Día 1
Recorrido: de Barcelona a Marsella (190 millas náuticas)
Salida de Barcelona: 17:00 horas
Llegada prevista a Marsella: 08:00 horas (del día siguiente hombre, no me seas bruto)
Estado de la mar: calmo (y saladito)
Uno de los asuntos más complicados de la vida a bordo es precisamente el “orientamento”, es decir, saber dónde se halla uno en cada momento (valga el pareado). Y no me refiero ya a la latitud, longitud, dirección y velocidad del viento, es decir, al lugar exacto en el que se encuentra el barco en medio de la inmensidad del océano, no, sino a cómo regreso yo ahora a mi camarote, a por dónde se va al lavabo más próximo, que me meo, o a dónde narices queda la dichosa proa. Y encima con el problema del idioma...
- Buenos días, señor oficial.
- Buon giorno, signor.
- Por favor, o per favore, ¿Me podría usted indicar, si es tan amable, cómo llegar desde aquí primero hasta recepción para coger mis llaves y dirigirme a continuación desde la mencionada recepción hasta el restaurante, o ristorante, que la navegación me ha abierto ya el apetito, o appetito, y me van entrando ya ganitas de comer, o también mangiare?
- ¿Cómo se llama?
- ¿Quién yo? Estilografic Punto Blog. ¿Y usted?
- No, no, me refiero a que cómo se llama el ristorante; es que hay varios en el barco.
- Pueees..., ya la hemos liao, entonces... Espere que lo mire... Ah, sí, Ristorante Costa Smeralda, dice aquí.
- Ah, bene. Yo le indico. ¿Sabe usted dónde se encuentra ahora mismo?
- Sí, eso sí. En un barco, disfrutando de unas más que merecidas vacaciones.
- No hombre, me refiero a que si sabe en qué punto exacto del buque se encuentra usted, signor.
- Ah, pues eso no. Ni idea.
- Pues mire, si se asoma usted por encima de esta barandilla, con cuidado per favore, verá que hay una distancia considerable desde aquí hasta el agua, hasta el punto de que si usted, signor, se precipitara al vació desde esta altura, su esbelto cuerpo, conducido por la llamada fuerza gravitatoria, o lo que es lo mismo, su propio peso, cortaría el líquido elemento limpiamente continuando por espacio y tiempo considerables su camino hacia el fondo abisal de los mares, dejando atrás probablemente, y al nivel de la superficie, el florido bañador que luce usted con elegancia, porte y salero, con toda probabilidad adquirido en las recientes rebajas de julio del Decathlon, no nos engañemos, y haciéndolo por tanto, lo de continuar el camino hacia el fondo, de aquella manera que ustedes, los spagnoli, denominan “en pelota picada”.
- Uf, ya lo creo. Qué altura. No lo quiero ni pensar.
- Pues esa considerable altura es consecuencia, signor, de que nos hallamos ahora mismo en el ponte nove.
- ¿Que me ponga qué? ¿Es que no le gusta il mio bañador?
- En el noveno piso, quiero decir que estamos, mientras que tanto recepción como el citado ristorante se encuentran en el ponte tre, o piso tercero.
- Entonces es sólo cuestión de bajar seis pisitos, ¿no?
- Bueno, no exactamente. Me explico, ¿qué más contempla usted si se asoma, insisto que con cuidadito, per favore, por la borda?
- Oooooh, sí, veo como un caminillo líquido de ondas marinas que se va formando a nuestro paso, qué curioso.
- Pues eso es, amigo mío, ni más ni menos que la huella que nuestra insigne y singular embarcación va dejando a su paso por las tranquilas y claras aguas mediterráneas, y significa que lo que nuestra vista alcanza a ver desde aquí es ya camino recorrido, y no por recorrer, de todo lo cual llegamos a concluir que ahora mismito nos encontramos en la popa o parte trasera del barco.
- Hay que ver lo bien que se explica usted en spagnolo cuando pone empeño, ¿eh? Y me imagino entonces que la dificultad viene de que o bien recepción o bien el restaurante están en la proa, ¿no es eso?
- Eso es, sí signor. Para ser más exactos, recepción está en la proa y el ristorante, en cambio, está en la popa.
- Bueno, pues entonces no hay más que bajar hasta el piso tercero, o ponte tre, y caminar después en dirección a la proa para a continuación, una vez resuelto el asunto de las llaves, volver sobre mis propios pasos camino de popa hasta dar con el ristorante. ¡Chupao!
- Pues tampoco, signor, porque en su camino de popa a proa por el ponte tre se dará usted de bruces con las dichosas cocinas.
- ¿Las dichosas cocinas?
- Sí, que parten el barco en dos y...
- ¿CÓMOOOOOOO? ¡NOS HUNDIMOOOOS!
- Quiero decir, no se me asuste, que dividen en dos partes el barco y que no permiten pasar de popa a proa, ni de proa a popa, precisamente por el ponte tre ni por el ponte quattro. Tendrá usted que subir al ponte cinque y atravesar, por allí ya sí, las cocinas por uno u otro lado del barco.
