Acontece a menudo en determinados parajes que las historias funden y encadénanse, de tal manera que se superponen las unas a las otras en ofuscado y embustero laberinto de engañosa y afable apariencia, cual suave celaje de nubes en limpio y trasparente cielo que jamás hiciera conjeturar perturbación alguna. Empero - ¡vive Dios! - barrúntase la tormenta.
Refiérome con tales parajes a tan magníficos como excelentes recintos ajardinados, concebidos para el esparcimiento y regocijo de infantes, otrosí de zangolotinos mozos, otrosí de ociosos ancianos apensionados, otrosí de lujuriosos y amancebados amantes, según se trate de una u otro tramo horario de infinible y fatigosa jornada.
Moran o deambulan tanto así en tales parques individuos que dan alivio a sus fatigadas posaderas en bancadas y otros asentamientos destinados a tales efectos, procediendo asimismo a ensimismarse dándose en prolongados instantes de solaz al provechoso pasatiempo de la lectura. Cosa ésta que está muy pero que muy requetebién.
Y otros los hay que no teniendo para sí libro o manuscrito alguno, optan por deleitarse con la contemplación de lectura ajena, deslizando sin recato alguno continuadas ojeadas de soslayo por encima de la hombrera de quienes actúan de aquella otra aclamada guisa, lo cual deriva en resultar la mar de molesto para estos últimos, dándose en sentir impúdicamente observados.
- Voto a bríos que bien me parece tal que a vuesa merced no acaba de deleitarle del todo la lectura que le ocupa. ¿No estoy en lo cierto?
- Psche.
- Antójaseme vuesa merced, por su parca respuesta, alma de escasos y renuentes vocablos, ¿no es tal que así?
- Así es.
- Y dígame, si platicar resultara de su agrado con tales antecedentes... ¿cuál es la causa o motivo de su desazón?
- Oiga, ¿a qué desazón se refiere?, no me toque las narices...
- Percibo, gracias a mi inclinación o gusto por la observación de comportamientos ajenos, que no hace vuesa merced sino numerar repetidamente y echar cuentas de las páginas que por leer le quedan antes de dar definitivo término a la obra que se trae entre manos, maniobra tal que, permítame que se lo apunte, no hace sino distraerle y apartarle la atención del contenido de la ficción en la que permanece sumergido, con el consiguiente detrimento, deterioro y menoscabo del placentero y racional pasatiempo literario que tiene a bien en practicar.
- ¿Y a usted qué coño le importa, si me gusta o no me gusta lo que estoy leyendo? ¡Haga el favor de dejar de cotillear por encima de mi hombro!
- ¿Cómo? ¿He de ser yo objeto de tal afrenta y he de reconocerme amancillado en semejante trance, sintiéndome como me siento victima de sus desairados comportamiento y actitud?
- Oiga, ¿qué dice? ¿Víctima usted de qué? No me toque los cojones...
- Trátase además vuesa merced, por si poco fuere, de persona mal hablada y de escasas entendederas, cuando es cosa sabida que la educación resulta de ser una gran virtud que debería tener en consideración y en alta estima todo caballero que se precie.
- Pero, vamos a ver, ¿quién se cree usted que es?
- Sepa vuesa merced, se lo diré de una vez por todas, que soy el creador o autor de la obra literaria que le ocupa.
- ¿Usted?
- Si, yo, Y no hay nada que en mayor medida pudiera mancillar mi honor de literato que un tal lector mezquino y falto de juicio, como ha demostrado ser vuesa merced. se comporte de esta guisa ante mi trabajada obra, en viniendo a despreciar con su actitud todo el insano y fatigoso trabajo que consigo lleva la afanosa y doliente actividad artificiosa de la creación literaria. ¡Lanzo aquí el mío guante y reto a vos en duelo por la inmisericorde afrenta acaecida! ¿Qué me dice?
- ¡Que quiere que le diga! ¡que es usted todo un personaje!
Refiérome con tales parajes a tan magníficos como excelentes recintos ajardinados, concebidos para el esparcimiento y regocijo de infantes, otrosí de zangolotinos mozos, otrosí de ociosos ancianos apensionados, otrosí de lujuriosos y amancebados amantes, según se trate de una u otro tramo horario de infinible y fatigosa jornada.
Moran o deambulan tanto así en tales parques individuos que dan alivio a sus fatigadas posaderas en bancadas y otros asentamientos destinados a tales efectos, procediendo asimismo a ensimismarse dándose en prolongados instantes de solaz al provechoso pasatiempo de la lectura. Cosa ésta que está muy pero que muy requetebién.
Y otros los hay que no teniendo para sí libro o manuscrito alguno, optan por deleitarse con la contemplación de lectura ajena, deslizando sin recato alguno continuadas ojeadas de soslayo por encima de la hombrera de quienes actúan de aquella otra aclamada guisa, lo cual deriva en resultar la mar de molesto para estos últimos, dándose en sentir impúdicamente observados.
- Voto a bríos que bien me parece tal que a vuesa merced no acaba de deleitarle del todo la lectura que le ocupa. ¿No estoy en lo cierto?
- Psche.
- Antójaseme vuesa merced, por su parca respuesta, alma de escasos y renuentes vocablos, ¿no es tal que así?
- Así es.
- Y dígame, si platicar resultara de su agrado con tales antecedentes... ¿cuál es la causa o motivo de su desazón?
- Oiga, ¿a qué desazón se refiere?, no me toque las narices...
