriendo a todo correr como loca, empujándose los unos a los otros y algunos se caían y se pisaban porque los que venían detrás no paraban de correr también y muchos no miraban para adelante sino para atrás, y claro, tú te caías y el que venía detrás te pasaba por encima porque ni te veía, cosa que está muy mal, porque a nosotros nos dicen en gimnasia que cuando se corre hay que ir mirando siempre al frente porque si no te puedes caer y hacerte daño.

También había gente que se asomaba a los balcones para ver lo que pasaba y gritaban como queriendo decir a los que estaban corriendo que tuvieran cuidado, que se iban a caer, y otro también estaban subido en la vallas y agitaban los brazos y se asomaban a ver qué pasaba.

Había tanta gente y se daban tantos empujones y hacían tanto el bruto que hubo un momento en que hasta me pareció que entre las personas que corrían había unos que movían mucho la cabeza de un lado para otro empujando, y parecían.... ¡toros!, ¡son toros!, ¡papá, son toros!

Papá me explico que eran los sanfermines, que son unas fiestas que hay en Pamplona en las que se hacen encierros, que es cuando se sueltan unos toros que en realidad ya están encerrados para que corran y después volverlos a encerrar y la gente corre con ellos por las calles hasta la plaza.

Resulta que todos esos señores que corren no es que estén ahí en la calle leyendo el periódico y de repente se escapen los toros y cojan el periódico y lo enrollen para defenderse como si fuera un palo y salgan corriendo, no. Están ahí porque quieren, esperando a que salgan los toros para correr con ellos. En eso consiste la fiesta.

Yo le he dicho a papá que me parecía todo muy raro, porque resulta que esos señores se pueden hacer daño y hasta un toro los puede matar, porque si te pilla un toro y te engancha con el cuerno yo creo que te puede hacer una herida muy grande y si te pisa también, porque son animales que tienen mucha fuerza y que además están asustados y no saben lo que les esta pasando, eso seguro.

Papá dice que él tampoco lo entiende mucho, pero que a ellos les gusta y que lo hacen todos los años y se juegan la vida, claro que sí. Yo le pregunto entonces que si los señores que han salido también en la tele antes y que iban en una barca muy pequeña llena de gente que se llama patera y se ha hundido también lo hacen porque quieren y también se juegan la vida, y papá me dice que sí, que esos también se juegan la vida, pero que no, que esos no lo hacen porque quieren.

jueves, julio 03, 2008

Dudas

A veces me pasa que no sé si una cosa está bien o está mal. Me hago un lío. Ayer salió en la tele esa mujer que estaba secuestrada. Ingrid, se llama. Ha estado escondida en la selva casi siete años, y ahora la han rescatado. Han contado que para rescatarla unos señores buenos se hicieron pasar por malos y les dijeron a los que de verdad eran malos, oye, que nos la llevamos, y se la llevaron en un helicóptero a la mujer y a otros señores que también estaban secuestrados. O sea, que los mintieron y los engañaron. Yo sé que engañar y mentir está mal, pero en este caso me parece que está muy bien porque se engañó a los malos, y además sirvió para salvar a esas personas que llevaban tanto tiempo en la selva, qué miedo.

Papá dice que no se cree nada, que todo le suena como muy de cuento con final feliz y que a los periodistas ya se sabe que les encantan esas historias y las exageran y las cuentan como si fueran una peli. Digo yo que papá sabrá lo que dice, porque él también es periodista, pero a mi la historia me ha gustado, como los cuentos y las pelis que terminan bien.

El caso es que la mujer está ya en casa, y que sus hijos han salido también muy contentos, porque hace mucho que no la veían y pensaban que podía estar muy enferma. Hay un señor que sale en la tele todo el rato al lado de los hijos y que me imagino que es el papá, pero papá (el mío) me dice que no, que es el presidente de Francia. Yo le pregunto que qué pinta ahí y papá me dice que eso dice él también. Me parece que es que ella es colombiana pero también un poco francesa, y que el presidente ha ayudado a rescatarla. A lo mejor es uno de los buenos que se ha disfrazado de malo, no sé.

Hay un grupo de chicos que se cuelan por la noche en la parcela de casa y se bañan en la piscina. Esta noche no porque no ha hecho calor, pero otros días sí. Yo pienso que eso sí que está mal porque no es su casa. Algunos vecinos se enfadan mucho y se ponen a gritar cuando los ven, a la tantas de la mañana, y algunos también bajan a la calle y salen corriendo detrás de ellos. Papá dice que no es para tanto, que mientras que no hagan nada más que eso que se bañen si quieren, que lo que a él le molesta más es que los vecinos se pongan a gritar a las tres de la mañana ¡que llamo a la policía!, ¡que llamo a la policía!, ¡marchaos a vuestra casa, gamberros!, porque con eso sí que se despierta, y que tampoco es como para salir corriendo detrás de unos chicos que seguro que no tienen más de catorce años, dice papá. Yo no sé bien quién tiene razón, si papá o los vecinos. Porque claro, si no hacen nada más vale, pero tampoco sabemos si rompen o estropean algo o se hacen pis en la piscina y al día siguiente se baña mi hermana pequeña que no hace más que tragar y tragar agua, la pobre.

