jueves, noviembre 15, 2007

Contrastes

Comienza a hacer frío por las mañanas en Madrid. Hoy, por esas casualidades de la vida, resulta que uno ha salido de casa hecho un pimpollo, con mi donaire y gallardía a cuestas, siempre en la medida de lo posible, claro. Ayer me corté el pelo, que ya me iba haciendo falta, la verdad, y esta mañana he estrenado las últimas adquisiciones de mi vestuario, chaqueta y pantalón nuevos, que también me iban haciendo falta, dicho sea de paso.

Como todas la mañanas, antes de subir a la oficina he pasado por la habitación de Ángel. Yo es que paso todas la mañanas - como Pedro por su casa - por la habitación de Ángel, y lo veo allí, tumbado, durmiendo, tapadito hasta las cejas, qué digo hasta las cejas, hasta más arriba de las cejas, si sólo un día intuí ver levemente su nariz, en uno de esos movimientos que medio dormidos todos hacemos en busca de una postura que mejor se acople al colchón.

Ángel no tiene colchón,. Bueno, en realidad tampoco tiene habitación y yo qué coño sé si se llama Ángel, si nunca he hablado con él. Se lo puse yo un día, lo de Ángel, sin preguntar ni nada. Él vive (hagan el favor los lectores de poner el “mal” en su sitio, que se me ha despistado, justo antes de “vive”, pegadito a la “v”, por favor) frente a los Juzgados de la Plaza de Castilla, en un banco a la salida del parking que digo yo que debe salir por cerca de 3 euros la hora. Me refiero al aparcamiento, que el banco supongo que será gratuito. Algo es algo.

Allí está siempre, rodeado de restos de tetrabriks, latas y hojas de periódicos, como esperando su turno para cruzar la calle y afrontar su juicio que quizás tenga pendiente. Como lo hago yo, por su habitación pasan a diario funcionarios, procuradores, abogados, jueces, fiscales, personas, gente, la dueña de un perro que hace sus necesidades allí mismo y no se para a recogerlas (aclaro: es el animal, el pobre, el que hace sus necesidades y es la dueña la que no se para a recogerlas), como si uno tuviera que aguantar que el perro del vecino le cagara en la alfombra del salón.

Pero Ángel hoy no estaba. El banco sí, sigue allí, formando parte del mobiliario urbano. Y yo que casi nunca me detengo al ver a Ángel por no interrumpir mi rutina camino del trabajo (Ángel creo que no, pero yo sí que trabajo), me he parado al ver su espacio vacío, y he tenido la tentación de tocar, a ver si la piedra seguía caliente y resulta que es que el hombre sólo ha madrugado o se ha trasladado a un rincón más resguardado del aire que sopla del norte, Castellana abajo. Pero la piedra estaba fría.

Hoy, que iba yo hecho un pimpollo, ya lo he dicho, con mi chaqueta y pantalón nuevos y mi recién aireado tupé, al ver que ya no estaba he pensado en todo lo que nunca hice por él. En el café calentito que no le he comprado cada mañana y que le pude haber servido en vaso de plástico, en la napolitana de crema recién hecha a la que nunca le invité o en el paquete de Ducados que no le traje cada vez que veía las cajetillas vacías que nunca recogí esparcidas por el suelo, como si se las fuera a poner cual pantuflas para levantarse al baño que nadie le dejó libre.

Ángel ha tenido que no estar para que mi chaqueta y mis pantalones, y mi recién estrenado tupé, pensaran seriamente en él, y quizás ya sea tarde. Quizás ya no vuelva nunca. Tal vez perdió su juicio pendiente con la vida.

11 comentarios:

Desesperada dijo...

Seguramente ha decidido buscar un banco mejor. No te angusties. Eso sí, si vuelves a encontrártelo tendrás la oportunidad, al menos, de charlar con él un par de minutos. bicos.

Viguetana dijo...

Mira en el cajero más próximo, que algunos tienen hasta calefacción.

Me has recordado algo que me cuenta siempre mi tío; un día quiso pagarle a un hombre que pedía en la calle un bocadillo y un café. Pero el hombre no quería la comida, quería el dinero...

Tampoco digo que siempre sea así. Además, confieso que yo tampoco me he parado nunca a ofrecerle nada a nadie.
;-(

Besos

Mariano Zurdo dijo...

Difícil mundo el de los sintecho, vamos, los indigentes, que eso de los eufemismos ya huele.
Es un tema complejo, sobre todo para ellos, claro está.
Yo me confieso impotente e inactivo ante el tema la verdad. Hago lo que la mayoría compadecerlas, que probablemente es lo más erróneo que se pueda hacer.
Espero que Ángel haya encontrado una habitación orientada al sol para no pasar tanto frío.

Anónimo dijo...

No te angusties Estil. A todos nos asaltan esos mismos remordimientos.
Yo creo que a veces lo que nos frena no es la falta de tiempo, ni el desinterés por esas personas. Lo que nos frena es la vergüenza que nos puede provocar que nuestra ayuda sea rechazada, nuestro no saber qué hacer si, como dice Viguetana, rechacen el café o la napolitana.
Un besazo.

estilografic.blog dijo...

Deses: esperemos que sea así.

Vigue: yo creo que este hombre no quiere ni comida ni dinero, sólo descansar, o que le dejen en paz.

Mariano Zurdo: de eufemismos estamos últimamente rodeados. Menuda plaga.

Vitru: yo tengo la sensación de que es que tenemos algún tipo de mecanismo de defensa por el que convertimos lo que debería ser extraordinario en algo ordinario.

Por cierto, que te ha salido un pareado al final del comentario: Viguetana rima con napolitana, no sé si te has dado cuenta.

Belén dijo...

Estará tapado hasta las cejas en un cajero... por dios no me digas esas cosas!

Besos!

Isabel Burriel dijo...

Todos nos fijamos en esas personas que duermen entre cartones. A los que no vemos las caras ni adivinamos sus vidas.
Todos nos fijamos sin verlos hasta que justo, el día que no están, queremos conocerlos.
Qué cosas...

mgqseaml dijo...

Llevas tupé???
lskdjfñals
Ays
Besitos

estilografic.blog dijo...

Belén: yo creo que tendrás razón, esperemos.

Inte: eso es exacamente lo que he pensado yo.

mgqeaol: bueno, tupé tupé, lo que se dice tupé tampoco; es que me han dejado un poco de flequillo.

Viguetana dijo...

Ayer vi Callejeros en Cuatro y me acordé de ti y de esta entrada...
¡La de gente que recoge comida de los contenedores de basura!
Y no son indigentes. Son jubilados que cobran 400 euros al mes o inmigrantes que trabajan por cuatro perras...
¡Uf, qué mundo!
:-(

estilografic.blog dijo...

Vigue: me alegra que te acuerdes de mi, o mejor de mis entradas, de vez en cuando. Ayer pasé por allí y el hombre no estaba tampoco. La verdad es que en Madrid en un par de días ha bajado mucho la temperatura, sobre todo por las mañanas, y es muy posible que haya buscado un lugar más resguardado.