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Después de comprobar que mi madre nunca se atenía al texto original, un día se lo reproché de camino a casa: "¿Por qué le has leído que se acuerda tanto de la abuela, y que echa de menos cuando la peinaba en la puerta de la calle, con la palangana llena de agua? La carta ni siquiera nombra a la abuela", le dije yo. "¡Pero has visto lo contenta que se ha puesto!", me dijo ella.”
Se trata de un texto de Pedro Almodóvar (enlace para suscriptores) publicado en El País hace siete años con motivo del fallecimiento de su madre. Contiene este par de párrafos que me parecen una espléndida reflexión no sólo sobre la verdad y la mentira sino, sobre todo, acerca del proceso creativo, algo sobre lo que mucho sabe el director manchego.
Continúa Almodóvar:
“Estas improvisaciones entrañaban una gran lección para mí. Establecían la diferencia entre ficción y realidad, y cómo la realidad necesita de la ficción para ser completa, más agradable, más vivible.”
Gran lección para un creador. Realidad y ficción. La gran mentira de Don Quijote. ¿Puede la mentira tener un lado positivo? La imaginación al poder, entonces. Inevitable recordar a otro oscarizado director, Roberto Benigni, y su película La vida es bella. A veces la mentira funciona, pobre crío si la vida no resultara tan bella y divertida mientras suenan las bombas.
Bella fue la etapa del Tour que dio la victoria a Landis. Qué felices se las prometían los seguidores del americano, como las vecinas de la madre de Almodóvar. Pero si se confirma el contraanálisis llega la verdad. Y la mentira siempre acaba doliendo y defraudando cuando llega la verdad. La verdad de Beirut. Las cartas que nunca llegan a Bagdad.
¿Se equivocaban Almodóvar y Benigni en sus reflexiones? Si a Landis le quitan el Tour, quizás a ellos tengan que quitarles el Oscar.
Demasiadas contradicciones a estas altura de julio, así que mejor nos vamos de vacaciones. De verdad.
Estilografic.art