Mi vecino del cuartocé es un tipo singular, hay que reconocérselo. Se le ocurren cosas un tanto extravagantes que a veces tienen su gracia y otras no tanto, la verdad. Resulta que ahora se ha enterado de una moda reciente que hay en Rusia: Las autobiografías por encargo. Al parecer, la gente que tiene muchos rublos - que los rusos son así de raros, en vez de euros tienen rublos, el que los tiene – se los gastan en contratar a contrastadas plumas para que les escriban autobiografías un tanto escandalosillas o que contengan mentirijillas que le den a uno cierto prestigio, como por ejemplo, no sé, que un día lo sacaron a un servidor en “El Tomate” arrimaíto a la Raquel Mosquera; o que una servidora compartió mesa y mantel con Don Jaime de Marichalar; en ambos casos antes de sendas separaciones, téngase en cuenta.
- Que digo yo, mi querido vecino Estilografic - me dice el del cuartocé - , que ya que tú tienes un blog y de vez en cuando escribes en él alguna que otra tontería y asuntos disparatados – porque escribes tonterías y asuntos disparatados, no me vas a decir que no – podrías ayudarme a redactar mi autobiografía y contar algunas cositas que yo me sé que pudieran granjearnos algunos ingresos suculentos.
- Si no te he entendido mal, mi también querido vecino - le digo yo al del cuartocé -, tú lo que quieres es que te eche una mano con la cosa de la edición, que te corrija los textos previamente escritos por ti, o algo así.
- Bueno, no exactamente, mi querido vecino Estilografic, no exactamente. Sería más bien cosa de contratar yo una pluma, una pluma estilográfica en este caso, je je.
- No me irás a decir que lo que quieres es que escriba yo el libro por ti para que luego tú lo firmes como si fuera una obra tuya.
- Lo que quiero es que escribas tú el libro por mi para que luego yo lo firme como si fuera una obra mía.
Pues ya lo veis, sí que me lo dijo, el tío. Clavaíto. Y lo cierto es que aunque no le falte parte de razón al vecino del cuartocé cuando dice que uno a veces escribe tonterías y asuntos disparatados, lo de vender la capacidad creativa de uno, si es que la hubiere, de una manera tan fría, exenta de ética, profesionalidad y respeto hacia la propia obra de uno mismo, vaya, no me parece a mí del todo bien.
Así que - como suele ocurrir en estos casos cuando uno es educado y le da no sé qué mandar a freír monas al vecino del cuartocé, sobre todo teniendo en cuenta que quizás, qué sabe nadie cuándo (que diría Raphael), pudiera verme en la necesidad de solicitar su colaboración ante alguna posible carencia de cualesquiera alimentos lácteos en el electrodoméstico frigorífico, con lo cara que se ha puesto, la leche - mi cerebro procedió a trabajar de manera rápida e inmediata para buscar presto una buena excusa cuando, ante mi gesto de desconcierto, el tipo contraatacó diciendo:
- No me irás a decir que no te parece interesante la propuesta, motivo por el cual te dispones a rechazarla de inmediato, mi querido vecino Estilografic.
- No me parece interesante la propuesta, motivo por el cual me dispongo a rechazarla de inmediato - le conteste utilizando sus propias argucias lingüísticas.
- Vaya por Dios.
- Es que perdóname, vecino del cuartocé, pero a veces uno tiene que ser consciente de sus limitaciones, y yo no me considero capacitado para emprender tamaña aventura literaria como la que me propones.
- ¿A qué te refieres, vecino, con tus “limitaciones”?
- Hombre, pues que si me ofrecieran ser la nueva cantante de la Oreja de Van Gogh, por ejemplo, pues no sé, yo creo que diría que no.
- ¿Pues sabes qué te digo?, que yo creo que lo harías muy bien.
- No te creas, que yo nunca he escrito autobiografías.
- No, no, si me refiero a lo de la Oreja.
- Que digo yo, mi querido vecino Estilografic - me dice el del cuartocé - , que ya que tú tienes un blog y de vez en cuando escribes en él alguna que otra tontería y asuntos disparatados – porque escribes tonterías y asuntos disparatados, no me vas a decir que no – podrías ayudarme a redactar mi autobiografía y contar algunas cositas que yo me sé que pudieran granjearnos algunos ingresos suculentos.
- Si no te he entendido mal, mi también querido vecino - le digo yo al del cuartocé -, tú lo que quieres es que te eche una mano con la cosa de la edición, que te corrija los textos previamente escritos por ti, o algo así.
- Bueno, no exactamente, mi querido vecino Estilografic, no exactamente. Sería más bien cosa de contratar yo una pluma, una pluma estilográfica en este caso, je je.
- No me irás a decir que lo que quieres es que escriba yo el libro por ti para que luego tú lo firmes como si fuera una obra tuya.
- Lo que quiero es que escribas tú el libro por mi para que luego yo lo firme como si fuera una obra mía.
