No te puedes fiar ni de tu padre en los días que corren. Cuando no es una cosa es otra. El caso es que se pasan la vida engañándote y no puede ir uno por la vida de bueno, porque te la dan con queso. Escuchen ustedes si no lo que recientemente me ha sucedido con el famoso Teletransportador de Materia Inerte (TMI).
Hace tiempo que vengo utilizando el artilugio para enviarle a mi prima la de Medina de Rioseco, provincia de Valladolid, los tomates que, previo encargo, compro para ella en el Mercado de Maravillas, en el que hay un puesto de frutas y verduras que deben traerlos de no sé qué pueblecito de Murcia, y el caso es que están para morirse. Vienen con una pegatina, en cada tomate, que pone SUPREMOS, y que debe indicar precisamente eso, que son el no va más.
Pues bien, en las últimas semanas ella venía insistiendo e insistiendo en que no, en que los que le he estado mandando son de lo más normalito e incluso diría que tirando a malos, y la primera vez digo, bueno, vale, a lo mejor no me di cuenta y se los mandé de otro tipo, pero la segunda es que puse especial cuidado, por no hablar ya de la tercera y de la cuarta. La cuarta, por ejemplo, pagué un pastón por ellos, a seis euros el kilo que estaban. Y además es que me asegura que le llegan con la pegatina de SUPREMOS, pero que de supremos nada de nada.
Así que al final me dije: tate, el problema va a estar en el TMI, que por lo que sea no debe recomponer como Dios manda en el Punto de Destino (PD) las moléculas, átomos o entidades cuánticas previamente descompuestas en el Lugar de Origen (LO). Tampoco es que yo sepa muy bien cómo funciona técnicamente el dichoso aparatito, pero deduzco que viene a ser algo así, que primero se descompone la materia en trocitos muy pequeñitos una vez situada ésta en el LO, y después se vuelve a recomponer en el PD, formando de nuevo el objeto tal cual era antes de la teletransportación, sin mutación alguna de características morfológicas, pero habiendo experimentado, eso sí, una espectacular modificación espacial.
Total que me fui a preguntarle a mi vecino, que sé que hace algo parecido con los calabacines, que en su caso se los envía a una tía que tiene en no sé qué ciudad del continente asiático para hacer puré, puré de calabacines, de qué va a ser si no el puré, y que al mismo tiempo recibe por idéntico sistema (el TMI) una serie de papayas, mangos y lichis de un tamaño más que considerable que he tenido ocasión de degustar y que no tienen comparación con los que se venden en el chino del barrio, dónde va a parar.
- Oye, ¿a ti te siguen llegando en condiciones las frutas que te envía tu tía la de Sri Lanka?
- De Kuala Lumpur. Me las envía de Kuala Lumpur, Malasia.
- Bueno, me da igual. ¿A ti te siguen llegando en condiciones las frutas que te envía tu tía la de Kuala Lumpur?
- Pues no; ahora que lo dices la verdad es que últimamente me llegan hechas una pena.
Así que atando cabos entre tomates, calabacines, papayas, mangos y lichis, llegué a la conclusión de que en este asunto del TMI había gato encerrado, y que no se trataba ya de que mi aparato funcionara mejor o peor, no, sino de que en algún lugar intermedio del proceso de teletransporte ocurría algún suceso ajeno al mismo que dificultaba, o mejor impedía, que mi prima la de Medina de Rioseco, provincia de Valladolid, recibiera los tomates ricos ricos y en condiciones, tal y como yo se los había mandado. Vamos, que algún listo se quedaba con la mercancía buena y daba el cambiazo por la mala, no sé si me explico, teniendo incluso cuidado y paciencia en volver a colocar la pegatina en cada pieza para que éstos parecieran los originales.
Con la intención de confirmar o descartar mi hipótesis de trabajo, ni corto ni perezoso decidí poner manos a la obra e iniciar la investigación, para lo cual no tuve más que colocar el gusano en el anzuelo y esperar a que picaran los peces. Y qué mejor que recurrir al sencillo truco de hacer una marca en la piel de cada tomate, una discretísima crucecita, que posteriormente taparía cuidadosamente con las pegatinas de cada una de las piezas, para que tampoco fuera a dar el cante y descubrírseme el pastel.
