Nunca me gustó la Noche de Reyes. Vale que al día siguiente la casa se llenaba de regalos, pero es que Melchor y compañía tampoco acertaban nunca con lo que yo había pedido. Anda que no puse veces en la carta lo del
Scalextric, y cuando por fin me lo trajeron ya casi me había sacado el carné de conducir.
- No se puede tener todo lo que uno quiere -, me consolaba mi madre. - Hay que mantener la ilusión.
Sí, si la ilusión la mantenía, pero es que el día 8 volvía yo al colegio más chulo que un ocho a vacilar de
madelman y me encontraba con que a mis amigos les habían traído el
Action Man, que era más grande y tenía más accesorios.
A mí es que en realidad los reyes me daban miedo. Una noche los vi, y me cagaba la pata abajo. Eso de que tres tipos sin llaves y disfrazados se colaran en mi casa y anduvieran toqueteando mis cosas no me acababa de convencer. Mis padres atribuían el tembleque de antes de acostarme a los nervios del momento, y yo, como al fin y al cabo al día siguiente me traían regalos, me tragaba el miedo, tiraba de la sábana hasta arriba y cerraba muy fuerte los ojos esperando que pasara lo noche lo antes posible.
La tarde de Reyes no quería ni acercarme a ver la cabalgata, Creo que sólo fui una vez, cuando ya hacia tiempo que me afeitaba, y lo hice disfrazado de paje para ayudar a repartir regalos y caramelos durante el recorrido. Ahora he vuelto con mis hijas, pero maldita la gracia que me hace que me den caramelazos en la cabeza.
Temo que a las niñas les acabe pasando lo mismo que mi. El año pasado, la mayor se pidió una
Nintendogs de esas.
- ¿Tu crees que me la traerán? -, me interrogaba todos los días desde que empezaron la vacaciones como si yo tuviera cara de Baltasar.
- No tengo ni idea hija, pero por lo que sé y por mi experiencia...
Al final le trajeron un
tamagochi, a la pobre. Este año pide un pony que casi no cabe en su cuarto y yo no hago más que quitarle la idea de la cabeza, que luego sé lo que le pasa. Y como hacía mi madre, les insisto en lo de la famosa ilusión.
Algo de razón debía tener mi madre con aquello, porque hace poco me encontré con uno de los amiguetes del Action Man. Me costó reconocerlo, qué gordo estaba el tío.
- Hombre, Ángel, cuánto tiempo, ¿qué es de tu vida? -, le saludé.
- Ahí ando – me dijo al principio mientras cerraba su PDA. Después de la tercera caña que nos tomamos el “ahí ando” se convirtió en un “aparentemente lo tengo todo: soy ya director gerente, gano una pasta, tengo una secretaria que quita el hipo, un Audi con GPS, el chalé, ... pero no sé, chico, no soy feliz”. Pedí otra ronda, y pensé en decirle al camarero que de aperitivo nos pusiera un poco de eso que tanto nombraba mi madre, pero lo dejé correr.
Ahora una vez más se acerca la temida Noche de Reyes. Yo lo voy a dejar ya porque este viejo PC con el que escribo no hace más que quedarse colgado cada vez que le doy a guardar. Si al menos este año me trajeran el
Mac que me he pedido....
Estilografic.art