Esta mañana lo he vuelto a hacer. No lo repetía desde que era pequeño, pero esta mañana me he acordado y lo he vuelto a probar. Me refiero al efecto Droste. De niño me fascinaba, pero no tenía ni idea, claro, de que se llamara así.
Cojo un espejo y lo sitúo enfrente de otro hasta conseguir crear una imagen mía que se repite hasta el infinito. Es una de esas cosas que de niño te impresionan pero que después olvidas, dejándolas aparcadas en algún rincón de tu cerebro para que, de repente, un día regresen.
Se me ocurre de repente, tú fijaté, que la sucesión de imágenes que yo creaba a lo mejor no acababa en el infinito como pensaba entonces, sino precisamente en el punto en el que ahora me encuentro. Vamos, que lo único que he hecho durante todo este tiempo es ir dándole la vuelta. Un viaje en el tiempo, vaya. Y ahora que lo vuelvo a repetir, a lo mejor al final de la imagen, allí donde no alcanzo a ver nítidamente, estoy yo otra vez de niño. Quizás resulte que el infinito sea precisamente eso, una imagen circular que se repite sin fin, de principio a fin y de fin a principio.
Se veía venir; al final este pobre bloguero se ha vuelto loco, dirán ustedes. Pues no, de momento no. Lo que sucede es que acabo de visitar la exposición El arte de lo Imposible, de M. C. Escher, artista holandés al que el Centro de Exposiciones Arte Canal de Madrid (Plaza de Castilla) dedica una interesantísima muestra que ha sido muy referenciada últimamente en numerosos blogs. Aquí, aquí, aquí, aquí o aquí, etc. Ahora soy uno más. Por cierto, que la exposición se acaba de prorrogar hasta el 15 de abril.
No se puede decir que sus obras sean, estéticamente, de una belleza insuperable, pero Escher tienen algo que lo hace “fascinante”, quizás sea esa la palabra apropiada, su mundo fascina por lo que tiene de mágico y misterioso sin dejar de ser real.“Mi arte es un juego, pero un juego muy serio”, reza una de las citas más acertadas que adornan la exposición, y no le falta razón.
Se han realizado interesantes estudios matemáticos sobre la obra de Escher, y en especial sobre uno de los cuadros más llamativos de la exposición, la Galería de Grabados (en la imagen), en el que se recoge precisamente el efecto Droste, aunque Escher parece querer ocultárnoslo con ese extraño punto blanco que sitúa en el centro de la obra.
En estos estudios, la recomposición del cuadro se acompaña de un sorprendente montaje animado que revela el efecto oculto. El vídeo puede verse en la exposición, y también aquí. En definitiva, podrán ver que lo que el cuadro esconde es un hombre que mira un cuadro en el que hay un hombre que mira un cuadro en el que hay un hombre que mira un cuadro en el que... Así, ya lo saben, hasta el infinito, como sucedía con los espejos.
Hay mucho más entretenimiento en la exposición: las escaleras que nunca se sabe si suben o bajan, las imágenes que forman los espacios que dejan otras imágenes, las hormigas que no se sabe si se alcanzan las unas a las otras... No se la pierdan.
Estilografic.art
2 comentarios:
He oido hablar mucho de esa exposicion, espero poder ir a verla antes de que la quiten
Buenos días, Estilografic, te leí anoche, me has enseñado cosas sobre la exposición que yo no sabía, gracias. Me alegro de que la disfrutaras tanto, y de esos recuerdos infantiles que te ha traído. Besos
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