- Hola buenos días.
- Buenos días. Qué vienen ustedes, ¿a hacerse una analítica?
- Bueno, a las niñas, ya sabe, como han terminado el cole, aprovechamos ...
- Vale, vale. No se enrolle que no tengo toda la mañana, A ver si me va a contar ahora lo de que las notas muy bien, que las vacaciones ya están aquí, que si la playa, que si la piscina...y al final se nos va todita la mañana, que le veo venir. Pase, pase con las dos.
- Bueno, verá, yo... mi idea es que pasara la mayor primero, que la otra no se cosque del asunto, usted me entiende, y luego ya...
- Ah, que son ustedes de los que les dicen a los niños que van al médico a que les den caramelos, ¿no? ¿No se da cuenta de que lo único que conseguimos así es transmitirles todos nuestros miedos?
- ¿Nuestros miedos? ¿Tenemos miedos usted y yo?
- Concretamente, me estoy refiriendo al padre de las criaturas.
- Ah, creí que lo decía por mí.
- ¿Qué pasa, que no es usted el padre?
- Si, claro. Si no de qué las voy a traer.
- Pues entonces sí lo digo por usted. Ande, relájese un poquito y después pasa con las dos. Por ese orden.
- ¿Y no será mejor, insisto, que pase primero la mayor y que la peque se quede mientras fuera, al regazo y protección de su querida madre?
- Usted verá, que es el padre.
- ¿El padre de quién?
- Pues de la niña, de quién va a ser. Oiga, le encuentro a usted un pelín nervioso. Relájese de una vez, que son un par de pinchacitos de nada y terminamos.
- ¿Un par?
- Sí, claro, uno por niña. No querrá que las ponga a las dos juntas y las atraviese de un solo pinchazo, ¿no?
- No, no. ¡Qué horror!
- ¿Cómo te llamas, guapa?
- Se llama...
- Oiga, perdone, ¿no ve que la estoy preguntando a ella más que nada con la intención de que abstraiga su mente con el fin de relajar las posibles tiranteces que la muchacha pudiera tener alojadas en su sistema nervioso debido, en gran medida, a la tensión que a veces los propios padres, sin darnos cuenta, les trasmitimos a nuestros queridos vástagos con el afán - loable, yo no digo que no - de sobreprotegerlos en exceso?
- ¿Podría repetir la observación, que con la tensión no he acabado de enterarme?
- Nada, nada, no he dicho nada. Ya está ¿Has visto qué fácil, guapa? ¿A que no te ha dolido?
- No.
- Ea, pues que pase la peque.
- Eso, eso, que pase...
- ¿No va a ir usted a buscarla o qué?
- ¡Cierto! Será mejor que salga yo, su padre, a buscarla con toda la decisión y firmeza que a un cabeza de familia deben caracterizan, porque la criatura no va a venir por su propio pie, claro, qué tonto, y menos estando como estará, ya le digo, tan a gustito y relajada en los brazos siempre cálidos y acogedores de su querida madre, quien desde el momento de la concepción la acogió en su vientre protegida de toda amenaza externa, e ignorante ella – la niña, no la madre - del ingrato y desagradable operativo que ahora la espera tras la puerta que delimita y separa esta fría sala de punción de la también fría, pero al menos alejada de todo peligro y amenaza, salita de espera contigua. Así que, si me lo permite, allá que me dirijo sin más dilación, con decidido y frío gesto de resignado padre, sabedor de que, pese al cruel y sanguinario sufrimiento que causarle pudiera la vampírica operación de succionado hematológico, en el fondo y a la larga ello va a resultar, no me cabe casi duda, beneficioso para la salud y bienestar de su pequeño y delicado organismo, diosmiodemividaydemicorazon.
- Hay que ver lo que son los nervios, ¿eh?
- Ea, pues ya estoy aquí con la pequeña.
- Muy bien. Mira bonita, te voy a explicar lo que vamos a hacer, verás qué divertido, no te preocupes y tú estate quietecita, ¿vale?
- Vale.
