Cuando en un banquete chino el anfitrión te mira a los ojos, te levanta su copa con las dos manos como haciendo que te la ofrece, te dice “kampei” y se la toma de un trago, prepárate porque vas a terminar cogiendo una cogorza de no te menees. Es como el brindis nuestro, pero te está diciendo que vacíes tu vaso, que no te entelas, que si quieres te lo digo en chino, compañelo. Pues eso, que kampei.
Los Reyes acaban de llegar a China bien acompañados por cerca de 300 empresarios que se supone que van allí a lo que viajan los empresarios a China, es decir, a hacerse ricos. Todos quieren hacer negocios con China, pero me da a mí que son pocos los que viajan conscientes de las dificultades que lleva consigo para un españolito introducirse en el mercado chino.
Lo primero es evidente, el idioma. Que es que allí hablan de otra forma, como más rara. Esta dificultad es salvable desde que se inventaron los intérpretes, es decir, lo chinos que también hablan español, que también están los españoles que hablan chino, pero esos son pocos y siempre están cogidos.
Otra dificultad más importante es la diferencia cultural. La manera de hacer negocios, vamos. Incluso hasta en los gestos que puedan parecer más anecdóticos. Ahí hay que tener cuidadito con el kampei, no vaya a ser que luego se digan cosas de las que más tarde podrías arrepentirte, como “donde hay que firmar, que ya ni veo” o por hacer la gracieta “filmo, filmo, que del caselío me fío”.Y cuidadito también con las tarjetas de visita, que para los chinos intercambiarlas es todo un ritual. Lo hacen con las dos manos y como con mucho cuidado, así que no se te ocurra guardártela en el bolsillo trasero del pantalón, que al emplesalio le va a sentar fatal que te sientes sobre ella, sobre todo si estás “goldito”.
Y por último está lo más complicado, por si alguien no se ha dado cuenta: que China no es un país democrático y que el ambiente desaforado de hacer dinero es un caldo de cultivo par la corrupción. Que se lo digan a la francesa Danone, sí, la de los yogures, que firmó un acuerdo con el mayor fabricante de bebidas de China, de nombre Wahaha, que yo no sé cómo no se dieron cuenta de que no eran de fiar, con ese nombrecito tan guasón, y así les ha ido que ahora están metidos en juicios. Casi seguro que les hicieron lo del kampei.
Los Reyes acaban de llegar a China bien acompañados por cerca de 300 empresarios que se supone que van allí a lo que viajan los empresarios a China, es decir, a hacerse ricos. Todos quieren hacer negocios con China, pero me da a mí que son pocos los que viajan conscientes de las dificultades que lleva consigo para un españolito introducirse en el mercado chino.
Lo primero es evidente, el idioma. Que es que allí hablan de otra forma, como más rara. Esta dificultad es salvable desde que se inventaron los intérpretes, es decir, lo chinos que también hablan español, que también están los españoles que hablan chino, pero esos son pocos y siempre están cogidos.
Otra dificultad más importante es la diferencia cultural. La manera de hacer negocios, vamos. Incluso hasta en los gestos que puedan parecer más anecdóticos. Ahí hay que tener cuidadito con el kampei, no vaya a ser que luego se digan cosas de las que más tarde podrías arrepentirte, como “donde hay que firmar, que ya ni veo” o por hacer la gracieta “filmo, filmo, que del caselío me fío”.Y cuidadito también con las tarjetas de visita, que para los chinos intercambiarlas es todo un ritual. Lo hacen con las dos manos y como con mucho cuidado, así que no se te ocurra guardártela en el bolsillo trasero del pantalón, que al emplesalio le va a sentar fatal que te sientes sobre ella, sobre todo si estás “goldito”.
Y por último está lo más complicado, por si alguien no se ha dado cuenta: que China no es un país democrático y que el ambiente desaforado de hacer dinero es un caldo de cultivo par la corrupción. Que se lo digan a la francesa Danone, sí, la de los yogures, que firmó un acuerdo con el mayor fabricante de bebidas de China, de nombre Wahaha, que yo no sé cómo no se dieron cuenta de que no eran de fiar, con ese nombrecito tan guasón, y así les ha ido que ahora están metidos en juicios. Casi seguro que les hicieron lo del kampei.
6 comentarios:
Gracias por avisarme con lo del Kampei, porque yo soy mucho de hacer lo que vieres y de beberme los vasos de un trago, y lo mismo en enero (si hay un pelín de suerte) me largo un par de semanitas a China.
Si no me llegas a avisar me vuelvo con catorce cajas de danone, con un intérprete o lo que es peor, creyéndome el rey de españa bajo los influjos del kampei.
Que digo yo que mientras 300 empresarios van para allá a hacer negocio, millones de chinos se vienen para acá a hacer el suyo. ¿Quién puede más?
mmm mi novio viajó por toda china hace unos años y lo que más le alucinó fue que en cada zona se habla un idioma distinto, es tremendo, ¡no se entienden entre ellos! por eso el gobierno intenta potenciar un idioma, creo que es el mandarín, para unificar el país. peculiar, el caso chino, desde luego. yo soy contraria a iniciar relaciones comerciales con países que incumplen los derechos humanos, sin leyes laborales, pero claro, entonces tampoco negociaríamos con los States! bicos.
A huevo! KAMPEI, aunque quede mal a golpe de lunes...
La apunto!
Salud!
Kampei??, pero no era....Banzaaaaaaaaaaaaai!!!!
¡Kampei!
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