Ayer deses la lió. En plan bien, que se me entienda. Seguí con enorme interés el debate que se montó en su blog, que ríete tú de los 60 segundos esos de la tele, Milá, que estás hecha una Mercedes Milá en versión blogerwoman, compañera.
Con un título tan “soberano” como “Cosas de hombres”, deses, que es Una mujer desesperada (no lo había dicho) planteó el caso de un tipo que se lleva al bebé a la oficina porque no tiene con quién dejarlo. Y claro, de ahí surgían numerosos temas a debatir: la conciliación de la vida familiar y laboral, la necesidad de guarderías en los centros de trabajo, lo que pueden llegan a molestar los nenes cuando no son tuyos, lo que ocurriría si en lugar de un hombre se hubiera dado el caso con una mujer...
A mi, la verdad, me pareció muy interesante todo lo que allí se dijo, con opiniones para todos los gustos y todas muy respetables, pero me vino a la cabeza una vez más lo que considero que es, si no el mayor, uno de los principales problemas que aquejan a la sociedad de hoy: nuestra incapacidad para adaptarnos al enorme cambio que ha supuesto la incorporación de la mujer al mercado laboral.
Ey, ey, ey, no me entendáis mal, chicas, que no estoy renegando de ese derecho, que me parece uno de los mayores logros del mundo mundial. Lo que quiero decir es que ello ha introducido una serie de nuevos problemas a los que no hemos sabido dar solución y que están teniendo consecuencias yo creo que devastadoras, y no quiero pecar de alarmismo.
El problema surge del abandono de los niños. Bueno, quizás lo de “abandono” suene muy fuerte, hablemos de “dejarlos prestados”. Los que tenemos hijos nos vemos en la obligación de “dejarlos prestados” cada dos por tres porque nuestras obligaciones laborales así nos lo exigen, a hombres y mujeres.
En el mejor de los casos, los peques se crían con los abuelos; en el segundo mejor de los casos, con algún otro familiar disponible; en el tercero, con profesionales del asunto (guarderías, colegios que amplían los horarios...), en el cuarto, con personas que, necesitadas de ingresos, compensan su falta de profesionalidad gracias a su simpatía y afinidad para con el mundo infantil; en el quinto, con personas que también están necesitadas de ingresos y que están dispuestas a aguantan las gilipolleces de un crío muy pesado con tal de obtenerlos; en el sexto, con gente que no soporta a los putos niños, todo el día llorando, cagando y vomitando, pero a la que no le queda más remedio que ganarse una perras para comer... y así, se sigue devaluando la cadena, que ya no quiero seguir.
Nos quejamos de que los jóvenes fracasan en los estudios, de que cada día hay menos y peor educación, de que cada vez son más graves los problemas derivados del consumo de drogas, de que cada vez hay más casos de violencia ..., ¿pero qué queremos? En gran parte es el resultado de eso, de unos niños sin infancia, al menos de lo que yo entiendo por infancia que es, sobre todo, poder disfrutar de la compañía y de las enseñanzas de las personas que más te quieren, esos dos tipos que te vieron nacer: tus padres.
Con un título tan “soberano” como “Cosas de hombres”, deses, que es Una mujer desesperada (no lo había dicho) planteó el caso de un tipo que se lleva al bebé a la oficina porque no tiene con quién dejarlo. Y claro, de ahí surgían numerosos temas a debatir: la conciliación de la vida familiar y laboral, la necesidad de guarderías en los centros de trabajo, lo que pueden llegan a molestar los nenes cuando no son tuyos, lo que ocurriría si en lugar de un hombre se hubiera dado el caso con una mujer...
A mi, la verdad, me pareció muy interesante todo lo que allí se dijo, con opiniones para todos los gustos y todas muy respetables, pero me vino a la cabeza una vez más lo que considero que es, si no el mayor, uno de los principales problemas que aquejan a la sociedad de hoy: nuestra incapacidad para adaptarnos al enorme cambio que ha supuesto la incorporación de la mujer al mercado laboral.
Ey, ey, ey, no me entendáis mal, chicas, que no estoy renegando de ese derecho, que me parece uno de los mayores logros del mundo mundial. Lo que quiero decir es que ello ha introducido una serie de nuevos problemas a los que no hemos sabido dar solución y que están teniendo consecuencias yo creo que devastadoras, y no quiero pecar de alarmismo.
El problema surge del abandono de los niños. Bueno, quizás lo de “abandono” suene muy fuerte, hablemos de “dejarlos prestados”. Los que tenemos hijos nos vemos en la obligación de “dejarlos prestados” cada dos por tres porque nuestras obligaciones laborales así nos lo exigen, a hombres y mujeres.
