jueves, enero 31, 2008

Lloriquear

Llevo todo el día sintiéndome mal, en realidad, por una tontería. Resulta que esta mañana he chillado a mi hija, la pequeña, más fuerte de lo normal. La verdad es que lleva una temporada - supongo que se tratará de eso, de una temporada, y que luego se le pasará – más caprichosa de lo normal, y que no para de llorar y llorar cada vez que quiere conseguir algo.

Bueno, más que llorar lo que hace es eso que los que seáis padres/madres conoceréis bien y que se define más bien con el verbo “lloriquear”; esa acción que no llega a alcanzar la categoría de llorar, porque en realidad la mayor parte de las veces es que no llegan ni a salir las lágrimas, sino que es un llanto forzado y persistente que, eso sí, cuando es repetitivo se te va metiendo hasta adentro y te aseguro que te acaba haciendo perder los nervios.

Está cansada también, se le nota, con tanto ajetreo que hemos tenido últimamente, y cada vez que la levantamos por las mañanas para llevarla al cole nos la monta. Y eso que le gusta el cole un montón. Hoy la ha montado pero bien, y a mi me ha pillado en un mal día, digo yo, y me he enfadado con ella más de la cuenta. Pero es que si no hay días que no hay manera.

Me ha puesto una cara de susto que no me la quito de la cabeza en todo el día, porque no es que esté muy acostumbrada a ver a su padre tan enfadado, la verdad. Después, yendo ya hacia el cole y viendo que a su padre le duraba en enfado, ha ido buscando mi sonrisa con tímidos comentarios, poco a poco, como si nada hubiera pasado, hasta que por fin lo ha conseguido al pedirme que echáramos una carrera hasta la puerta del cole.

Seguro que ella ha conseguido olvidarlo con esa tremenda capacidad que tiene los niños para cambiar de registro de la noche a la mañana, para pasar de la risa al llanto, de la tristeza al juego, como si nada hubiera pasado. Pero yo no la tengo. Los adultos no tememos tanta cintura. Y sigo viendo su cara de susto de esta mañana cada vez que cierro los ojos.

Después me he encontrado con esa terrible y desalentadora noticia del bebé muerto que ha aparecido en un contenedor de Granada y no dejo de pensar en por qué seremos tan distintos los humanos.

En fin, que ha sido sólo un mal día que quería compartir. Me voy a buscar a mi peque al cole. A ver con qué cara sale, mi muñeca.

22 comentarios:

Irreverens dijo...

No te preocupes, Estili. Verás como ya se le ha pasado.
:)

Mi madre siempre cuenta de una vez que, teniendo mi hermano entonces unos 2 añitos (y siendo por tanto el único hijo todavía), ella le pegó un buen grito porque se había ensuciado la ropa que acababa de ponerle para ir a una boda o no sé qué. El pobre chaval se quedó petrificado del susto. Ni siquiera lloró. Pero mi madre no logró quitárselo de la cabeza en mucho tiempo (bueno, nunca) y dice que se sintió muy pero que muy mal por haber gritado por semejante memez.

Bueno, y de eso hace como 38 años...
:-P

Espero que tú puedas olvidarlo ya.
(Además, que sepas que mi hermano ni se acuerda del episodio aquí comentado.)

Besotes.

Belén dijo...

Como va a salir? pues encantada de ver a su papi!

Hay que aprender de ellos, de esa capacidad inata de olvidar, otro gallo nos cantaría si consiguiéramos olvidar...

Venga, tienes capacidad de aprendizaje, seguro seguro que hoy aprenderás como ella olvida lo tonto...

Y lo del niño de Granada, pues he vomitado cuando lo he oído, el dolor en el corazón aún me dura... sin palabras...

Besos

Mart@ dijo...

¡¡Animo Estili!! yo creo que eso les pasa a todos los padres alguna vez. Es lógico, son muchas tensiones encima y a veces somos desproporcionados con las cosas más tontas... pero tu niña como dices, ya ni se acuerda. Debe ser duro educar a los hijos, lo que está claro es que no es un camino de rosas.

Un besazo

Anónimo dijo...

