viernes, marzo 16, 2007

El sueño del portero

Pocas cosas hay tan contradictorias como el sueño del portero: meter un gol en el último minuto que le dé la victoria a tu equipo.

- Pero si tú eres portero, si tú estás para pararlos-, alguien le reprochará a Palop.
- Pues no; ese es mi trabajo, pero mi sueño puede ir más allá, aunque no haya nacido para eso.

Palop, portero del Sevilla - un gran portero, un gran equipo – cabeceó ayer un córner en los minutos de descuento y salvó a su equipo de la eliminación. Lo sé, no se “cabecea un corner” sino que se remata de cabeza un balón después de un saque de esquina, pero es que fútbol a veces nos sorprende con gestos poéticos, y entonces como que vale usar esos términos.

Yo a Palop le cambiaría una letra en el nombre para que se llamara Palap o Polop, dos palíndromos -ya saben, como lo de "Dábale arroz a la zorra el abad" o lo de "A mamá, Roma le aviva el amor a papá, y a papá, Roma le aviva el amor a mamá". Así se le podría dar la vuelta a su nombre según las circunstancias, porque ha sido un futbolista que ha sufrido la sombra del banquillo y de las lesiones, y sólo ahora, a los 33, brilla como se merece y con la ilusión de un muchacho que continúa soñando.

¿Qué es la mala suerte?, ¿qué es la buena suerte?
- Las personas no tienen buena o mala suerte- , diría ahora Palop.
- La tenemos, una y otra, hasta un determinado momento, pero no sabemos qué va a pasar mañana. Yo era un hombre con mala suerte hasta que fiché por el Sevilla. Entonces le pude dar la vuelta a mi nombre y ahora soy lo que se dice un tipo con buena estrella.

Ayer Palop vio por fin cumplido su sueño, el sueño del portero. O a lo mejor nunca lo había soñado.

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