En el mejor de los casos, los peques se crían con los abuelos; en el segundo mejor de los casos, con algún otro familiar disponible; en el tercero, con profesionales del asunto (guarderías, colegios que amplían los horarios...), en el cuarto, con personas que, necesitadas de ingresos, compensan su falta de profesionalidad gracias a su simpatía y afinidad para con el mundo infantil; en el quinto, con personas que también están necesitadas de ingresos y que están dispuestas a aguantan las gilipolleces de un crío muy pesado con tal de obtenerlos; en el sexto, con gente que no soporta a los putos niños, todo el día llorando, cagando y vomitando, pero a la que no le queda más remedio que ganarse una perras para comer... y así, se sigue devaluando la cadena, que ya no quiero seguir.
Nos quejamos de que los jóvenes fracasan en los estudios, de que cada día hay menos y peor educación, de que cada vez son más graves los problemas derivados del consumo de drogas, de que cada vez hay más casos de violencia ..., ¿pero qué queremos? En gran parte es el resultado de eso, de unos niños sin infancia, al menos de lo que yo entiendo por infancia que es, sobre todo, poder disfrutar de la compañía y de las enseñanzas de las personas que más te quieren, esos dos tipos que te vieron nacer: tus padres.
La sociedad necesita un cambio, un cambio bien profundo que ya va siendo hora de acometer. La conocida como Ley de Conciliación es un paso tímido hacia la búsqueda de soluciones, pero no es la panacea, ni mucho menos. Aquí todos tenemos que poner de nuestra parte, empezando por la Administración, siguiendo por las empresas y terminado por los padres, que estimo son las “tres patitas” que deben sustentar esa remodelación. Dedicar más tiempo a los hijos es una apuesta de futuro beneficiosa para todos, no sólo para los que los tenemos. Ellos van a ser la base de nuestra sociedad en unos años, ya mismo, diría yo.
Si, los padres también tenemos mucho que hacer al respecto. ¿A qué estamos dispuestos a renunciar, los padres, por pasar más tiempo con nuestros hijos? No quisiera resultar demagógico, pero estoy harto de ver padres que van a recoger a sus hijos al colegio a ultimísima hora, lo más tarde posible, vamos, porque sus obligaciones les impiden llegar antes.
Pero eso sí, que no se preocupe el chavalín que volverá a casa bien cómodo, porque va a ir montado en el nuevo Mercedes Clase S de papá, con asientos multicontorno dinámicos que realizan un movimiento rotatorio que estimula la musculatura de la espalda y cámaras de aire ocultas que se inflan durante la marcha - como lo oyes - para una óptima sujeción en curvas. Eso sí, opcionales, las cámaras de aire son opcionales. Y los hijos también.
Estilografic.art
13 comentarios:
¿Y no tengo ninguna crítica que hacer a esta entrada? ¿Me estaré haciendo mayor? ¿Tendrás razón en todo? Joder, no sé cuál de las opciones me dan más miedo...
En serio, me parece un magnífico análisis. No es de recibo que los padres y madres se eximan de toda culpa ni que la administración les culpe a ellos de todo.
Una vez más las soluciones pasarían por algo impensable en este país, diálogo de expertos, diálogo de políticos, consenso y más consenso.
Un saludo (¿ves cómo me equivoco? Quería decir "un salido").
Marianín, eres un cochino. ¿Así queremos educar a nuestros hijos?
En serio: me alegro de que estés de acuerdo. A veces uno duda de lo que escribe, sobre todo cuando es padre y parte implicada.
Otro salido.
joer qué bien te explicas, macho. me ha parecido un fantástico análisis de todo lo que hemos debatido con tanta pasión sobre este tema. Aluciné mucho, primero, porque pensaba que la mayoría de la gente con hijos me iba a poner a caldo, y no. Y aluciné también por el diferente enfoque que tenemos los que no somos padres y los que sí. Quizá la solución estaría en que ambas partes fuésemos más tolerantes.
en cuanto a lo que tan bien describes, ese "abandono", te doy toda la razón. yo siempre explico que no quiero tener hijos por ese motivo, yo trabajo normalmente mucho, porque no tengo más remedio, soy autónoma, sola, y la verdad es que aunque vivo bien (tengo la ventaja de poder establecer mis horarios), sé que mi vida no sería compatible con un bebé. y tenerlo para dejárselo a mi madre cada día no me parece honesto.
bicos, maestro.
