martes, agosto 22, 2006

Se quemó un pazo



Recién llegados de Galicia, huyendo allí de los fuegos costeros hacia las bellas sierras de Lugo por rutas del Camino de Santiago, se me aparece de nuevo la imagen del incansable peregrino bajo la lluvia torrencial al saber que algunos de ellos volvían a casa tras el esfuerzo en el tren siniestrado cerca de Palencia.

Galicia se recuperará de sus desgracias. Es tierra tocada por la mano de Dios. Cuenta una de las muchas leyendas que circulan por aquellas tierras que en su descanso del séptimo día el Creador apoyo la mano sobre su creación formando con el surco de sus dedos las rías gallegas.

En Melón, junto a Ribadavia - cuna del Ribeiro - se quemó un pazo. El fuego se inició en la montaña y fue descendiendo hacia la ribera del Miño. Al acercarse las llamas a la vivienda parecían controladas. Los dueños de la casa, que al parecer albergaba un rico patrimonio, no estaban. En el pueblo hablan de posibles indemnizaciones millonarias. Pero el monte no se recuperará en años.

Por la Sierra de O Courel los animados bosques de castaños reverdecen bajo la lluvia alejados de los fuegos. Los húmedos tejados de pizarra brillan acristalados bajo el arco iris cuando asoman los tímidos rayos del sol en bellos y apartados pueblos como Seara (foto) y Visuña. Se olvidan las desgracias de esta tierra del nunca máis.

Ya en Cebreiro, monte de milagros y buen queso, vuelve a descargar la lluvia sobre los peregrinos y sobre el blanco de la novia que asoma por el portón de la Iglesia de Santa María. Bajando el alto de Poio los peregrinos buscan refugio en Triacastela antes de visitar el Monasterio de Samos, y nosotros descansamos en la acogedora casa de labranza de Ramona, conocida como Casa Arza, a la que llegamos en cuanto las vacas se apartan del camino.

Estilografic.art

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