- Vale, entonces bajo al ponte cinque y avanzo pasillo adelante por la izquierda...
- Querrá usted decir por babor, signor.
- Por favor, signor, entonces bajo al ponte cinque y avanzo pasillo adelante por la izquierda...
- No, no, no he dicho “por favor”, he dicho “por babor”, que como usted debería ya saber es lo contrario de estribor, es decir, la parte izquierda del barco según se mira hacia proa.
- Ya.
- Salvo que usted desee pasarse antes por el casino a echar una partidita. En ese caso tendrá que hacerlo por estribor. ¿Le gusta a usted el casino?
- Casi no.
- Pues entonces pase mejor por babor.
- Oiga, ¿pero usted cree que al final llegaré a tiempo al ristorante?
- Hombre, pues eso depende o, como decimos en italiano, dipende.
- ¿Y de qué dipende?
- Pues de si lo que quiere usted es almorzar, que ya le digo que no llega; si es cenar, que ahí ahí va a andar la cosa, o de si lo que pretende es, por último, desayunar, que entonces yo diría que sí, que lleva usted tiempo más que de sobra..., signor.
Recorrido: de Barcelona a Marsella (190 millas náuticas)
Salida de Barcelona: 17:00 horas
Llegada prevista a Marsella: 08:00 horas (del día siguiente hombre, no me seas bruto)
Estado de la mar: calmo (y saladito)
Uno de los asuntos más complicados de la vida a bordo es precisamente el “orientamento”, es decir, saber dónde se halla uno en cada momento (valga el pareado). Y no me refiero ya a la latitud, longitud, dirección y velocidad del viento, es decir, al lugar exacto en el que se encuentra el barco en medio de la inmensidad del océano, no, sino a cómo regreso yo ahora a mi camarote, a por dónde se va al lavabo más próximo, que me meo, o a dónde narices queda la dichosa proa. Y encima con el problema del idioma...
- Buenos días, señor oficial.
- Buon giorno, signor.
- Por favor, o per favore, ¿Me podría usted indicar, si es tan amable, cómo llegar desde aquí primero hasta recepción para coger mis llaves y dirigirme a continuación desde la mencionada recepción hasta el restaurante, o ristorante, que la navegación me ha abierto ya el apetito, o appetito, y me van entrando ya ganitas de comer, o también mangiare?
- ¿Cómo se llama?
- ¿Quién yo? Estilografic Punto Blog. ¿Y usted?
- No, no, me refiero a que cómo se llama el ristorante; es que hay varios en el barco.
- Pueees..., ya la hemos liao, entonces... Espere que lo mire... Ah, sí, Ristorante Costa Smeralda, dice aquí.
- Ah, bene. Yo le indico. ¿Sabe usted dónde se encuentra ahora mismo?
- Sí, eso sí. En un barco, disfrutando de unas más que merecidas vacaciones.
- No hombre, me refiero a que si sabe en qué punto exacto del buque se encuentra usted, signor.
- Ah, pues eso no. Ni idea.
- Pues mire, si se asoma usted por encima de esta barandilla, con cuidado per favore, verá que hay una distancia considerable desde aquí hasta el agua, hasta el punto de que si usted, signor, se precipitara al vació desde esta altura, su esbelto cuerpo, conducido por la llamada fuerza gravitatoria, o lo que es lo mismo, su propio peso, cortaría el líquido elemento limpiamente continuando por espacio y tiempo considerables su camino hacia el fondo abisal de los mares, dejando atrás probablemente, y al nivel de la superficie, el florido bañador que luce usted con elegancia, porte y salero, con toda probabilidad adquirido en las recientes rebajas de julio del Decathlon, no nos engañemos, y haciéndolo por tanto, lo de continuar el camino hacia el fondo, de aquella manera que ustedes, los spagnoli, denominan “en pelota picada”.
- Uf, ya lo creo. Qué altura. No lo quiero ni pensar.
- Pues esa considerable altura es consecuencia, signor, de que nos hallamos ahora mismo en el ponte nove.
- ¿Que me ponga qué? ¿Es que no le gusta il mio bañador?
- En el noveno piso, quiero decir que estamos, mientras que tanto recepción como el citado ristorante se encuentran en el ponte tre, o piso tercero.
- Entonces es sólo cuestión de bajar seis pisitos, ¿no?
- Bueno, no exactamente. Me explico, ¿qué más contempla usted si se asoma, insisto que con cuidadito, per favore, por la borda?
- Oooooh, sí, veo como un caminillo líquido de ondas marinas que se va formando a nuestro paso, qué curioso.
- Pues eso es, amigo mío, ni más ni menos que la huella que nuestra insigne y singular embarcación va dejando a su paso por las tranquilas y claras aguas mediterráneas, y significa que lo que nuestra vista alcanza a ver desde aquí es ya camino recorrido, y no por recorrer, de todo lo cual llegamos a concluir que ahora mismito nos encontramos en la popa o parte trasera del barco.
