Con motivo de la emisión el próximo sábado 24 a las 21:30 horas en Canal + del documental “La muerte de Kevin Carter”, El País cuenta la tremenda historia de este fotógrafo y de la imagen de arriba – premio Pulitzer en 1994 - , la del buitre al acecho de la hambrienta niña sudanesa.
La historia de Kevin Carter, que se suicidó poco después de recibir el Pulitzer, dice mucho sobre las grandezas y miserias del fotoperiodismo, una profesión que en ocasiones - una veces consciente y otras inconscientemente – se ve abocada a traspasar los límites de lo humano a fuerza de enfrentarse, cara a cara y día a día, a la mismísima locura.
La historia de Kevin Carter, que se suicidó poco después de recibir el Pulitzer, dice mucho sobre las grandezas y miserias del fotoperiodismo, una profesión que en ocasiones - una veces consciente y otras inconscientemente – se ve abocada a traspasar los límites de lo humano a fuerza de enfrentarse, cara a cara y día a día, a la mismísima locura.
4 comentarios:
En ciertas profesiones, se nos exige que, por encima de nuestra profesionalidad, actuemos con honor, con ética y, sobre todo con compasión, porque el buen profesional no es sólo el que defiende los intereses de su cliente (o los suyos propios) contra viento y marea, sino el que es capaz de compaginar esos mismos intereses con la mínima capacidad humana de la Justicia y la compasión.
Como abogada, me enfrento cada día a este tipo de dilemas morales que intento compaginar de la mejor manera posible, con más o menos acierto, pero siempre sin perder de vista lo primordial: que mi obligación de defender a mi cliente jamás podrá convertirme en eso que las películas están empeñadas en convertirnos: en inmorales que sólo están pensando en su éxito personal y en ganar dinero.
Pero es curioso que esas mismas películas no se centran en los periodistas y fotógrafos, que han inventado esa estúpida premisa de la "no intervención" y la utilizan como escudo ante su cobardía y absoluta falta de humanidad. Pretender justificar, como hace El País, a este fotógrafo, es absolutamente irracional, inmoral e inhumano, y sólo hace que desee que, en caso de necesidad, no me encuentre con uno de esos periodistas que es capaz de anteponer una noticia (y un posible premio) a la vida humana.
Gracias por tu interesantísimo comentario, con el que estoy bastante de acuerdo. La comparación que haces con otras profesiones, y en concreto con la tuya, me parece muy acertada.
Tengo alguna duda respecto a eso que dices de que El País trate de justificar lo que hizo el fotógrafo. Creo que John Carlin, el autor del artículo y compañero de profesión de Carter, trata de ponerse en la piel de este último porque seguro que se ha encontrado en situaciones parecidas en el ejercicio de su profesión.
A veces, en efecto, parece comprenderle y justificarle, como cuando explica que "la cámara funciona como una barrera que lo protege a uno del miedo y del horror, e incluso de la compasión" o que "si se hubieran quedado en sus casas o se hubieran expuesto a menos peligro, habría habido más muertos, menos presión política para acabar con la violencia".
Pero también deja entrever al menos cierto distanciamiento hacia su forma de actuar cuando dice cosas como que "respondió con el frío profesionalismo de siempre. No habría podido elegir otra manera de actuar. Estaba programado, anonadado."
Además, el relato mismo de la alocada vida de Carter (drogas, guerras, depresión, etc.) es reflejo de que no se trataba de una persona muy equilibrada,y así nos lo hace ver el autor.
También hay que tener en cuenta que, en cualquier caso, se trata de un artículo firmado a modo de colaboración. No está escrito por un periodista de El País, ni trata de reflejar, creo, la opinión del periodico al respecto.
Muchas gracias por esta información, me he quedado anonadada leyéndola. Tengo que pensar más sobre ello, es increíble a donde puede llevar el caos: al caos de todo y todos. Cuánta serenidad, equilibrio, delicadeza, humildad... hay que tener para afrontar este mundo. Besos
Desde luego, es una información que desconcierta a cualquiera y nos sugiere que siempre tenemos que estar atentos a la conveniencia o inconveniencia de nuestros actos, poque a veces las consecuencias de los mismos se nos escapan con una facilidad...
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