Llegan a Madrid las primeras lluvias de la primavera. Las recibiría con alegría si no fuera por la manía que uno le tiene a los paraguas. ¿Han visto ustedes un objeto más insolidario que el paraguas?
Para empezar, el nombrecito, con ese final tan feo que a mi hija pequeña tanto le cuesta pronunciar, que parece que no acaba nunca con la “a” (pa-a-a, dice). ¿Sabían que en chino paraguas se dice “san” y que suena igual que “separarse”? Va un chino paseando por la calle con su recién estrenada novia y empieza a llover. Como se le ocurra ceder el paraguas a su compañera - que se le está estropeando el peinado - se acabó la relación. Dice la superstición china que lo más probable es que no se vuelvan a ver. Vamos, que se separan. Y todo por el paragüitas de marras. (¿Lo ven?, encima le pones el diminutivo y te obliga a colocarle la puñetera diéresis).
En mis peores pesadillas imagino a miles de personas, como si de una manifestación se tratara, avanzando por la calle hacia mi con sus paraguas. ¿Han visto ustedes alguna vez a alguien con paraguas que se aparte o te deje sitio si tú te lo cruzas de frente y vas tú sin paraguas? Yo todavía no. Son como los del viejo chiste aquel en el que el baturro que caminaba por la vía con su burro le decía al tren aquello de “pita, pita, que como no te apartes tú...”.
O como Ronaldo en sus mejores tiempos, que cogía el balón y parecía una estampida de búfalos dirigiéndose hacia la portería contraria. Si pillaba por medio a algún defensa se lo llevaba por delante sin preguntar, como a los que vamos sin paraguas por la calle.
¿Nunca se han parado en un semáforo bajo la lluvia y sin paraguas a esperar a que el hombrecillo rojo se ponga verde? Siempre aparece el insolidario dueño del paraguas de al lado, que se te acerca lo justo para no protegerte de la lluvia pero para que la gotilla de agua que resbala por la tela del instrumento vaya a parar directamente a tu cogote. Con lo mal que sienta.
Pasé horas hace tiempo tratando de inventar algún artefacto que hiciera las funciones del paraguas pero que fuera más solidario. Un día se me ocurrió hacer la sugerencia en una reunión de amigos a ver si me aportaban alguna idea, pero alguien, uno que tiene el don de tirar por tierra las ilusiones del más optimista, me quitó la obsesión de la cabeza:
- Si ya esta inventado - me dijo -, la capucha del chubasquero.
Y tenía razón.
Para empezar, el nombrecito, con ese final tan feo que a mi hija pequeña tanto le cuesta pronunciar, que parece que no acaba nunca con la “a” (pa-a-a, dice). ¿Sabían que en chino paraguas se dice “san” y que suena igual que “separarse”? Va un chino paseando por la calle con su recién estrenada novia y empieza a llover. Como se le ocurra ceder el paraguas a su compañera - que se le está estropeando el peinado - se acabó la relación. Dice la superstición china que lo más probable es que no se vuelvan a ver. Vamos, que se separan. Y todo por el paragüitas de marras. (¿Lo ven?, encima le pones el diminutivo y te obliga a colocarle la puñetera diéresis).
En mis peores pesadillas imagino a miles de personas, como si de una manifestación se tratara, avanzando por la calle hacia mi con sus paraguas. ¿Han visto ustedes alguna vez a alguien con paraguas que se aparte o te deje sitio si tú te lo cruzas de frente y vas tú sin paraguas? Yo todavía no. Son como los del viejo chiste aquel en el que el baturro que caminaba por la vía con su burro le decía al tren aquello de “pita, pita, que como no te apartes tú...”.
O como Ronaldo en sus mejores tiempos, que cogía el balón y parecía una estampida de búfalos dirigiéndose hacia la portería contraria. Si pillaba por medio a algún defensa se lo llevaba por delante sin preguntar, como a los que vamos sin paraguas por la calle.
¿Nunca se han parado en un semáforo bajo la lluvia y sin paraguas a esperar a que el hombrecillo rojo se ponga verde? Siempre aparece el insolidario dueño del paraguas de al lado, que se te acerca lo justo para no protegerte de la lluvia pero para que la gotilla de agua que resbala por la tela del instrumento vaya a parar directamente a tu cogote. Con lo mal que sienta.
Pasé horas hace tiempo tratando de inventar algún artefacto que hiciera las funciones del paraguas pero que fuera más solidario. Un día se me ocurrió hacer la sugerencia en una reunión de amigos a ver si me aportaban alguna idea, pero alguien, uno que tiene el don de tirar por tierra las ilusiones del más optimista, me quitó la obsesión de la cabeza:
- Si ya esta inventado - me dijo -, la capucha del chubasquero.
Y tenía razón.
9 comentarios:
Odio los paraguas, nunca los uso. Las peores son las señoras mayores que lo llevan, si pueden te sacan no un ojo, sino los dos, ni que les costara mucho girar el susodicho unos 40 grados...
Yo también los odios pero mas odio aun mojarme ç(aunque ha mucha gente le guste). Ánimo con el día lluvioso
El gorrito que no es capucha, sino estilo inglés, es muy útil, ja ja. ¡Estoy entusiasmada con la lluvia, la necesitamos tanto! Píllate un gorrito de estos, como si fuera el complemento de una gabardina, mola. Yo tengo un paraguas tan divertido que me encanta usarlo, parece que se lo he robado a mi sobrina de 4 años. Es un aliciente. ¡Saludos!
Después de todo, al final tampoco ha llovido tanto, así que no ha hecho falta ni el paraguas ni el gorrito.
De todas formas, que sea bienvenida la lluvia.
Yo me he tirado como 15 minutos buscando el paraguas por toda la casa esta mañana para luego no sacarlo del bolso....
que siga siendo bienvenida, sobre todo por el este, a ver si nos evitamos tanta guerra acuática.
Un saludo
yo también uso el gorrito, como eloísa (por cierto, qué guay encontrarte aquí). odio los paraguas. si os cuento una cosa no penséis que estoy más loca de lo que lo estoy, ja ja ja. cuando era adolescente, que un chico que me gustase trajese paraguas era motivo inmediato de ruptura, ja ja ja ja ja, ¡viviendo en Galicia!
afortunadamente existen los paraguas grandes en los que cabe toda una familia debajo. eso sí, hay que turnarse para llevarlos porque pesan... :P
Espero que no os hayáis mojado mucho y que, pese a todo, siga lloviendo.
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