lunes, diciembre 17, 2007

Regalos de empresa

Sabía yo, no sé por qué, que al final los Ferrero Rocher de Paloma Cuevas – los de Isabel Preysler ya pasaron a la historia - me iban a traer problemas. Me refiero a las cajitas que, perfectamente empaquetadas por un servidor, la empresa regaló a los empleados durante la comida de confraternización aludida en post anterior y que yo, inocente de mi, nunca pensé que mi jefe hubiera manipulado previamente. A las cajitas, me refiero.

Resulta que al tener uno cierto compromiso de esos “antipáticos” en los que en realidad no te apetece ni lo más mínimo regalar nada al indeseable de turno - ¡anda y que le den! – , pero te ves en la obligación de hacerlo por aquello del compromiso precisamente, decidí, cortés y sabiamente, agarrar la dichosa cajita de Ferrero Rocher que me habia correspondido y que – precavido que es uno – no había desempaquetado, y regalársela tal cual al conserje de la finca, un tal Jerónimo.

Con este tipo mantengo yo una relación que podría calificarse de “tirante” después de haber tenido algún que otro encontronazo últimamente, pero al que, aclaro, soy consciente de que conviene mantener contento, ya que las luces del descansillo se funden un día sí y el otro también y el ascensor se queda atascado cada dos por tres. Ya sabes: si no puedes derrotar al enemigo, mejor únete a él.

El caso es que esta mañana, dirigíame yo responsablemente y a la hora indicada a mi puesto de trabajo, y al proceder a limpiar enérgicamente el parabrisas delantero de mi vehículo estacionado en plena calle - con la rasca que hace, el pobre - con la intención de desprender la gruesa placa de hielo que la fría y desapacible madrugada madrileña había depositado sobre los cristales, detecto que el susodicho Jerónimo se me acerca solícito y me dice:

- Muy buenos días tenga usted, señor Estilografic.
- Muy buenos días, Jerónimo.
- ¿Me permite que le ayude en su ingrata tarea de despejar el parabrisas delantero de su máquina (porque es una máquina, su vehículo) desalojando así el líquido elemento que lo cubre en estado de congelación, y por lo tanto ya no tan líquido?
- No se preocupe, no, que ya lo hago yo.

Escamado ante tanta amabilidad, voy y le interrogo al tal Jerónimo interesándome por el motivo de su sorprende actitud altruista:
- ¿Y a qué se debe, amigo Jerónimo, tanta amabilidad hoy de mañana?
- Quería agradecerle a usted, señor Estilografic, el espléndido detalle que ha tenido para con mi persona.
- Ah, de manera que es por eso. ¿Le gustan a usted los bombones?
- Pues no, la verdad es que no puedo comerlos, que me salen granos. Lo digo por “lo otro”, ya sabe.

Un sorprendente brillo que se me antojó parecían desprender los ojos de Jerónimo al mencionar “lo otro” disparó las alarmas en lo más profundo de mi ser.
- ¿”Lo otro”? ¿A qué se refiere exactamente, amigo Jerónimo, con “lo otro”?
- Pues a qué va a ser, señor Estilografic, al sobre que iba dentro de la caja de bombones.
- Concréteme a qué sobre, si hace el favor, Jemórino, digo Jerónimo.- dije dejando constancia de mi nerviosismo.
- Pues al sobre del cheque, cuál va ser si no.
- Ya...., el cheque. Cheque de dinero, claro.
- Claro, claro, al portador.
- ¿Al portador del cheque?
- Eso es.
- Es decir usted, en este caso.
- Yo mismo, yo mismo.
- ¿Y sería usted tan amable, amigo Jerómino, digo Jerónimo, portavoz del queche, digo portador del cheque, de recordarme a qué cantidad asciende el importe que figura en susodicho documento bancario?
- 600 euros exactamente.
- Que vienen a ser si no me equivoco, Jeromonio, 99.832 de las antiguas pesetas.
- Veo que tiene usted bien interiorizado el valor del euro, señor Estilografic, si me permite la referencia a las acertadas palabra de nuestro querido ministro de Economía y vicepresidente segundo del Gobierno de la nación.
- Interiorizado lo tengo, ya lo creo. ¡La madre que los parió!
- ¿A quién se refiere usted exactamente con tan desafortunada expresión, señor Estilografic?
- A mi jefe, a Paloma Cuevas y a don Pedro Solbes, por ese orden.