- Percibo, gracias a mi inclinación o gusto por la observación de comportamientos ajenos, que no hace vuesa merced sino numerar repetidamente y echar cuentas de las páginas que por leer le quedan antes de dar definitivo término a la obra que se trae entre manos, maniobra tal que, permítame que se lo apunte, no hace sino distraerle y apartarle la atención del contenido de la ficción en la que permanece sumergido, con el consiguiente detrimento, deterioro y menoscabo del placentero y racional pasatiempo literario que tiene a bien en practicar.
- ¿Y a usted qué coño le importa, si me gusta o no me gusta lo que estoy leyendo? ¡Haga el favor de dejar de cotillear por encima de mi hombro!
- ¿Cómo? ¿He de ser yo objeto de tal afrenta y he de reconocerme amancillado en semejante trance, sintiéndome como me siento victima de sus desairados comportamiento y actitud?
- Oiga, ¿qué dice? ¿Víctima usted de qué? No me toque los cojones...
- Trátase además vuesa merced, por si poco fuere, de persona mal hablada y de escasas entendederas, cuando es cosa sabida que la educación resulta de ser una gran virtud que debería tener en consideración y en alta estima todo caballero que se precie.
- Pero, vamos a ver, ¿quién se cree usted que es?
- Sepa vuesa merced, se lo diré de una vez por todas, que soy el creador o autor de la obra literaria que le ocupa.
- ¿Usted?
- Si, yo, Y no hay nada que en mayor medida pudiera mancillar mi honor de literato que un tal lector mezquino y falto de juicio, como ha demostrado ser vuesa merced. se comporte de esta guisa ante mi trabajada obra, en viniendo a despreciar con su actitud todo el insano y fatigoso trabajo que consigo lleva la afanosa y doliente actividad artificiosa de la creación literaria. ¡Lanzo aquí el mío guante y reto a vos en duelo por la inmisericorde afrenta acaecida! ¿Qué me dice?
- ¡Que quiere que le diga! ¡que es usted todo un personaje!
Entretanto, en bancada contigua a la referida en el reciente episodio, otro individuo aparentemente ajeno a tales sucedidos, a todas luces prófugo de su propia soledad, se recrea en sus ademanes no haciendo otra cosa que tomar notas y más notas de todo cuanto ha venido aconteciendo, con la única pretensión de convertirlo todo ello en literaria escena relatada, y a los dos tipos del parque, así como a sí mismo, en aquello que tanto ellos como todos nosotros - ¡oh admirados y pacientes lectores! - , nunca hemos dejado de ser en realidad: meros, baladís e insignificantes personajes.
13 comentarios:
¡Vive el cielo que me espanta esta grandeza! ¿Quiere vuesa merced acaso mostrarnos nuestra doble cara de personas y personajes?
Admirado me hallo ante su clarividente texto, mas ahora ya no sé si soy un simple librero o si estoy a punto de protagonizar un folletín de enredo, bolígrafo en mano (perdón, espada quería decir) batiéndome el cobre con algún cliente malandrín que me quiera sisar la mercancía...
Besitos/azos.
Mariano Zurdo: eso mismito quería expresar, lo de la doble cara, y me he liao.
Gracias mil por la pertinente aclaración y preséntole mis disculpas a vuesa merced por mostrarme cual necio badulaque incapaz de articular coherente y consecuente discurso.
¡¡BRAVO, BRAVO, BRAVO!!
:D
Postrome ante vos, mi Señor.
[(Ir)reverencia y mutis por el foro]
¡Pardiez! ete aquí que disertais sin sentido sobre argucias propias de rufianes, pues un Hidalgo jamás osaria cometer dicha felonia. Por encima te todo el hidalgo guarda compostura y no incomoda la solaz de un lector en el prado de sus cavilaciones. ¡harto diabolico es! todo esto que relata en la arcadia del pastor, rebozandose en su libro cuan embozo del seso e intelecto, ¡no se le ha de molestar! puesto que un intelectual debe poder calmar su alma con el mana de su conceptual lectura.
Irre: por más que te pongas dramática
no dejas de parecer simpática.
Joako: mu requetebien dicho, sí señor.
Pues yo, como soy tonta, lo único que se me ha quedado claro es lo de no me toques los cojones
Una, que es de Zaragoza...
Besicos
Belén: orínome con vos.
¿os suena una especie de chiste que había en el libro de lenguaje de cuando la egb?
'los eventos consuetudinarios que acontecen en la rua' decía, y después 'lo que pasa en la calle'
estaba pensado traducirte a 'normal' pero me veo incapaz..
Madre mía..... yo no tengo hoy cerebro pa esto..... Eso sí, lo de voto a bríos me ha encantado :D
A ver si más adelante y en plenas facultades de doy otra vuelta XD
Y una duda que se me ha quedado después de tanto mandoble para un lado y para otro.
¿Votas a Bríos como entrenador del Madrid? No, you can´t.
Géminis: trsdúceme anda, tradúceme.
Wen: antes de nada te debo un agradecimiento por el comentario del anterior post, que me hizo especial ilusión lo que me dijiste y no te he dicho nada. Asi que eso, que gracias y que me alegro. Y la vuelta te la perdono, doime por leído.
Mariano Zurdo: ¡Voto a tal!, ¡malandrín! ¡bribón!, y lánzote mi guante blanco sobre el tuyo rojiblanco.
Irundarra soy y el camino nos encontraremos...
Mariano Zurdo: he causado baja, pues del Real Madriles seguidor ya no soy. ¿No quedará un huequito para mi persona entre las sufridas gradas del sin par Estadio Calderón? Prometo animar como el que más, ¿eh?
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