Pues ya lo veis, sí que me lo dijo, el tío. Clavaíto. Y lo cierto es que aunque no le falte parte de razón al vecino del cuartocé cuando dice que uno a veces escribe tonterías y asuntos disparatados, lo de vender la capacidad creativa de uno, si es que la hubiere, de una manera tan fría, exenta de ética, profesionalidad y respeto hacia la propia obra de uno mismo, vaya, no me parece a mí del todo bien.
Así que - como suele ocurrir en estos casos cuando uno es educado y le da no sé qué mandar a freír monas al vecino del cuartocé, sobre todo teniendo en cuenta que quizás, qué sabe nadie cuándo (que diría Raphael), pudiera verme en la necesidad de solicitar su colaboración ante alguna posible carencia de cualesquiera alimentos lácteos en el electrodoméstico frigorífico, con lo cara que se ha puesto, la leche - mi cerebro procedió a trabajar de manera rápida e inmediata para buscar presto una buena excusa cuando, ante mi gesto de desconcierto, el tipo contraatacó diciendo:
- No me irás a decir que no te parece interesante la propuesta, motivo por el cual te dispones a rechazarla de inmediato, mi querido vecino Estilografic.
- No me parece interesante la propuesta, motivo por el cual me dispongo a rechazarla de inmediato - le conteste utilizando sus propias argucias lingüísticas.
- Vaya por Dios.
- Es que perdóname, vecino del cuartocé, pero a veces uno tiene que ser consciente de sus limitaciones, y yo no me considero capacitado para emprender tamaña aventura literaria como la que me propones.
- ¿A qué te refieres, vecino, con tus “limitaciones”?
- Hombre, pues que si me ofrecieran ser la nueva cantante de la Oreja de Van Gogh, por ejemplo, pues no sé, yo creo que diría que no.
- ¿Pues sabes qué te digo?, que yo creo que lo harías muy bien.
- No te creas, que yo nunca he escrito autobiografías.
- No, no, si me refiero a lo de la Oreja.
- Ah.
14 comentarios:
Querido vecino del cuartocé del compañero estilográfico.
Con estas le escribo:
Yo es que soy muy dado también a la cosa de las tonterías y las sandeces literarias, con la ventaja de que no tengo tantos escrúpulos como su querido vecino estilográfico. Así que si lo tiene a bien, dígame a cuanto asciende el montante para escribir su atubiografía engordada y yo negreo con mucho gusto para usted.
Eso sí, me gustaría que los emolumentos fueran en euros, que en rublos me manejo fatal.
Atentamente,
El Zurdo.
Suscribo la carta del Zurdo. (Estilografic, no te creas que nos vendemos por unos míseros euros pero es que es más triste de pedí que de escribí)
Besos
¡Yo llegué primero! Ups, perdón. Es que veo rublos, digo euros, y me nublo. Inte, habrá autobiografiados de sobra para los dos. XDDD
Que me dice mi vecino del cuartocé que si os parece bien, uno puede escribir su autobiografía y otro ser la cantante de la Oreja. Que os pongáis de acuerdo. Ah, y que ni en rublos ni el euros, que si os vale en dinero del Monopoly.
Estili, desde luego cómo eres coño, qué íntegro. Además, eso de vender la capacidad creativa de uno (si la hubiere o hubiese) sí que se puede hacer hombre, mírame a mí por ejemplo, yo le escribo todas las entradas a Marianito, que el pobre a parte de ser zurdo es que tiene menos imaginación que un pato de madera. Y no veas la pasta que estoy ganando que el tío tiene un montón de seguidores en el blog y está encantado.
Clandestino: te miro, te miro.
Nunca me ha parecido bien la prostitución literaria. Pero, como bien dices, hay que pagar la leche. Aunque jamás en la vida haría algo así. De modo que, si no te importa, me apunto a lo de sustituir a Amaia. No tengo la misma voz pero soy más guapo. Que ya sabemos que es eso lo que vende.
;P
pues yo por un par de cañas o yo que sé, la voluntad, me ofrezco a hacer el intento, que está la cosa muy mala, eso sí no garantizo resultados...
aunque las dos cañas me las bebo...
yo por unas cañas también me apunto. ah, que no regalas nada? tacaño<<
¿En serio te ha pedido eso?
Veo que los habitantes de los cuartocés son especialitos... Recuerdo yo una entrada mía en la que contaba cosas sobre la fauna que habita mi edificio...
Jope, Estili, eres como las galletas éstas tan sanas de ahora: megaintegral.
:-P
De otro edificio, claro.
Pues yo me ofrezco pa poner el título nada más. Por aquello de no quemarme y eso, que una debe no agobiar a la gente.
Iván: definitivamente, mi vecino te adjudica la voz de la Oreja, digo el oído de la boca, digo el puesto de Amaia.
Alfman: eres la caña.
Deses: y tú la ta-caña.
Vigue: Pues no. Ha sido en broma, la verdad.
Ladelsegundosinletra: tu voz me resulta familiar. ¿Y como sería? El título, digo.
Ni se te ocurra decir que si a la oreja eh???? mira que te retiro el comentario! jajajajajjajaja
Guapo! pasa buen dia :)
Belén, ya digo que uno es consciente de sus limitaciones. Si fueran los Mojinos Escozíos, todavía, pero la Oreja...
Publicar un comentario