¿Habéis visto el efecto de una pelota colocada sobre un chorro de agua? Lucha y lucha por escapar y poder caer al suelo siguiendo su camino, pero la presión y la fuerza del agua se lo impide, de manera que acaba dando vueltas y más vueltas sobre sí misma como queriendo huir de la corriente sin conseguirlo. Tiene su gracia.
Esta mañana he visto algo parecido en el metro. Una señora, en adelante conocido como “la pelota”, ha entrado al vagón con cierto aire de incomodidad. Se le notaba, a la mujer, que o bien no estaba acostumbrada a viajar en trasporte público o bien es que se había levantado con mal pie, porque desprendía cierto tufillo a ese perfume que se podría definir como “desprecio por la multitud”, a la que en adelante, a la multitud, pasaremos a denominar “el chorro de agua”. Todo en el interior del vagón parecía molestarle a la pelota: el roce con el resto de los pasajeros, el no poder agarrarse a ningún sitio, el ambiente ligeramente cargado que allí se respiraba...
Llega el metro a una de esas “estaciones revoltijo” en las que se baja la mitad del vagón, y ya estás respirando y acomodándote rapidito, porque también se sube la mitad del resto del mundo. Pues la pelota que no, que ni se bajaba ni dejaba bajarse, y claro, el chorro de agua ha acabado por empujarla hacía el andén, y desde allí luchaba y luchaba por volver a entrar sin dejar salir primero a la corriente de agua que todavía trataba de abandonar el vagón. Así ha permanecido la pelota durante unos segundos, girando y girando sobre sí misma resistiéndose a ser alejada del vagón por la fuerza del chorro de agua humana que la empujaba.
Para mi que se trataba de una posdebatiente.
¡Mecagoenlaleche! ¡Lo estaba consiguiendo! Había llegado ya hasta el tercer párrafo sin hacer ni la más mínima alusión al debate de ayer, que ya está bien hombre, y voy, y de la forma más tonta, no me digas que no, realizo, lanzo al aire o pongo sobre la mesa una comparación que ya me dirás tú qué gano con ella, pero que me conduce de manera irremediable a hilar este mañanero, relajado y ordinario post (ordinario por lo que tiene de común y regular, no vayamos a empezar a faltar), con el famoso feistufeis de ayer, que ya no sé ni como llamarlo para no repetir tantas veces lo de “debate” o “cara a cara”.
Pues nada, que ya que me he metido, me meto. Que la pelota o señora, decía, me ha recordado a los posdebatientes, dícese de aquellas personas o personajes que aparecen como churros después de los debates, cara a cara o feistufeis, y que de manera un tanto ridícula y grotesca, no nos vamos a engañar, luchan y se desgañitan contracorriente por tratar de defender la idea, y de paso convencernos a los demás, de que su jefe o en su defecto admirado candidato ha ganado por KO el debate, afirmación que, por supuesto, no admite discusión. Ni se te ocurra.
Pues en el metro lo que la gente ha hecho esta mañana cuando ha visto a la posdebatiente girar y girar sobre si misma, que ni p’alante ni p’atrás, ha sido partirse de la risa. Lo cual es siempre, no cabe duda, un buen y saludable ejercicio de salud democrática que desde aquí invito a practicar.
Esta mañana he visto algo parecido en el metro. Una señora, en adelante conocido como “la pelota”, ha entrado al vagón con cierto aire de incomodidad. Se le notaba, a la mujer, que o bien no estaba acostumbrada a viajar en trasporte público o bien es que se había levantado con mal pie, porque desprendía cierto tufillo a ese perfume que se podría definir como “desprecio por la multitud”, a la que en adelante, a la multitud, pasaremos a denominar “el chorro de agua”. Todo en el interior del vagón parecía molestarle a la pelota: el roce con el resto de los pasajeros, el no poder agarrarse a ningún sitio, el ambiente ligeramente cargado que allí se respiraba...
Llega el metro a una de esas “estaciones revoltijo” en las que se baja la mitad del vagón, y ya estás respirando y acomodándote rapidito, porque también se sube la mitad del resto del mundo. Pues la pelota que no, que ni se bajaba ni dejaba bajarse, y claro, el chorro de agua ha acabado por empujarla hacía el andén, y desde allí luchaba y luchaba por volver a entrar sin dejar salir primero a la corriente de agua que todavía trataba de abandonar el vagón. Así ha permanecido la pelota durante unos segundos, girando y girando sobre sí misma resistiéndose a ser alejada del vagón por la fuerza del chorro de agua humana que la empujaba.
Para mi que se trataba de una posdebatiente.