Deses: posturas como la tuya siempre me han parecido un ejemplo de responsabilidad. Pero es que yo cada vez veo más casos de todo lo contrario, de los del Mercedes a los que sólo les falta que sus hijos llamen "chófer" en lugar de "papá".
Ah, y gracias por la inspiración, que me vino de tu blog, y perdón por lo de "Milá", que era broma.
ja ja ja ja tranquilo que no me ha parecido mal, entendí la coña!!!!! bicos.
Yo no soy padre y de momento no me he planteado nada parecido a la reproducción por esquejes, pero al tiempo. Casi todos mis amigos sí que lo son, y casi todos con al menos dos retoños. En todos los casos trabajan ella y él van de luna de miel, y casi todos han conseguido organizar su vida para que ese abandono sea el mínimo. Creo que la palabra egoísmo tiene mucho que ver con el tema que estamos tratando. La otra es responsabilidad, pero es que esa es una jodía por culo (perdón).
Esto es como lo del cartel en la nevera: "Mamá te quiere mucho, cómete los spaguettis,"
Es un tema complicado. Trabajo, familia y demás ...
Los padres, mientras los niños son pequeños tenemos que prescindir de muchas de nuestras aficiones. No es un scrificio, ojo, es simple responsabilidad. Si no quieres asumirlas, no tengas hijos.
Y, si los tienes, no los conviertas en un animalito de compañía.
No me parece bien llevar a los hijos al trabajo, menos aún como norma. De todas maneras madres y padres tenemos distintos puntos de vista, creo yo.
Muy buen análisis
Totalmente de acuerdo. Yo no tengo hijos, pero sólo hay que mirar alrededor. Hay niños que están en el colegio todo el día, comedor incluído, y luego todas las clases extraescolares que hay para que uno de los padres vayan a buscarlos a tiempo ... No hace falta ser pedagogo para darse cuenta de que es contraproducente para el niño.
Claro, para compensar, toma móvil, toma play station, game boy o como se llame, que me pierdo con estos "juguetes tan caros", toma ropa de marca, toma maquinitas y juegos, toma ordenador en la habitación con cámara, micrófono y accesorios, toma TV y DVD, toma MP4, toma vicios y malcriadeces ... sólo hay que observar 1 minuto a cualquier familia para saber quién manda en casa.
Besos!
Pues sí, Estili, muy bien valorado y muy bien expuesto.
Yo no tengo hijos por el mismo motivo que Desesperada y por algo más: pura desmotivación ante tanta deriva.
Estoy de acuerdo en que muchas personas tienen hijos sin reflexionar previamente lo que eso conlleva. Y luego todo son quejas: de que no tienen tiempo para nada, de que el niño no me cree, etc.
En fin, estamos todos de acuerdo. Así que no me lío más.
Buen fin de semana con tu familia, que te lo has ganado.
:-)
Yo no trabajo, fuera de casa quiero decir, porque tengo tres hijas. Así de sencillo. En nuestro caso uno de los dos debía dejar el trabajo, y lo hice yo, porque lo que yo cobraría no sería ni la mitad de lo que cobra Boss.
Esa fue nuestra opción, y estoy harta de miradas reprobatorias por parte de matrimonios que decidieron seguir trabajando los dos, y me ven como la típica mantenida, que se pasa el día en la playa o en el parque, y no se dan cuenta que eso forma parte de mis obligaciones de madre, porque tan importante como darles de comer, es llevarlos al parque y a donde haga falta. Conozco niños y niñas, que comen cada domingo de restaurante, y que van de vacaciones y viajes todos los años, pero que me consta que matarían por jugar cada día con su madre en la playa a pasar por debajo de sus piernas buceando.
Seguimos sin poder comprarnos un coche, pero somos muy felices así.
Muy buena entrada Estil.
vitru, tú eres una de esas madres que pongo de ejemplo, no permitas que nadie juzgue tu vida ni tus decisiones, es el colmo! la gente pierde mucho tiempo juzgando a los demás en lugar de mirar en su propia vida, que seguro que tiene muchas carencias. un bico.
La verdad es que el paliar las consecuencias de la incorporación de la mujer al trabajo es algo que está todavía por solucionar, espero verlo antes de morirme...Besitos
Tuve una paciente mayor, y estuvimos hablando de la incorporacion de la mujer en el mercado laboral...con bastante sorna me dijo:
"la hemos jodido... ahora os tocará trabajar dentro y fuera de la casa"
Me parecio tan tierno...
Besos
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