Hace tiempo que vengo utilizando el artilugio para enviarle a mi prima la de Medina de Rioseco, provincia de Valladolid, los tomates que, previo encargo, compro para ella en el Mercado de Maravillas, en el que hay un puesto de frutas y verduras que deben traerlos de no sé qué pueblecito de Murcia, y el caso es que están para morirse. Vienen con una pegatina, en cada tomate, que pone SUPREMOS, y que debe indicar precisamente eso, que son el no va más.
Pues bien, en las últimas semanas ella venía insistiendo e insistiendo en que no, en que los que le he estado mandando son de lo más normalito e incluso diría que tirando a malos, y la primera vez digo, bueno, vale, a lo mejor no me di cuenta y se los mandé de otro tipo, pero la segunda es que puse especial cuidado, por no hablar ya de la tercera y de la cuarta. La cuarta, por ejemplo, pagué un pastón por ellos, a seis euros el kilo que estaban. Y además es que me asegura que le llegan con la pegatina de SUPREMOS, pero que de supremos nada de nada.
Así que al final me dije: tate, el problema va a estar en el TMI, que por lo que sea no debe recomponer como Dios manda en el Punto de Destino (PD) las moléculas, átomos o entidades cuánticas previamente descompuestas en el Lugar de Origen (LO). Tampoco es que yo sepa muy bien cómo funciona técnicamente el dichoso aparatito, pero deduzco que viene a ser algo así, que primero se descompone la materia en trocitos muy pequeñitos una vez situada ésta en el LO, y después se vuelve a recomponer en el PD, formando de nuevo el objeto tal cual era antes de la teletransportación, sin mutación alguna de características morfológicas, pero habiendo experimentado, eso sí, una espectacular modificación espacial.
Total que me fui a preguntarle a mi vecino, que sé que hace algo parecido con los calabacines, que en su caso se los envía a una tía que tiene en no sé qué ciudad del continente asiático para hacer puré, puré de calabacines, de qué va a ser si no el puré, y que al mismo tiempo recibe por idéntico sistema (el TMI) una serie de papayas, mangos y lichis de un tamaño más que considerable que he tenido ocasión de degustar y que no tienen comparación con los que se venden en el chino del barrio, dónde va a parar.
- Oye, ¿a ti te siguen llegando en condiciones las frutas que te envía tu tía la de Sri Lanka?
- De Kuala Lumpur. Me las envía de Kuala Lumpur, Malasia.
- Bueno, me da igual. ¿A ti te siguen llegando en condiciones las frutas que te envía tu tía la de Kuala Lumpur?
- Pues no; ahora que lo dices la verdad es que últimamente me llegan hechas una pena.
Así que atando cabos entre tomates, calabacines, papayas, mangos y lichis, llegué a la conclusión de que en este asunto del TMI había gato encerrado, y que no se trataba ya de que mi aparato funcionara mejor o peor, no, sino de que en algún lugar intermedio del proceso de teletransporte ocurría algún suceso ajeno al mismo que dificultaba, o mejor impedía, que mi prima la de Medina de Rioseco, provincia de Valladolid, recibiera los tomates ricos ricos y en condiciones, tal y como yo se los había mandado. Vamos, que algún listo se quedaba con la mercancía buena y daba el cambiazo por la mala, no sé si me explico, teniendo incluso cuidado y paciencia en volver a colocar la pegatina en cada pieza para que éstos parecieran los originales.
Con la intención de confirmar o descartar mi hipótesis de trabajo, ni corto ni perezoso decidí poner manos a la obra e iniciar la investigación, para lo cual no tuve más que colocar el gusano en el anzuelo y esperar a que picaran los peces. Y qué mejor que recurrir al sencillo truco de hacer una marca en la piel de cada tomate, una discretísima crucecita, que posteriormente taparía cuidadosamente con las pegatinas de cada una de las piezas, para que tampoco fuera a dar el cante y descubrírseme el pastel.
Así, realicé un último envío para llamar después de inmediato a mi prima, la de Medina de Rioseco, provincia de Valladolid, a ver qué había sucedido durante el teletransporte.
- ¡Prima!
- Dime, guapetón.
- ¿Los tienes?
- ¿El qué?
- Pues el qué va a ser, los tomates.
- Ahora mismito acaban de aparecer en el PD.
- ¿Y qué pinta tienen?
- Psche.
- ¿Llevan pegatinas?
- Afirmativo.
- ¿Y qué pone?
- ¿Qué pone dónde?
- Donde va a ser, en las pegatinas.