No soy la más adecuada para animarte, y menos ya a estas horas, porque yo soy de las que mantengo la cara de susto de ellas grabada durante siglos. Te entiendo tan bien que bromearía con lo de que somos un solo yo, pero no me apetece, por eso sólo te mando un beso.

La mía peque también lleva una temporada que no me pide nada sin poner una voz de mimito o un lloriqueo que yo no soporto, como si quisiera ser bebé de nuevo. Pero bueno, son rachas, como cuando les da durante un mes entero por venirse a las cuatro de la mañana para nuestra cama. Nos queda el consuelo de saber que tarde o temprano se les pasa y todo vuelve a la maravillosa normalidad (esto es una licencia poética adaptada a la situación, jajajjaa, porque ya sabemos que cuando pasa la racha de una cosa comienza la de otra, jajajaja)

Seguro que en cuanto te ha visto ya ni se acordaba, me apuesto lo que quieras. ¿Le darás un beso de mi parte?
Hasta mañana.

Anónimo dijo...

Ah!!, me encanta ver al Mariano que está agazapado tras el magnífico Estilográfic

Hyku dijo...

Dos hostias bien dás a tiempo y...uy perdón, que me sale un comentario preconstitucional.

El remordimiento es bueno si ayuda a corregir excesos. No obstante y dado que ha sido algo excepcional (y que además ha generado pesar) admite que probablemente el arranque le habrá ayudado a no ser tan caprichosa, a pensar que toda acción tiene una reacción (a veces más tormentosa de lo esperado) y eso es parte del proceso de crecimiento y educación, de modo que pelillos a la mar, todos hemos pasado por eso, en un lado y otro de la ecuación.

De tener uno sentimientos, incluso me habría emocionado...
:-P

Saludotes y ojito no me quite la zapatilla....
;-)

estilografic.blog dijo...

Gracias a todos/as por los ánimos. Teníais razón, se le había pasado del todo y ni se acordaba de la bronca. De hecho, a la primera oportunidad se ha puesto otra vez a lloriquear.

Vitru: ¡no me digas que las tuyas también se te meten en la cama a las cuatro de la mañana!

Mariano Zurdo dijo...

Hubo un tiempo en que me dediqué a educar a padres sin yo serlo (bueno, también he trabajado con depresiones sin necesidad de haber pasado por una). Ahora sólo me dedico a apoyar a los amigos que lo son, no depresivos no, sino padres.
Es un tarea compleja, que me admira, y en la que es imposible acertar al cien por cien. Y aun acertando, en la que es imposible asumir las acciones al cien por cien.
Que ya me callo. Que un abrazo, padrazo.

Isabel Burriel dijo...

Vaya, me has dejado un poco mustia. No por lo de tu enfado que lo puedo llegar a comprender, sino por lo del bebé muerto.

La verdad es que a veces es difícil no perder la paciencia y soltar un exabrupto o un grito fuera de lugar. A los niños les sorprende tanto que se te quedan mirando con esa cara de desconcierto y susto y nos sirve para saber que nos hemos pasado de la raya.

Pero hace poco, una amiga me estaba contando que en la guardería donde va su hijo, están dando un curso a los padres para educar desde la no violencia.

me parece vital, que en este mundo tan violento que vivimos nos enseñen ese tipo de cosas. Pero me sorprendió que dentro de esas enseñanzas, también te enseñan a no sentirte culpable si un día das una voz. Los hijos deben comprender que los padres también son humanos, que se cansan, que hay días que no pueden más, que tienen emociones. Así, luego no llegará ese día en el que se dan cuenta de golpe y decae su admiración por ellos. Está claro, que en la medida de lo posible, hay que tratar de explicar el porqué de esa reacción o ese exabrupto. La clave, como siempre es la comunicación y los niños entienden mucho más de lo que nos creemos.

Perdona el rollo pero quería tratar de animarte para que se te quite ese sentimiento de culpabilidad. Tu hija entenderá que el aguante no es infinito y que pese a ese grito, la quieres.

Un beso Estili.

wen- dijo...

Yo comparto el segundo comentario de vitru. Creo que es el post mas bonito que has escrito, o por lo menos es el que más me ha gustado.
Como hija enamorada de siempre de su padre te aseguro que ella lo olvidará y te perdonará. Sólo tienes que perdonarte tu.
Hoy me has devuelto un poco la fé en la vida Estilografic, gracias.