- Hay que ver lo bien que se explica usted en spagnolo cuando pone empeño, ¿eh? Y me imagino entonces que la dificultad viene de que o bien recepción o bien el restaurante están en la proa, ¿no es eso?
- Eso es, sí signor. Para ser más exactos, recepción está en la proa y el ristorante, en cambio, está en la popa.
- Bueno, pues entonces no hay más que bajar hasta el piso tercero, o ponte tre, y caminar después en dirección a la proa para a continuación, una vez resuelto el asunto de las llaves, volver sobre mis propios pasos camino de popa hasta dar con el ristorante. ¡Chupao!
- Pues tampoco, signor, porque en su camino de popa a proa por el ponte tre se dará usted de bruces con las dichosas cocinas.
- ¿Las dichosas cocinas?
- Sí, que parten el barco en dos y...
- ¿CÓMOOOOOOO? ¡NOS HUNDIMOOOOS!
- Quiero decir, no se me asuste, que dividen en dos partes el barco y que no permiten pasar de popa a proa, ni de proa a popa, precisamente por el ponte tre ni por el ponte quattro. Tendrá usted que subir al ponte cinque y atravesar, por allí ya sí, las cocinas por uno u otro lado del barco.
- Vale, entonces bajo al ponte cinque y avanzo pasillo adelante por la izquierda...
- Querrá usted decir por babor, signor.
- Por favor, signor, entonces bajo al ponte cinque y avanzo pasillo adelante por la izquierda...
- No, no, no he dicho “por favor”, he dicho “por babor”, que como usted debería ya saber es lo contrario de estribor, es decir, la parte izquierda del barco según se mira hacia proa.
- Ya.
- Salvo que usted desee pasarse antes por el casino a echar una partidita. En ese caso tendrá que hacerlo por estribor. ¿Le gusta a usted el casino?
- Casi no.
- Pues entonces pase mejor por babor.
- Oiga, ¿pero usted cree que al final llegaré a tiempo al ristorante?
- Hombre, pues eso depende o, como decimos en italiano, dipende.
- ¿Y de qué dipende?
- Pues de si lo que quiere usted es almorzar, que ya le digo que no llega; si es cenar, que ahí ahí va a andar la cosa, o de si lo que pretende es, por último, desayunar, que entonces yo diría que sí, que lleva usted tiempo más que de sobra..., signor.
10 comentarios:
Jajajajajajajajajaja, lo que me he podido reir Estilografic ( y mira que me hacía falta, muchas gracias :) )
Qué agobio, supongo que para la próxima vez harías copias de las llaves y que aprenderías atajos o te comprarias unos patines, no? XD
pfffff....
XDDDDD
¿Oye, y no os dan un planito a cada uno al embarcar en ese mamotreto, con las flechitas y las direcciones y todo eso de babor, estribor, popa y proa?
¡Virgen Santa!
¡Si seguro que habéis andado más kilómetros que en un maratón!
Vamos, que el bañador te tiene que ir ahora mismo como dos tallas grande...
:P
Insisto, viajaba la sobrecargo "yuli" a bordo, esa que es sobrina del capitan "stubins", que era muy mona...
Ahí hay que hacerse llamadas perdidas cuando llegas al sitio no?
La madre de cordero, vaya lio, y me quejaba yo de la expo!
Besos en la proa
Wen: lo de los patines nu hubiera sido mala idea, no. Me alegro de que te hayan venido bien las risas.
Irre: nos dan un planito, sí, pero es que pierdes otra semana en descifrarlo y, claro, se te pasan las vacaciones.
joako: veo que tu también eres experto en "Vacaciones en el mar". A los personajes los recuerdo vagamente pero, eso si, estos días no me quito de la cabeza la musiquilla.
Belén: me disponga ahora mismito a desplazarme desde la popa hasta la proa para recibir tus besos. No tardo nada.
Como lean esto los de la tele enseguida montan un reality show de esos de pasar mucha hambre y muchas calamidades dentro de un barco de esos...
(Yo es que directamente acamparía en uno de esos ristorantes. Eso sí, tendría que acertar a la primera con el menú.)
Besitos/azos.
Mariano a babor, digo Mariano zurdo: pues no te imaginas lo bueno que estaba el menú del ristorante. Lo difícil era elegir plato, pero como era "todo incluido" te los podías comer todos, que te iban a cobrar lo mismo (sin contar la factura del médico, por el atracón, claro).
ay, ya me has agobiao, ya no quiero ir!! se me olvidaba lo de perderse, y si no me encuentro?
ves? por eso yo nunca he querido ir a un crucero. me pierdo en mi casa, imagínate ahí!!!!
Pues yo tengo todas las papeletas para perderme pero me gustaría hacer un crucero, a pesar de marearme. Besitos
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