- SUPREMOS, como siempre.
- Coge uno, anda.
- ¿Uno cualquiera?
- Sí.
- Ya.
- Quítale la pegatina.
- Ya.
- ¿Qué hay debajo?
- Un tomate.
- Ya, pero digo que si tiene alguna marca. Una cruz.
- ¿Una cruz?
- Sí.
- No.
- ¡Me lo temía!
¿Ven ustedes lo del teletransportador? Pues así, con todo.
16 comentarios:
Son los que están en la aduana del material teletransportado... si, algo me han hablado de ello je!
Besicos
Yo también ando preocupada con este tema. El otro día envié un beso a un amigo y lo que recibió fue un bofetón. Hay que fastidiarse con los intermediarios, ja.
Besos y buen fin de semana, que puedes aprovechar para llevarle los tomates a tu prima.
Oye, ¿y dónde se consigue un aparatito de éstos? Porque, claro, yo es que me teletransportaba enterita a mí misma para ir de visita por ahí.
:D
Y a quien se atreva a cambiarme por una rubia de largas piernas, le arreo un guantazo de padre y muy señor mío. ¡Faltaríamás!
Que tengas un día SUPREMO, rey.
:)
Belén: ¡gentuza!
Marisa: ni loco; con el frío que tiene que hacer ahora en Medina de Rioseco, provincia de Valladolid.
Irre: muy largas tiene que tener las piernas la rubia para que la prefiramos a ti. Pero muuuuy largas.
Que buena y graciosa historia que te has montao, si señor!!
En tu línea Estilografic, con ese trasfondo que nunca falta en tus escritos.
Un saludo
Jajajajajaja. Me temo que el teletransportador se ha quedado también con la explicación de por qué leches llegan sin cruz, por que lo que es a mi no me ha llegado, jajajajajja.
Oye! el Lichis no era el cantante de La cabra mecánica?
Que sepas que no tengo teletransportador, pero tengo un aparatito mediante el cual a veces hablo telefónicamente con familiares y/o amigos, y pienso meter en él todos esos relatitos anteriores que me he perdido y "sus" daré un paseo (a ti como autor y a ellos como relatos -como qué sinó-) para leérmelos por esos mundos de dios por los que suelo pasear al solecito.
Buen finde y que dios reparta suerte (deportivamente hablando) pero que la reparta a nuestro favor, faltaríamás.
Miguel: el trasfondo; el trasfondo es lo que importa. Sï señor.
Vitru: el lichis era un cantante, sí, pero metiose en un teletrasportador y convirtiose en una fruta tropical.
¿Suerte? Lo que hace falta es que metan al Messi en un teletransportador y que lo manden a Kuala Lumpur, a Sri Lanka, o en su defecto, a Medina de Rioseco, provincia de Valladolid. Y con un poco de suerte, que por el camino les den el cambiazo y en el PD les aparezca Drente.
Revisa tu TIUM (teclado inalámbrico ultramoderno), que te ha colocado un capicua prima-tía-prima de Medina de Rioseco en vez del trío de primas que tocaba...
Los correctores somos así de tocapelotas, más los que somos zurdos, hombrepordios... (0-5).
Besitos/azos.
Y muuuuy rubia, supongo.
XD
irre, eso no, yo las prefiero morenas (casi negras, jajaja)
en fin, que no me queda claro el 'así con todo' porque qué más puede ser? bueno, lo de la tele italiana que censuraron brokeback mountain por ejemplo? eso sí
Como se te cuele una mosca en el TMI ya verás, ya...el susto que se va a pegar el caco...y no es por darte ideas... que si...o mejor mete una pulga...que nos vamos a reír...o un falete...o...
Jajajajaja , me ha molado mucho la vertiente Sci fi de este relato :D Una novedad muy novedosa :) a ver si se repite ! XD
Los cacos del futuro... todo un universo de posibilidades :D
Mariano Zurdo (2-0): vaaaale, lo corrijo: Pero pa'l caso es lo mismo. Al final todo se queda en Medina de Rioseco...
... provincia de Valladolid.
Irre: rubísima de la muerte, sí.
Géminis: de todo; se trata de todo.
Joako: ¿un falete? Anda vete...
Wen: repetirremos, repetiremos, pero cambiando los tomates por los langostinos de la cena de Nochevieja, por ejemplo, que le da un poco más de "glamur".
¿Te teletransportaste, pibe?
:P
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