¡Mecagoenlaleche! ¡Lo estaba consiguiendo! Había llegado ya hasta el tercer párrafo sin hacer ni la más mínima alusión al debate de ayer, que ya está bien hombre, y voy, y de la forma más tonta, no me digas que no, realizo, lanzo al aire o pongo sobre la mesa una comparación que ya me dirás tú qué gano con ella, pero que me conduce de manera irremediable a hilar este mañanero, relajado y ordinario post (ordinario por lo que tiene de común y regular, no vayamos a empezar a faltar), con el famoso feistufeis de ayer, que ya no sé ni como llamarlo para no repetir tantas veces lo de “debate” o “cara a cara”.
Pues nada, que ya que me he metido, me meto. Que la pelota o señora, decía, me ha recordado a los posdebatientes, dícese de aquellas personas o personajes que aparecen como churros después de los debates, cara a cara o feistufeis, y que de manera un tanto ridícula y grotesca, no nos vamos a engañar, luchan y se desgañitan contracorriente por tratar de defender la idea, y de paso convencernos a los demás, de que su jefe o en su defecto admirado candidato ha ganado por KO el debate, afirmación que, por supuesto, no admite discusión. Ni se te ocurra.
Pues en el metro lo que la gente ha hecho esta mañana cuando ha visto a la posdebatiente girar y girar sobre si misma, que ni p’alante ni p’atrás, ha sido partirse de la risa. Lo cual es siempre, no cabe duda, un buen y saludable ejercicio de salud democrática que desde aquí invito a practicar.
12 comentarios:
Yo creí que nunca lo conseguiría, pero ayer, armándome de valor, escuché a Miguel Ángel Rodríguez (en adelante conocido como Miguel Ángel Rodríguez) en 59 segundos y en vez de cabrearme, como de ordinario, me partí de la risa. Y desde luego que es mucho mejor, ¡dónde va a parar!
Mariano Zurdo: afamado a la par que lenguaraz posdebatiente donde los haya, el tal Rodríguez, sí señor.
Yo a veces creo que si el infierno existiera o existiese sería la línea 6 del metro de Madrid.
Yo que esperaba tu crónica del debate... ains...
Qué ganas tengo de que pase el día 9... pero qué ganas!!
Y digo yo: la pelota tenía forma de cilindro, de campana o de ...¿como era lo otro?, bueno, da igual, es que esto me recuerda a que yo eso de girar nunca lo había visto en una pelota, sino en los huevos duros antes de pelarlos. Que qué tiene que ver todo esto con la entrada? y yo que sé!!!, ¿tengo yo cara de posdebatiente??
Dí que sí, Estili, vamos a descojonciarnos un rato, hombre. Que ya está bien de tanto "y tú más, tú más".
Un besote pa'ti y una colleja para la pelota del metro, jajajaja.
:P
El metro mola. A mi me mola... (supongo que pienso eso porque lo practico poco, muy poco... ojalá lo praticara más).Es una "fauna" que no tiene desperdicio. Pienso como wen... Que acabe ya!!! Cansancio, pordios!!
Besos!
wen: me da una pereza sólo de pensar lo que todavía falta hasta el domingo...
vitru: cilindro, campana y se acabó. Ah no, calla, que eso era en el Undostres. Es cilindro, campana y diábolo. Y sí, los huevos duros también giran y giran, pero hacer una entrada alegórica utilizando los dichosos huevos como imagen es que me daba no sé qué. Tumecomprendes.
Irre: descojonciémonos todos al tiempo que botamos. La pelota, digo, que si no es con "v" y por tanto falta grave.
Deka: cansados estamos todos, cierto. Si no nos descojonciamos no llegamos.
Eres la caña Estili, empiezas, y ya es la caña sin cambiar de línea.
ji ji ji genial, en serio!
como decía Forrest Gump, DE ESTE TEMA YA HE DICHO TODO LO QUE TENIA QURE DECIR (o algo asin)
Artura de politicastros.
Bonita imagen, señora estirada/haciendo algo que la incomoda/gente partiendose de risa de ella (tal que el debate)
Wilde: hay que hacer un último esfuerzo, hombre, De aquí al domingo.
joako: la verdad es que la señora no tenía desperdicio, no.
Yo sigo preocupada por el Zaragoza, mi paciente me ha dicho que el entrenador ha dimitido...
besos preocupados
La fauna del metro es de otro mundo. Entre las pelotas, el chorro de agua, el cantautor con acordeón y minidisc, la mofeta disfrazada de flor de primavera... Hay veces que es toda una odisea viajar en el vagón. Otras te gustaría llevar un cámar de vídeo para grabar a las personas que viajan allí dentro.
Publicar un comentario