- Tú primero te sientas ahí, encima de papá para que estés más alta, y pones el bracito aquí encima. ¿Pero por qué no te estás quietecita?
- Yo no soy. Son las piernas de papi.
- Mira, mejor siéntate en la silla. Te decía que pones aquí el bracito, yo te limpio con este algodoncito mojadito en este frasquito, te ato esta gomita aquí arriba, un poquito fuerte pero no mucho, y después cojo esta agujita tan pequeñita y te pincho un poquito así, no te muevas, verás qué bien, ¿ves cómo se van llenado los tubitos de sangre?
- Sí. Qué chulo.
- Muy bien, pues ya está. ¿Ha visto usted, señor, como es mucho mejor no meterles el miedo en el cuerpo a las criaturas?... ¿Señor?, ¿señor?
15 comentarios:
Lo de los hombres y las agujas da para una tesis completa.
:P
Que os sean leves los petardos esta noche...
Irre: pues que sepas que ahí el único valiente que entró fue servidor, que la madre de las criaturas quedose en la salita de espera.
Por aquí no suele haber muchos petardos, salvo que te refieras a la serie/concurso/reality que den por la tele...
Yo nunca he entendido la frase esa... ahora mira para otro lado... siempre he mirado como me clavaban la jodia aguja... y nunca me he mareado... y tampoco entiendo eso de no poder dormir todo el día dentro del ataud...
Pues, entonces, es que yo he tenido el dudoso honor de conocer a todos los hombres que se arrugan ante una aguja.
:O
¿No tiráis petardos por ahí? ¡Qué suerte! Porque aquí esta noche no va a poder dormir ni Dios.
no os cuento como perdí el miedo a las agujas...creo que hay niñas pequeñas mirando..¡eh Irre!
David: ni se te ocurra mirar para otro lado, hombre, ni se te ocurra. Yo sé de uno que se quedó sin reloj, y luego ponte a reclamar.
Irre: con el tiempo, todos los hombres se acaban arrugando, con aguja o sin ella.
Joako: imagino,imagino.
Nunca he podido mirar, ni en los analisis, ni siquiera en la tele...
Los hombres y las agujas, sí...
Es decir, que alguien de por aquí, es de los que montan el pollo cada vez que les van a sacar un poquito de sangre...ay, ay, ay!
Yo soy muy hombre, ergo me cago con las aguajas, re-ergo, en realidad soy un gallina, glub.
Jajajajajaja, no sabes la cantidad de veces que pienso en lo afortunadas que son tus pequees y me sonrío :D
Qué sensato el enfermero por cierto :D tb se agradece un poco de ayuda y mano para estas cosas, que nadie nace enseñao y menos los padres !!!
:D
Querido estil... una vez me fueron pinchar cuando era pequeña y acabé llorando, no por miedo, que va... como todos los niños lloraban pues me dije yo también!
y ahora soy donante, de sangre, de órganos... y me visto de blanco todas las mañana... soy sanitaria!!!!! :)
Besicos y perdón por el momento vocacional que me ha dado :)
Futuro bloguero: pues te digo lo mismo que a David: cuidadito con el reloj, que en un análisis de estos te lo birlan.
Jove: desde luego, exagera uno un poco el asunto con la mera intención de crear cierta “tensión literaria” y un mínimo de divertimento, y le cuelgan rápido el sambenito de “cagón”.
Mariano zurdo: tú es que además lo tienes más difícil, porque sólo te corre la sangre por la zurda, ¿no?
Wen: sensato, paciente y buen banderillero, sí señora, porque la clavó a la primera.
Belén: menos mal que has aclarado lo de sanitaria. Ya pensaba que eras el último fichaje millonario del sin par Florentino.
Bien cierto es, eso que dices, mi querido Estilografic.
XDDD
Es que eres genial. ¿Señor, señor?
Imagina la cara de las niñas ....
Un abrazo
Los niños son siempre más valientes. Pero vero como le clavan la aguja al tuyo... Es horrible. Aún cuando al peque no le duela.
Más agujas tiene la vida. Y esas sí que pinchan...
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