18 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Pero bueno...!

Pero si tú mismo envolviste los Ferrero, ¿no? A qué narices juega tu jefe, ¿eh?

Belén dijo...

Pues ya es mala pata, querido Esti... la caja que me mandó no tenía tan precioso regalo, solo bombones que me comí y claro, me salieron granos :(

Besos!!!!

estilografic.blog dijo...

Vigue: me fié, me fié, y resulta que la cagué.

Belén: hombre, si al menos lo hubieras disfrutado tú. El cheque, digo.

Mariano Zurdo dijo...

A mí todavía no me ha llegado nada, así que, si es posible, obvia lo de la caja de los bombones y mándame un cheque de esos. Se admiten antiguas pesetas o modernos euros.
Agradecido de antemano, se despide el Zurdo.

Kim dijo...

Bueno, mira la parte buena hombre, vas a tener al Jenómino ese, o Jemórino, o cómo sea, dispuesto a quitarte el hielo cada mañana.

Eso sí, que sepas que a mí no me han llegado los bombones.

Y ni se te ocurra decir que a mí no me mandaste, que te conozco..

Desesperada dijo...

a mí no me han llegado los bombones, pero sí el cheque, hey, qué enrolladiño me eres!!!!

Carlos Añejo dijo...

No me lo puedo creer. ¿Es cierto?... ¿Sí?... Joder, macho.

Y ahora viene la pregunta del millón... ¿lo sabe tu señora?.

estilografic.blog dijo...

Mariano: te lo mando en euros si tienes interiorizado su valor. Si no no, que no me deja don Pedro.

Clandes: mandado te los he, mandado te los he.

Deses: ¿de cuánto es tu cheque?, hazme el favor.

Carlos: no lo sabe, pero a ella le he mandado otro, así que estará contenta. Espero.

Mariano Zurdo dijo...

Lo tengo interiorizadísimo. Parezco una calculadora andante.
También admito moneda extranjera, excepto la del Monopoly.

estilografic.blog dijo...

El monopoly, esto es, el simio agente de la fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, ¿no?

Iván dijo...

Si es que uno no se puede fiar ni de su propio jefe. Tan pronto te putea como te regala un ferrero rocher con sorpresa. Y yo que pensaba que las sopresas solo venían con los kinder... Hace tanto que no compro bombones que se me ha olvidado el sabor del chocolate. Y el de los cheques ya ni te cuento.

Mart@ dijo...

Yo no voy a hablar mucho de cheques en mi empresa, que si les doy ideas son cabaces de COBRARME a mi uno por Navidad... shhhh!!!

Desesperada dijo...

ji ji ji unos dos mil euracos, envíame cheques así cuando quieras, estili, eres un sol! los ferrero te los devuelvo, estoy a dieta. bicos.

estilografic.blog dijo...

Iván: los cheques no se comen, hombrepordios.

Mart@: eso ya es peor. Que se te pierda un cheque, pues bueno, pero que tengas que pagarlo....

Deses: ¿dos mil euracos? Eso es más de cuarto de kilo de las antiguas pesetas, ¡valgameelseñor!

Interiorizado se halla. El euro, digo.

Isabel Burriel dijo...

¿Todavía no te has dado los cabezazos correspondientes contra la pared? Yo ya habría abierto un túnel que ríete tú de los que hace Gallardón.

Besos

Mariano Zurdo dijo...

¡Gallardón
cabezón!
Uy perdón,
por la comparación,
me he dejado llevar por la emoción,
de la inminente vacación,
vocación,
nación,
pasión,....
Vale, vale, ya me callo...

Anónimo dijo...

Que es lo que hay que hacer sastamente para recibir unos de esos???

Anónimo dijo...

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