El otro día taparon con chicles las cerraduras de todos buzones, que eso si que tengo claro que está muy mal lo mires por donde lo mires, porque es una guarrería y el portero tuvo que pasarse toda la mañana limpiándolos. Y se llevaron el felpudo de la puerta, otra cosa que creo que está muy mal, aunque también tengo la duda de si la culpa es nuestra por dejarlo fuera de casa, pero es que es ahí donde se ponen los felpudos, qué le vamos a hacer.

En fin, que voy aprendiendo que hay cosas que están muy mal, otras que están muy bien y algunas que están regular, y luego hay otras que depende de según cómo se mire, que era la letra de una canción de Jarabe de Palo, que es el nombre de un grupo.

martes, julio 01, 2008

Edecán

Hola. No es la primera vez que escribo en este blog, en el blog de mi papá. Ya escribí una vez el año pasado, una vez que papá se metió en un lío y me lo pidió por favor. Se nota. Lo de que no es la primera vez, digo que se nota, porque me va saliendo mejor. La otra vez estaba nerviosa. A mi me gusta que mi padre tenga un blog porque les digo a las amigas, mi padre tiene un blog, cuando me dicen que su padre tiene un Mercedes, un chalé en la Sierra o un apartamento en La Manga del Mar Menor. Pues mi padre tiene un blog, digo yo, y me quedo más ancha que larga. Ellas no saben lo que es un blog, yo tampoco lo sabía hasta hace poco, pero no les doy demasiadas explicaciones para mantener el misterio y chincharlas un poco. Hace poco salió en Identiti una extraña (no es que fuera fea ni nada la chica, es que se les llama así a las personas que salen y que los concursantes tienen que adivinar su identidad), que daba como pista que era bloguera. Y yo sabía lo que era. Como papá. O como yo ahora, Yo ahora soy bloguera porque estoy escribiendo en un blog. Identiti es un programa de la tele.

Ahora es que papá se quiere tomar unos días de descanso en julio. Bueno, de descanso no. Es que tiene entre manos algunos asuntos a los que quiere dedicar tiempo, y el blog no le deja. Eso me ha dicho que os diga. No se ha ido a la playa ni nada. Nos vamos en agosto, todos juntos. Dónde va a ir él solito, si no sabe. Eso también me ha dicho que os lo diga. Es que el año pasado puso un becario, pero la cosa se torció y se fue a otro blog, el becario. Este año ha dicho, mi hija no se va a ir. Y es verdad, no me voy a ir.

Voy a contar cositas que se me ocurran, y me ha dicho papá que no me olvide de la actualidad, que eche un vistazo al periódico y a la tele, no a Zoey 101, que es una serie que a mi me gusta, sino a los informativos. Bueno, también puedo ver Zoey 101, no te creas. “Eche” es sin hache, estoy segura y lo sé porque papá me dice que de “echar”, lo primero que se echa es la hache. A papá le gusta jugar con el lenguaje, A mi también me está gustando ahora, de pequeña no tanto.

Hoy pongo una foto del periódico El País que me ha gustado. La de la Ministra de Defensa. Yo la conocía porque la vi un día en la tele y me hizo gracia que todos los soldados se ponían muy rectos y mirando al cielo delante de ella, como Sergio Ramos cuando suena el himno antes de los partidos de fútbol. La cámara se le acerca mucho, a Sergio Ramos, y se le ve muy bien la nariz. Me hace gracia. A papá le gusta mucho Sergio Ramos, pero dice que ha jugado muy mal en la Eurocopa. Menos al final, que ya lo ha hecho bien, como a papá le gusta. Hace poco ha tenido un bebé. El bebé lo ha tenido la ministra, no Sergio Ramos, de Sergio Ramos ya no voy a hablar más. Sale en la foto con otra señora que va vestida con un traje como de Comunión de chico, parecido al que llevaba mi primo. Se llama edecán. No el traje, la señora. Me estoy liando un poquito. Papá me ha dicho que cuando me líe haga frases cortitas. Y ponga puntos y aparte.

La señora que va con la ministra es su edecán. Cuando sale una palabra que no conozco papá me dice que mire el diccionario. Un edecán es un ayudante de campo. Como sigo sin entenderlo pregunto, papá qué es un edecán. Un ayudante de campo, me dice. Eso ya lo se, le digo, lo he visto en el diccionario, pero qué es un ayudante de campo. Bueno, me dice, es un término que usan los militares, que para ellos el campo es donde están los ejércitos, más o menos. ¿ Y los futbolistas tienen edecanes? No hija, me dice papá, en esos campos no hay edecanes.

Me llama la atención que el edecán no la ayuda. La ministra va cargada con su bolso y su maletín. Me dice papá que ponga edecán en masculino, como dice el diccionario, para no meterme en demasiados líos, dice papá. Sobre lo del bolso y el maletín, papá me dice que es que la ministra es muy suya. A mi me gusta esta ministra. Además se llama Carme, como mamá, pero sin la n al final. Y también es guapa. Como mamá. Bueno, mamá más.

El bebé puede dormir muy tranquilo. Tiene una mamá que lo defiende, porque es ministra de eso. De defensa. Y papá también puede dormir tranquilo, porque yo voy a ser su edecán.

Adiós.