Raúl ha sido el más sincero: “hemos vuelto a no saber competir”. Francia nos ganó en oficio y en experiencia. Fue, en ese sentido, un equipo más competitivo. España salió a jugar al fútbol y no lo consiguió. Francia, en cambio, salió a disputar un duelo de octavos, y lo ganó.
El equipo francés tejió tal telaraña en el centro del campo que asfixió el juego de España, que sí, tocaba, tocaba y tocaba pero sin profundidad. El partido tuvo mala pinta desde el minuto uno.
España hizo los deberes en lo que respecta a Henry, que se pasó el partido en fuera de juego, pero no contaba con Ribéry. Muerto el juego de los dos Xavis, sólo faltaba un hombre que revolucionara el partido, y Francia encontró a Ribéry, que mandó a nuestra selección a casa.
Lo mejor: se ha vuelto a generar ilusión en torno a la selección y hay un equipo joven. La imagen de Cesc - su juego ilusionante y sus lágrimas de desilusión – es el vivo retrato de esta selección.
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