Marina y Coral vivían en una bonita casa junto al mar. Nunca habían visto nevar. Marina y Coral estaban tristes porque no sabían lo que era la nieve. Un día, Marina, la mayor, le dijo a su papá: papa, ¿por qué no nos llevas a conocer la nieve? Y su padre les dijo: este invierno subiremos a la montaña.
Llegó el invierno, y se marcharon lejos, muy lejos, a la montaña. Subieron y subieron y de repente empezó a nevar. Marina y Coral reían sin poder contener la emoción. Pero era tarde, muy tarde y hacía mucho frío, así que buscaron algún lugar donde guarecerse. En lo alto de la montaña había un casa, una preciosa casa solitaria y acogedora. Hasta allí llegaron, y Marina y Coral se bajaron del coche y asomaron sus congelados ojillos por la ventana de la casa para ver el interior. La chimenea desprendía una breve luz y junto a ella descubrieron a dos niñas, de edades similares a las suyas, sentadas junto a su madre escuchando el relato de un cuento.
Llamaron a la puerta y la madre abrió. Pasad, pasad y alegraréis a mis hijas, que están tristes, dijo. Las niñas, que se llamaban Belén y Blanca, eran desdichadas porque nunca habían visito el mar.
¡Venid, venid con nosotras y os llevaremos a ver el mar!
Desde entonces, todos los años Marina y Coral van a casa de Belén y Blanca a pasar la Navidad. Y Belén y Blanca viajan hasta casa de Marina y Coral para pasar los veranos. Las cuatro han aprendido a valorar lo que tienen y, lo que es más importante, a compartir.
Llegó el invierno, y se marcharon lejos, muy lejos, a la montaña. Subieron y subieron y de repente empezó a nevar. Marina y Coral reían sin poder contener la emoción. Pero era tarde, muy tarde y hacía mucho frío, así que buscaron algún lugar donde guarecerse. En lo alto de la montaña había un casa, una preciosa casa solitaria y acogedora. Hasta allí llegaron, y Marina y Coral se bajaron del coche y asomaron sus congelados ojillos por la ventana de la casa para ver el interior. La chimenea desprendía una breve luz y junto a ella descubrieron a dos niñas, de edades similares a las suyas, sentadas junto a su madre escuchando el relato de un cuento.
Llamaron a la puerta y la madre abrió. Pasad, pasad y alegraréis a mis hijas, que están tristes, dijo. Las niñas, que se llamaban Belén y Blanca, eran desdichadas porque nunca habían visito el mar.
¡Venid, venid con nosotras y os llevaremos a ver el mar!
Desde entonces, todos los años Marina y Coral van a casa de Belén y Blanca a pasar la Navidad. Y Belén y Blanca viajan hasta casa de Marina y Coral para pasar los veranos. Las cuatro han aprendido a valorar lo que tienen y, lo que es más importante, a compartir.
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