Irreverens dijo...

Genial, el comentario de Inte.
Yo tomaría buena nota de él.

Me alegro de que se le haya pasado. Ahora perdónate tú, ¿vale?

Besines

Kim dijo...

Joder Estili, ahora soy yo el que lloriquea.

Ser padre es algo imposible de definir con palabras, pero este post tuyo se acerca bastante. Al menos, yo así lo he sentido.

Belén dijo...

Pero alguien se sorprende aún de lo bien que habla Inte?

Alguien se sorprende aún de lo padrazo que es estil?

Alguien se sorprende aún que Vitru sea madraza con corazón enorme?

Alguien se sorprende aún de que tenga pelos como escarpias?

Alguien se sorprende aún que entrar aquí es un gustazo?

Jo, que lloriqueo...

besos!

Desesperada dijo...

Estili, lo que te ha pasado a ti es normal, es que me parece tan normal que creo que si yo tuviese hijos me pasaría a menudo. Además, los niños olvidan todo y si la riña estaba justificada ella, que es muy lista, lo sabrá, aunque te hayas pasado en el tono. no te preocupes!

estilografic.blog dijo...

He de confesar que esto que venimos llamando blogosfera no deja de sorprenderme gratamente. Lo digo por los impagables comentarios que me estoy encontrando en un post que, tengo que confesarlo, posiblemente haya sido al menos elaborado de todos los que he escrito desde que empecé el blog. De hecho, lo escribí en cinco minutos en un arranque no sé si de culpabilidad, arrepentimiento, o qué se yo. La verdad es que siempre he procurado en el blog dejar los asuntos más personales a un lado, no por nada, sino porque pienso que es en realidad lo que menos puede interesar a los lectores. Quizás esté equivocado.

Otra vez mil besos y gracias a todos.

Irreverens dijo...

Hombre, es que se te coge cariño, Estili.
Y aquí no se trataba de currarse una entrada hilarante, sino de soltar lo que llevabas dentro. Y ese gesto de franqueza por tu parte nos ha tocado la fibra. Y mucho.
Quizás, precisamente, porque nunca cuentas nada de ti ni de los tuyos.
Y claro, nos hemos "volcao".

:)

Ah, y eso de que la blogosfera te sorprende gratamente, espera a toparte con Ludovico un día de estos y luego nos cuentas.
XD

Besos, rey.

estilografic.blog dijo...

Chindesvinta,
ahora sí que te veo
con buena pinta.

Jove Kovic dijo...

No soy ni seré padre, así que no puedo meterme en tu piel, pero te doy todo mi apoyo. Estoy seguro de que tu hija, se va a alegrar mucho de verte esta tarde.

Iván dijo...

Antes que nada decirte que entro desde el reader a tu blog aguantando las lágrimas. Conseguir emocionar con un texto es algo realmente difícil. Con tus propias emociones no lo es tanto.
Te comprendo perfectamente. El mío aún es pequeño por lo que regañarle o castigarle con métodos elaborados es absurdo. Me cortaré las manos el día que, en un arranque de mala leche, le ponga las manos encima. Pero algún grito... Es inevitable. Sobre todo con el llanto sostenido que comentas. Y es tan doloroso saber que te sobrepasas... Pero estoy convencido de que ella lo habrá olvidado, como dicen los comentarios anteriores. Y es que el amor a un padre se forja desde el primer día y un solo instante malo no podrá nunca con toda una vida de cariño.
Puf. Otro que se tira un rollo.
Un abrazo.

Ispilatze dijo...

Próximamente... ¿qué tal si nos cuentas cuántas sonrisas te dedica? ¿cuántas alegrías le brindas tú a ella?
Caprichosos somos tantas veces...
... tantas veces lloramos sin verter lágrimas...

se le pasará. El cansancio TAMBIÉN se pasa. Un beso de "estaesminiñaaaaa"!!! ;)

Irreverens dijo...

ñmññmñm....¿tás bien?

Mariano Zurdo dijo...

Zurdo llamando a Estilográfico: ¿va todo bien? ¿Estrés laboral, vaguería? ¡OKAL!
Un abrazo zurdo.